«Donde estaba el parque de repente se hizo la nada»

A pesar del tiempo transcurrido -dos años y medio-, María Eugenia Fernández sigue sintiendo ansiedad cuando ve la imagen del parque infantil de Nueva Montaña derrumbado sobre el aparcamiento subterráneo de la comunidad de vecinos. «Estaba despierta, tomándome un café. Aún no había amanecido. De repente, escuché un ruido similar al de una explosión. Los cristales temblaron y tuve la sensación de una honda que me traspasaba el cuerpo». Su mente intentó tranquilizarla: «Debe de ser una galerna. Una tormenta de esas con truenos tremendos». Su salón da al parque y se asomó por una de las ventanas. «Todavía estaba oscuro y no veía con claridad, por culpa de lo que pensaba que era niebla. Pero realmente era el polvo del derrumbe».

Su hija se levantaba en esos momentos y le advirtió de que se pusiera «ropa de abrigo, ya que había niebla y el día no iba a calentar». Fueron los gritos de una vecina los que le sacaron de su confusión: «Me volví a asomar y la vi abajo, chillando. La llamé y me dijo que la puerta del garaje había salido despedida mientras ella tiraba la basura y que casi la aplasta. Era como si estuviéramos viviendo un sueño. Mi cabeza hizo un clic y me di cuenta de que el estruendo era la puerta estrellándose».

La vecindad comenzó a despertarse y las ventanas y balcones se llenaron de personas. «En unos minutos, la noticia voló a gritos de bloque en bloque: ¡'Se ha caído el parque sobre el garaje!'. Ya en la calle, al dar dos pasos, vi el socavón. Donde estaba el parque de repente se hizo la nada», relata Fernández. Como presidenta de la comunidad de vecinos era consciente de que tenía que tomar decisiones. «Lo primero que pensé fue en quién nos podía ayudar y la cabeza rápidamente me respondió: la alcaldesa. La llamé y diez minutos más tarde estaba junto a nosotros. Después llegaron meses muy duros, con una pandemia por el medio. Y la pena de que todo esto solo nos ha traído división. Para mí, es lo más duro», reflexiona.

El parque infantil de la plaza situada junto a la calle Tomás y Valiente, instalado sobre el aparcamiento subterráneo de la urbanización que lo circunda, se hundió a primera hora de la mañana del 13 de enero de 2020.Un centenar de vehículos se vieron afectados, pero no hubo que lamentar víctimas. El hundimiento se debió precisamente a la instalación del parque, con un peso adicional que la cubierta de los aparcamientos no estaba diseñada para soportar.

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