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Un párroco de ciencias en el valle
Javier Rosendo
Rostros de la despoblación (7)

Un párroco de ciencias en el valle

José Miguel Ruiz, párroco de Terán nacido en Suances, lleva trece años al frente de las parroquias de 16 pueblos, desde Unquera hasta Bárcena Mayor, y analiza la situación actual mientras asume que probablemente las iglesias serán «comunidades reducidas»

Lucía Alcolea

Santander

Domingo, 12 de enero 2025, 07:52

Los árboles en la corona de la montaña parecen caballos trotando a lo lejos. Hace viento sur y el cielo tiene ese tono especial que se agota al cruzarse con el horizonte. Suenan los pájaros con una intensidad perentoria en medio del mes de enero, y sin siquiera atravesar la puerta del edificio, en el jardín exterior de la residencia Santa Ana de Terán, en Cabuérniga, ya huele a comedor escolar. El párroco del valle, José Miguel Ruiz Baquero, no se hace esperar. A sus 55 años, aunque tal vez aparenta alguno más, recorre resoluto los pasillos del centro de mayores. Nació en Suances, «en una familia numerosa de las que ahora ya no se dan». ocho hermanos «naturales» y tres primos que habían perdido a sus padres, explica. Tiene voz radiofónica y habla con parsimonia, pero no deja de mover las manos, como si con ellas pusiese los acentos, como si con cada movimiento colocara entre las frases un punto o varias comas.

José Miguel lleva trece años siendo el cura de los 16 pueblos del valle. «Desde Unquera hasta Bárcena Mayor». Antes estuvo destinado en Villaverde de Pontones, en Suesa, en Cudón, en Villanueva de Villaescusa y durante algún tiempo, a la vez, llevaba la dirección de Proyecto Hombre La «sensibilidad» –como él lo llama– le entró siendo niño, pero por cómo lo cuenta, parece que fue su estancia con los Trinitarios en Salamanca, donde estudió Teología, lo que le hizo clic en la cabeza y en el corazón para dedicar su vida a Dios. Hasta aquí la historia de José Miguel puede ser la historia de cualquier cura de pueblo, pero resulta que no. Que el suyo es también un relato especial.

Lo primero porque antes de nada dice que él, un cura, es un Lo menciona como si nada, obviando las contradicciones que pueda generar. Recuerda cuando estuvo en Proyecto Hombre y alude al aspecto fisiológico de una adicción y a la parte psicológica, la conductual; a lo complicado de reeducar el cerebro. Y tanto hablar de la 'psique', uno se pregunta ¿cómo sucede eso de creer tanto en la ciencia y también en Dios? «Mi vinculación con este campo –responde– empezó en Salamanca con los Trinitarios, porque en la Edad Media su labor consistía en liberar a los cautivos de las Cruzadas. ¿Y curarse de una drogodependencia que es si no liberarse de una adicción?». Apunta el párroco que la razón y la fe «están vinculadas». «Obviamente –desarrolla– en la religión la parte de la fe no se puede explicar con la ciencia, pero hay otros aspectos que sí. De hecho, si hemos podido evolucionar en la teología, en la bioética y en la moral ha sido gracias a la ciencia o a la arqueología, que se basa en estudios científicos. Mi visión es complementaria».

También crítica, porque asume que la Iglesia, como institución, «tiene que adaptarse a los tiempos». A los asientos vacíos de los templos religiosos. «El contexto sociocultural invita poco a creer en el tema religioso». Las personas en los pueblos «han dejado de ir a misa», una circunstancia que el párroco relaciona también con la despoblación. «Muchas de las personas que acudían a la parroquia hace trece años o han fallecido o viven con sus hijos en otros lugares». La gente se marcha de los pueblos «por comodidad, por falta de oportunidades laborales...». Una realidad «que no se combate si no se activan medidas desde el ámbito institucional». El futuro de la Iglesia lo atisba José Miguel casi bien, a pesar de todo. «Se crearán comunidades más pequeñas, donde las personas estén por convencimiento, más comprometidas». «Cualquier opción que escojas en la vida te obliga a renunciar a algo, pero nunca lo he vivido como una carga o de manera negativa». ¿Y su futuro? «Si me tengo que tirar aquí otros tantos años, bendito sea Dios».

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