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Como buen diplomático -ha sido embajador en varios destinos, incluidos distintos puestos de responsabilidad en Bruselas-, la respuesta para casi todos los problemas que se le presentan al ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación es la necesidad de diálogo entre las partes afectadas. Buscar acuerdos ... en el conflicto del lobo, buscar acuerdos para alcanzar una política de subvenciones agroganaderas que contente a todos los territorios de España, buscar acuerdos en reparto de las cuotas pesqueras... En su visita a la región del pasado jueves, el socialista Luis Planas (Valencia, 1952) tuvo que rebajar los ánimos de los sectores involucrados en todos esos asuntos y convencerles de que el horizonte que está por delante, aunque requiere cambios profundos en los usos y costumbres, ofrece también oportunidades.
-Uno de los pocos asuntos que ha logrado romper el monopolio informativo del covid en Cantabria ha sido el lobo. Frente a la posición de prohibición total de la ministra Ribera, usted se ha mostrado más flexible. ¿Qué defiende exactamente el Gobierno central?
-El tema de la convivencia de la biodiversidad y la actividad ganadera no es un tema de ayer ni anteayer. Tenemos en este momento, visto desde el Gobierno, que preservar dos valores: la gestión del lobo y la ganadería, tanto en lo que se refiere a la protección del ganado como tal como al asunto psicológico que lo rodea. Las autonomías, y en este caso Cantabria, con todas las instituciones locales y el sector, tienen que actuar de forma coordinada.
EL MINISTERIO, «VIGILANTE»
-Lo que ocurre es que el Ministerio de Transición Ecológica ha actuado de forma unilateral. Usted se ha mostrado en desacuerdo con su compañera Teresa Ribera y habla de encontrar un punto medio. ¿Dónde está ese equilibrio?
-Este tema ha sido siempre polémico. Ocurre también en otras partes de España. Mi aportación, como ministro de Agricultura, es que debemos dar garantías y tranquilidad al sector ganadero del Cantábrico. Estamos trabajando sobre la nueva Política Agraria Común (PAC), que entra en vigor en 2023. Estamos diseñando un marco de apoyo basado en la ayuda a la renta y a los ecoesquemas en la que se habla del asunto del lobo. Y también, en todo lo que se refiere a este sector de ganadería extensiva, son muy importantes las ayudas acopladas que he planteado en Europa que deben mantenerse, pero también hay novedades. Por ejemplo, esos ecoesquemas. Una de las ramas de trabajo tiene que ver con las zonas en las que hay presencia de grandes carnívoros, con un pago adicional a nuestros ganaderos. También se han planteado medidas como los cercados o los perros mastines, que se está haciendo en Francia, financiado con cargo a los fondos europeos. Y tengo intención de transmitir a la Empresa Nacional de Seguros Agrarios (Enesa), la necesidad de revisar el funcionamiento de estos procedimientos para ver cómo mejorarlos y acelerar los pagos compensatorios. Todo eso es un paquete económico. Luego está la parte psicológica, de convivencia, que esa no puede ser objeto de regulación por ningún gobierno.
-Habla de ayudas, pero parece que el Gobierno no contempla dar marcha atrás a la norma.
-Ese borrador de Transición Ecológica está en consulta pública, en plazo de alegaciones. La decisión de prohibición de la caza del lobo está ahí y partimos de eso, pero es la base.
-El consejero cántabro se ha mostrado poco menos que insumiso a la norma y pone en duda su aplicación en el territorio ¿Qué le parece esta beligerancia en el asunto?
-Yo no creo que sea una postura beligerante. Es bueno que haya diversidad de puntos de vista, afortunadamente. El tema es polémico y divide a la opinión pública. Pero hay base para tratar conjuntamente. A mí me gustan los acuerdos, aunque sean complejos. Porque como decía antes no es un tema únicamente de pérdidas materiales, sino también sentimental.
UN SECTOR «MUY ENVEJECIDO»
-En la reunión con ganaderos pudo comprobar que las perspectivas con la nueva PAC son poco halagüeñas para ellos. ¿Les falta información o realmente pueden salir perjudicadas del reparto?
-En todo momento de cambio hay temor. Este debate sobre la nueva PAC empezó en 2018 y no entrará en vigor hasta 2023. Es un tiempo de debate demasiado largo y comprendo la inquietud desde ese punto de vista. Desde el punto de vista de las medidas y el fondo, no lo creo así. Esta PAC tiene muchas oportunidades para Cantabria. La aportación, en una carta que me mandó hace unos días el consejero, que ha hecho con Galicia, Asturias y País Vasco, es muy positiva. Aquí los ganaderos son lo que se denominan en el argot 'ganaderos genuinos', que tienen unos ingresos únicos de su labor primaria mayor que en otras partes de España, donde igual la compatibilizan con otros trabajos. Ahí hay oportunidad y en el enfoque verde de esta nueva PAC, de respeto del medio ambiente, del suelo, del agua, de la biodiversidad... Todos estos elementos encajan muy bien con la morfología agronómica de Cantabria. Y lo referente al desarrollo rural. Estamos trabajando en esto y en mayo haremos una conferencia sectorial con las autonomías. Para esta transición hasta 2023, acabamos de aprobar un decreto que da seguridad jurídica para garantizar los pagos.
-Lo que quieren saber, fundamentalmente, es si mantendrán las subvenciones actuales o tendrán menos ingresos.
-El diseño de la aplicación en España de la PAC está por concluir. Hay un acuerdo sobre todo el diseño fundamental entre los ministros europeos. Pero falta. Vamos a convocar esa conferencia sectorial, precedida por un diálogo que hacemos permanentemente, pero con un diálogo ahora bilateral con cada comunidad para fijar prioridades. Con eso elaboraremos el Plan Estratégico que enviaremos a Bruselas y ahí estarán definidas las intervenciones concretas. La PAC está aún por escribir. Yo soy optimista y es necesario un gran pacto de Estado. Si todos actuamos con una visión de apoyo al sector, no territorial, sino sectorial, podemos lograr una muy buena PAC. Los fondos son prácticamente los mismos que en el periodo actual y hay bases para ello.
FRENTE A LOS ATAQUES
-Más que de los criterios de Europa, los ganaderos se quedan de la aplicación en España. Dicen que el Ministerio dibuja un sistema que perjudica al modelo de explotación pequeño y familiar de Cantabria.
-España es tan grande y diversa... En otras comunidades autónomas tienen el sentimiento contrario. Dicen que la PAC está demasiado orientada a las concepciones continentales y no la mediterránea. Hay 17 sensibilidades, que no tienen que ver con el color político de cada gobierno, sino con la realidad agronómica de cada territorio. Es difícil hacerlas compatibles, pero es posible. He estado mucho tiempo trabajando en Bruselas antes de ser ministro y allí se negocia de ocho de la mañana a doce de la noche. Vamos a aplicar esa idea.
-En los últimos 20 años se ha perdido en Cantabria el 60% de los empleos del sector primario. ¿Hay que asumir esto como una evolución normal?
-Es un reflejo de la evolución de la sociedad. No es un problema único de Cantabria, sino de toda Europa. Tenemos tres grandes retos: pasar de la producción lineal a una más sostenible con el medio ambiente en todos los elementos porque también los ciudadanos demandan una alimentación más saludable, un gran cambio ligado a la modernización y la digitalización que se va a acelerar con esta pandemia y la entrada de los jóvenes.
A PARTIR DE 2023
-¿Cómo se consigue reenganchar a los jóvenes a la actividad ganadera y evitar así también la despoblación?
-Efectivamente es un sector muy envejecido. Se van a producir muchas jubilaciones los próximos años y en mi opinión, la clave del relevo generacional está en la rentabilidad de las explotaciones. Es normal que haya un fenómeno de concentración. Incluso es bueno por una cuestión de competitividad y disminución de los costes empresariales, pero al mismo tiempo aquí tenemos un gran reto. Si se van diez personas, se incorporarán menos, pero hace falta que lo hagan en condiciones distintas de formación muy superior, de oportunidades, con las ayudas europeas. Además de eso hace falta tutoría y formación. Hemos incluido una partida en el Presupuesto de 2021 del Erasmus Agrario, que intercambien sus experiencias de una autonomía a otra. Y aspectos vinculados al crédito y temas fiscales en los que ya estamos actuando. Por ejemplo con temas de sucesiones y hereditarios. Y el acceso a la tierra, dinamizar eso. Una parte importante es competencia de las autonomías, que pueden hablar y copiar modelos que funcionan.
-¿Ve predisposición a asumir ese cambio en un sector tan dependiente de las ayudas?
-El cambio es una realidad. Es parte de la biología social y económica. Esta década va a haber cambios muy significativos en el sector. España está bien situada para afrontar esos retos. No hay que tener miedo al futuro y hay que darle una base empresarial sólida. Eso es lo que queremos con la modificación de la Ley de la Cadena Alimentaria.
-Sobre eso, en Cantabria preocupa especialmente el bajo precio de la leche en el mercado.
-Es uno de los sectores que sigo más de cerca, porque los umbrales de rentabilidad son muy justos y hay que preservarlos. El sector lácteo fue casi precursor de esta problemática. La gran crisis de hace unos años vino a avanzar algunos problemas que ahora buscamos solucionar de forma conjunta. Hay dos cadenas que son particularmente difíciles en los precios: la leche y el aceite. Aquí interesa la primera. Tenemos un volumen de leche líquida dedicado a otras transformaciones como yogures o queso inferior a la de otros países. Además, la diferenciación comercial entre la etiqueta de fabricante y la marca blanca provoca una caída de precios. Ahí estamos muy centrados, para que la marca blanca en ningún caso caiga por debajo de costes de producción, que sería desastroso. Y luego está la dinámica del sector. Hay menos explotaciones que hace algunos años, pero hay un ligero crecimiento de la producción. En cualquier caso, seguimos siendo deficitarios, tenemos más consumo de leche que el que producimos. Ahí, siempre que se mantenga la competitividad, hay una oportunidad de crecimiento.
-Junto con los asuntos de despoblación, el área de Medio Rural es uno de los que ha presentado más propuestas al Gobierno central para optar a fondos europeos. ¿Hay algo avanzado dentro de las convocatorias de su ministerio?
-Además del conjunto de la PAC, en el Fondo de Recuperación hay un componente vinculado a este ministerio en varios temas. Regadíos, temas de digitalización, un tema muy importante que es la sanidad animal y vegetal de la que se está hablando mucho y que va a cobrar mucha relevancia. Y evidentemente también en relación con el sector pesquero. Y en el Ministerio de Industria también hay apartados para la industria agroalimentaria, como en el Ministerio de Economía para la extensión de alta velocidad para 2025, que interesa mucho en Cantabria, a todo el territorio incluyendo las zonas rurales de difícil acceso. Ese es el marco general. Vamos a ver cómo encajan los proyectos de Cantabria. La cantidad de dinero ha generado una gran expectación, pero vamos a ver. Habrá que ir analizando, pero lo que es seguro es que el sector agroalimentario tendrá una gran presencia en este fondo.
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-Cuando hablamos de eliminar la venta a pérdidas quiere decir que en cada eslabón se incremente el valor. Cuando un ciudadano paga un alimento, tenemos que conseguir que todo el proceso productivo quede reflejado. Ese es el objetivo de la norma, que todavía está en tramitación. Servirá, por ejemplo, para darle un carácter contractual escrito al conjunto de las transacciones. Puede parecer sorprendente que ahora sólo una pequeña parte se fijan por escrito. Eso es muy importante para darle una perspectiva empresarial de futuro.
-Esta Ley de la Cadena Alimentaria pretende dar transparencia al proceso de formación de los precios, que haya más equilibrio entre productor, la industria y la distribución. En resumen, digámoslo claro, lo que busca es apoyar al eslabón más débil, los agricultores y ganaderos. Que el ganadero, en este caso, tenga más margen de beneficio, no implica necesariamente que tenga que pagar más el consumidor. En todo caso, una de las cosas positivas de esta pandemia es que la alimentación, junto a la salud, está siendo un elemento de reflexión. Está cambiando la mentalidad sobre la alimentación. El coste de la alimentación sobre la cesta de la compra ha caído en España en los últimos años. Hemos dado a los alimentos menos valor del que tienen y deben tener un justo pago. No somos un país 'low cost' ni debemos serlo.
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