Secciones
Servicios
Destacamos
Es Herrezuelo «hasta la médula». Generosa, vital, emprendedora... A sus 53 años, Beda Herrezuelo es una mujer llena de sorpresas a la que el amor no le ha sonreído como soñaba de niña. «Tú siempre serás Bedita en el País de las Maravillas», le presagió ... su padre. Su pérdida -hace ya 19 años- y la de su hermano -en 2011-, fueron dos zarpazos con los que ha aprendido a vivir. En el año 2004 lanzó su propia marca 'Beda Herrezuelo'; en 2008 fue elegida 'Mujer Empresaria del Año'; y en 2014 abrió tienda en la Gran Vía de Bilbao. Derrocha simpatía y saber hacer.
-¿De dónde saca tanta energía?
-Tengo un talante alegre, soy una optimista incorregible pero no soy una insensata. La energía me sale sola. Soy como mi padre.
-Pero tendrá malos momentos...
-Como todo el mundo, pero he aprendido a 'derrapar', a vivir, con la alegría y con la pena. Los momentos duros hay que amarlos y pensar que todo puede superarse.
-Una mujer como usted tendrá muchos pretendientes...
-Si no tengo pareja es porque creo que no tengo actitud. Necesito a un hombre que comparta mis pasiones, que viva con la misma intensidad que yo y que me proteja. Me he pasado la vida cuidando a los demás.
-¿Cuál es el mejor piropo que le han echado?
-Recuerdo que volviendo de París, en un avión, estuve charlando con un señor que estaba sentado a mi lado. Cuando nos despedimos me dijo: «En el universo hay dos tipos de seres, los cometas y los meteoros que se estrellan. Tú eres un cometa porque dejas luz por donde pasas». Me emocionó.
-¿Y no le pidió el teléfono?
-No. Lo que te digo, no tengo actitud.
-¿Y qué pasiones son esas de las que habla?
-Muchísimas. Me encanta la música, soy soprano y presidenta de la Camerata Coral de la Universidad de Cantabria. Además, soy un poco 'friki' de la historia y estoy todo el día buscando respuestas en 'san Youtube'. La historia es un culebrón muy sabroso.
-¿Cuál es su personaje favorito?
-Amo a Napoleón. El día que me jubile, que no sé ni cuándo ni cómo, me gustaría aprender historia y literatura francesa.
-¿Habla francés?
-Hablo inglés e italiano, y este año me he matriculado en la Escuela Oficial de Idiomas. No voy a forzar la máquina, iré todo lo que mi cerebro dé de sí.
-Pero entre las tiendas, el coro... ¿Cuándo saca tiempo?
-Trabajo todos los fines de semana, si no es de cara al público es en la oficina. Así que me he cogido las tardes de los martes y los jueves para mí.
-¿Desde cuándo canta?
-Con nueve años empecé a pedirle a mi padre que me apuntara a música, con 13 me busqué un profesor de piano y con 18 me hicieron una prueba de técnica vocal y me dijeron que era soprano lírica. Y hasta hoy. Tuve que hacer un parón de once años cuando nacieron mis hijos pero, cuando crecieron, lo retomé y aquí sigo.
-¿Cómo empezó a diseñar zapatos?
-Las circunstancias me empujaron. Mi padre formó a mi hermano para que fuera su sucesor, pero los dos fallecieron y todo me vino de cara. Esos dos zarpazos los llevaré siempre en el corazón.
-¿Cree en Dios?
-Rezo mucho. Me encanta navegar. Me gusta la vela ligera y salgo con mi 'amiga-hermana' Carmen Gómez. Cuando noto el Nordeste en la cara me doy cuenta de que estoy rezando. Dar gracias a Dios es muy necesario. Creo que hubiera sido una buena monja.
-¿En serio?
-Sí... No me importaría acabar en un convento rezando y aprendiendo. Tengo más partituras por cantar, libros por leer y experencias por vivir, que días de vida me quedan.
-Va siempre impecable. Alguna vez lleva bolsos o zapatos de otra marca que no sea la suya.
-Jamás.
-¿Y quién le viste?
-¡Luis Alonso me tiene cogidas las medidas mejor que mi exmarido! Tiene claro el rollo que me va, con ese punto sexy que tanto me gusta tipo Betty Boop, y los labios siempre rojos.
-Sería una monja muy moderna.
-¡Más que sor Citröen!
Tiene auténtica debilidad por su pequeña Constanza, que tiene casi 17 años. Ella y su hijo Pablo son el motor que le hace levantarse cada mañana con energía. «Siempre digo que Constanza fue un regalo de Dios», porque se separó de su marido cuando el bebé tenía tan sólo tres meses. Beda Herrezuelo puede presumir de tener muchas amigas, aunque «amigas-hermanas» las cuenta con los dedos de una mano. Reconoce que, cuando cree en alguien, «se clava en mi corazón» hasta el punto de que «he tardado hasta tres años en reconocer una traición». Le gusta rodearse de personas que sonrían a la vida, y ese es de alguna manera el código de sus empleados. «La sonrisa de Herrezuelo se escapa por Calvo Sotelo, es algo que los clientes agradecen siempre».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.