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Marta San Miguel
Santander
Domingo, 29 de enero 2023, 07:40
Diana Morant (Gandía, 1980) habla de la «revolución industrial» que hay detrás del presupuesto del Ministerio de Ciencia, el más alto de su historia (3.991 millones) y que se ha duplicado en esta legislatura. La prioridad, dice en su visita a Cantabria, es mejorar las condiciones laborales de los investigadores, retener talentos y hacer que regresen los fugados, y sobre todo, sostener el cambio de modelo productivo basado en las energías limpias, algo que se está notando en la creación de nuevos empleos, algo que en la región supone ya «el 20% desde 2020».
–El Ministerio de Ciencia cuenta con el presupuesto más alto de su historia, 3.991 millones, ¿seguimos tan lejos de otros países europeos en I+D?
–A día de hoy estamos un año por delante del compromiso de la senda marcada por Europa, que fija que en 2024 estemos destinando el 2% del PIB en inversión en ciencia conjunta entre la pública y la privada, y el 3% en 2030. En el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia uno de los ejes clave es la ciencia, y eso es lo que se ve en los presupuestos.
–¿Blindar que se destine hasta el 3% del PIB a la ciencia es una forma de hacer real el cambio de modelo productivo?
–Esto es una revolución. El Plan de Recuperación lo que pretende es que nos recuperemos de las crisis. Tras la pandemia, nos damos cuenta de que no podemos controlar el escenario geopolítico ni el de las consecuencias del cambio climático. Creo que la manera de recuperarnos tiene que ser mirando hacia el futuro para convertirnos en un país más resiliente en cuanto a la energía, por eso destinamos la tercera parte de los fondos a la transición verde. Queremos ser un país productor y exportador de energías limpias, de forma que si ahora los países ricos son los que tenían petróleo, en el futuro los países ricos van a ser los que tengan energías limpias. Y esto es solo un ejemplo. Otro viene de la pandemia. Antes no había ninguna empresa que fabricara vacuna humana, lo habíamos dejado a otros países, y ahora ya hay cuatro que han participado de la fabricación de las vacunas. Todas esas capacidades que ahora tiene el tejido empresarial lo queremos replicar en todo, por ejemplo, en el sector del automóvil. España es la novena productora de automóviles del mundo y la segunda de la UE, solo por detrás de Alemania, así que o damos el salto al vehículo eléctrico o nos quedamos fuera del futuro.
–¿Esta revolución también ha llegado a Cantabria?
–Ayer (por el miércoles) estuve con el vicepresidente (Pablo) Zuloaga, encargado de Innovación, y él reconocía con mucha humildad que Cantabria no había sido una comunidad que invirtiera en ciencia e innovación tradicionalmente: estaba a la cola, seguramente por la falta de visión estratégica. Pero la pandemia nos ha abierto los ojos a todos. El 75% de la ciencia se hace en las universidades de manera que esto es un trabajo de corresponsabilidad entre administraciones: al Estado le corresponden los organismos públicos de investigación, como el CSIC, pero las comunidades son las responsables de financiar a las universidades, así que es importante que haya una Ley de Ciencia no solo en el país sino también en las regiones, como aquí, en Cantabria. El vicepresidente comentaba que ahora mismo son la segunda comunidad que mejor financia las universidades por alumno, y esto es una salto cualitativo muy importante. Estamos trabajando conjuntamente en tres áreas para hacer proyectos de país: energías, física y astrofísica, donde Cantabria está muy bien posicionada, y ciencias marinas, que es donde más dinero estamos invirtiendo conjuntamente: diez millones de euros. Precisamente el IEO (Instituto Español de Oceanografía) de Santander es la sede nacional de pesquería de todo el Instituto estatal. Hemos situado Santander en el mapa de una de las transformaciones que vamos a vivir, que es el sector pesquero y las ciencias marinas.
–El Instituto de Hidráulica (IH) y el Instituto de Física (IFCA) compiten a nivel internacional desde aquí y son referentes en su áreas, ¿el Gobierno de España debe seguir apoyando?
–El Ministerio está en el Patronato del IH y ha aportado 600.000€ entre 2021 y 2023 a este instituto, y además ha recibido cinco millones del Plan Complementario de Ciencias Marinas (3,2 millones del Gobierno central y 1,8 del autonómico). Por otro lado, la Universidad de Cantabria tiene dos ICTS (Infraestructuras Científicas Tecnológicas Singulares): uno es el nodo de supercomputación 'Altamira', que está en el IFCA, y el otro es el tanque del Instituto de Hidráulica. Por tanto, la UC tiene dos de los ICTS del país, y es clave para trabajar en todos el territorio y romper con el centralismo. De hecho, el científico más importante de ciencias marinas en el sector de la pesca está en el IEO de Santander; es un ejemplo de cómo con estas apuestas por las Infraestructuras Singulares son capaces de retener al talento.
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–Hablando de retener talento, ¿está logrando la nueva Ley de Ciencia frenar la fuga de cerebros del país?
–Se están viendo resultados. En septiembre entró en vigor la nueva ley y empezaron los cambios. Hasta entonces, a los científicos se les podía contratar con un contrato temporal que duraba cuatro años y ahora es imposible: ahora te tienen que contratar con un contrato indefinido, y esto es un impacto directo en la vida de las personas. Estamos hablando de miles de investigadores que no podían suscribir una hipoteca con el banco porque tenían un contrato temporal y que el sistema les trataba como eternos adolescentes, concatenando un contrato tras otro que, por obligatoriedad, se rompía a los cuatro años. El PP enmendó la ley porque nos quería hacer creer que era imposible tener una ciencia fuera de la precariedad en nuestro país, y hemos demostrado en cinco meses que no se ha cerrado ningún centro de investigación sino todo lo contrario, se está contratando con más calidad. También, hace cinco meses los científicos no cobraban indemnización por finalización de los contratos predoctoral y postdoctoral y ahora las están cobrando.
–Se une a los efectos de la reforma laboral, que obligó a hacer fijos a los temporales...
–La Reforma laboral necesitaba un ajuste en la ciencia. Si en la universidad contratabas a alguien, te consume la tasa de reposición, lo que hemos hecho es que el contrato en ciencia no consuma tasa de reposición ni necesite autorización previa. Ahora mismo tenemos la Oferta Pública de Empleo más importante en ciencia de los últimos 15 años, ahora mismo estamos estabilizando a 4.200 investigadores en los organismos públicos y le pedimos a las comunidades que hagan lo mismo, que financien a sus universidades para que aprovechen este momento y estabilicen a su personal investigador. Estamos en cifras récord de empleabilidad, con más de 20 millones de afiliados a la Seguridad Social, y uno de cada cuatro nuevos empleos que se está generando en nuestro país es en el sector de la ciencia y la innovación, el 25%: esto es un cambio de paradigma, una revolución. Hemos pasado de expulsar al talento a que el crecimiento más grande de empleo de nuestro país sea precisamente el del capital humano con más capacidades. Sí, la nueva Ley de Ciencia se está notando, y también en Cantabria, donde en tres años, el número de personas que trabajan en I+D en Cantabria ha aumentado casi un 20%.
–¿Qué le falta al tejido científico de Cantabria?
–El ejercicio se ha hecho y por eso podemos decir lo que le faltaba, pero que ya no le falta. Quiero poner en valor que los 10 millones que estamos destinando juntos en Cantabria en ciencias marinas es un esfuerzo para la región de una dimensión brutal. Se está poniendo al mismo nivel de otras comunidadescomo Cataluña o la Comunidad Valenciana, mucho mayores en presupuesto, dimensión o población. Prefiero ver el vaso medio lleno, Cantabria está en el camino adecuado y ha creado una ley que blinda una financiación y da certezas a los jóvenes y a los investigadores en su tierra. Lo que le faltaba está cubriéndose.
–Usted estudió Telecomunicaciones y era única la mujer muchas veces en el aula. ¿Qué ha cambiado en este aspecto?
–No ha cambiando tanto. De hecho, ahora mismo, en Ingeniería Informática las mujeres son solo un 11% en las aulas. Hay carreras en las que realmente está habiendo un drama y las universidades están estudiando qué hacer. La clave está en visibilizar. Cuando era niña nadie me contó que una mujer podía ser ingeniera o astronauta, como Sara García. Creo que tenemos que hacer esa labor sobretodo con las niñas porque sus referentes socioculturales es que las mujeres nos dedicamos al cuidado. La nueva Ley de Educación establece una herramienta para estimular las vocaciones STEM (acrónimo en inglés de Science, Technology, Engineering and Mathematics, esto es Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) en las niñas, y aunque estamos mejor que la media europea, ya que un 50% de hombres y mujeres inicia la carrera en ciencias, conforme avanzan las vamos perdiendo.
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