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Transcurrida la primera etapa de este itinerario por la N-623, camino de Burgos, el asfalto parece imprimir un ritmo que invita a continuar avanzando lentamente para descubrir los tesoros escondidos en pequeñas paradas;pero sucede que llegados a este punto kilométrico (124), Puente Viesgo, hay tanto que ver, tanto que disfrutar, que bien merece la pena hacer noche. Una opción clara, sobre todo para el viajero que busca desconectar, descansar y relajarse, es el balneario. Por algo la selección nacional de fútbol ha elegido este enclave en numerosas ocasiones para sus concentraciones.
Sucedió la primera vez en 1994, en las semanas previas a la celebración del Mundial de Fútbol de Estados Unidos. Aquellos jugadores disfrutaron del circuito del templo del agua, el más lúdico y pensado para toda la familia. Cuenta con saunas, piscina exterior, pozo caliente y frío. El recorrido dura dos horas.
Hay otra vertiente, más pensada para quienes quieren profundizar en las posibilidades que ofrece el lugar, que incluye masajes y un tratamiento más acorde con quien, por ejemplo, busca sanar alguna dolencia. «Aunque lo más importante, además de lo que pueden encontrar aquí dentro, es lo que el visitante encontrará en el entorno del pueblo», cuenta Eva Magaldi, directora del centro.
Cuevas del Castillo. Las cuatro cuevas que integran el complejo de cavidades declaradas Patrimonio de la Humanidad en 2008 son la cueva del Castillo, Chimeneas, La Pasiega y Monedas, en Puente Viesgo
El balneario. Es una parada casi obligada para el viajero que busca calma y desonexión. El circuito del templo del agua está preparado para toda la familia, con saunas, piscina exterior, pozo caliente y frío, etc.
Vía Verde del Pas. Los 30 kilómetros por los que transcurría el antiguo ferrocarril entre El Astillero y Ontaneda se pueden recorrerse actualmente en bicicleta.
Churrón de Borleña. Al final de una ruta pequeña, de no más de kilómetro y medio, se encuentra una bella cascada de 20 metros de caída junto a un pozo. Es un baño perfecto en verano.
Museo etnográfico El Hombre y El Campo. Con sus mil piezas ayuda a contar la historia del mundo rural cántabro
Se refiere a la amplia oferta gastronómica, deportiva y cultural que ofrece Puente Viesgo. Precisamente en las entrañas del monte Dobra, desde cuya cumbre se divisa toda la localidad, se encuentra el complejo de cuevas del Monte Castillo. Un vestigio prehistórico que revela cientos de claves del modo en que vivieron los primeros pobladores del norte peninsular. Son cuatro cavidades, referente mundial del arte rupestre paleolítico, que fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2008. Sonla cueva del Castillo, Chimeneas, La Pasiega y Monedas. La suerte para el visitante es que dos de las cuatro están abiertas al público y cuentan con visitas guiadas que ayudan a entender qué fue, por ejemplo, lo que llevó a aquellas gentes a inmortalizar sus inquietudes en la roca.
Los últimos hallazgos del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (Iiipc), que ha centrado sus esfuerzos en La Pasiega y en el gran yacimiento que se encuentra a la entrada de la cueva del Castillo –a la vista de quien se acerque al complejo expositivo–, están arrojando luz sobre un momento de la prehistoria por encima del que aún sobrevuelan muchas conjeturas y pocas certezas, y que tienen que ver con el periodo en que el neandertal y el sapiens fueron contemporáneos
En un cambio de tercio, de lo cultural a lo deportivo, los más activos tienen la opción de aprovechar las múltiples posibilidades que ofrece la naturaleza en Puente Viesgo. Junto al río transcurre la vía verde del Pas, que llega hasta Ontaneda. Son muchos los que optan por recorrer sus 30 kilómetros en bicicleta, pues el carril habilitado para ese fin es uno de los más conocidos de la región.
Justo en su punto de inicio se encuentra la antigua estación de ferrocarril, que estuvo operativa hasta 1973. Un lugar donde se detenían los trenes de corta distancia –la antigua FEVE–, que conectaban El Astillero y Ontaneda. El edificio es ahora un punto de referencia de esta vía verde
Si usted no es partidario de las largas caminatas, existe en el pueblo otra opción más liviana para las piernas. La senda fluvial del Pas. Un itinerario de menos de dos kilómetros que permite descubrir los bellos rincones que esconde uno de los tesoros biológicos más valorados de este espacio acuático, el salmón. En este pueblo se encuentra una de las escalas utilizadas por los investigadores para contar los ejemplares que, cada año, remontan los ríos con el aumento del caudal de estos meses de otoño. La tradición pesquera tiene mucha historia en este valle, y es habitual que todos los años, por abril, se capture aquí el 'campanu', el primer salmón del año. Aunque la especie está muy protegida y sólo se permite sacrificar unos pocos peces cada ejercicio.
Siguiente parada:Aés, en el kilómetro 123. De este lugar pueden visitarse la iglesia parroquial, construida en el siglo XVII y el Santuario de la Virgen de Gracia, de la misma época, que conserva un retablo de gran valor patrimonial y que está datado, también, en el XVIII.
Aunque a la hora de hablar de patrimonio es ineludible detenerse también en Corvera de Toranzo, otro lugar con miga. La salida está en el kilómetro 121 y como visita para los amantes del patrimonio rural destaca la casa solariega de Díaz de Villegas. Quienes tengan alguna noción de arquitectura apreciarán su fachada, vanos, arcos y esquinales de sillería, levantados en 1646.
La economía de la zona continúa basada en la agricultura, principalmente de maíz y patatas, y la ganadería vacuna, con toda la industria alimentaria que viene derivada de esta actividad. Los sobaos y las quesadas son principales exponentes de esta artesanía gastronómica. Ypara equilibrar tanto capricho gastronómico, nada mejor que un poco de actividad física.
En Borleña, en un desvío en el kilómetro 117, se accede a una ruta sencilla y familiar que llega a una de las cascadas más bellas de Cantabria en mitad del monte. Lo llaman el Churrón de Borleña, cae veinte metros en modo de cola de caballo, acariciando la vegetación colgante, para rellenar un pozo inferior que en los meses de verano ofrece un baño estupendo. El camino hacia este lugar es sencillo, apto para toda la familia, pues discurre en apenas tres kilómetros de ida y vuelta entre bosque y rocas, siguiendo la pista del arroyo la Llana. Llegados al destino, la visita es una buena elección sobre todo en las primeras semanas de verano, pues es cuando el deshielo todavía mantiene el caudal de las aguas y el pozo es aún grande. Para darse un chapuzón es recomendable llevar calzado de plástico cerrado. Algo parecido a unos escarpines, pues el suelo es rocoso y hay restos vegetales que no se ven desde la superficie y pueden herir las plantas de los pies.
Continuando el viaje, la siguiente localidad es Villegar, en el kilómetro 116 y sólo un kilómetro más adelante aparece la señal que indica la población de San Vicente de Toranzo. Un lugar donde se conserva también esa industria láctea que sobrevive a los avatares del mercado. Allí, de hecho, se encuentra la sede de la firma cántabra de lácteos El Buen Pastor. Y a pocos metros, en la misma localidad, en esta última parada de la ruta merece la pena el Museo Etnográfico El Hombre y el Campo, que reúne más de mil piezas que sirven para contar la historia del mundo rural cántabro
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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