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La Asociación Torrearboleda reunía los domingos más de 25 personas para hacer rutas guiadas por los árboles de la ciudad del Besaya; hoy inauguraba una nueva edición de ese programa con el Ayuntamiento, pero lo ha anulado. «Los grupos deben ser como máximo de seis (cinco personas más el guía), así que lo dejaremos para más adelante», dice Germán Castellanos, responsable de estas campañas en las que revelan el paisaje que los torrelaveguenses ven a diario al pasear. ¿Salen más por las costumbres que ha cambiado el covid? «Claro, pero también porque hay una búsqueda de la naturaleza», explica. Cada vez ve «más tránsito» en el parque Manuel Barquín, en las rondas de los bulevares o en el parque de La Viesca: «La gente pasea muchísimo más ahora, está más deseosa y ansiosa de disfrutar la naturaleza en zonas verdes y arboladas, y más con el buen tiempo que está haciendo este otoño». Es ahí, en ese hambre de luz y actividad fuera de lugares cerrados, donde se confinan ahora los paseantes, no sin ciertos episodios de masificación. «Propongo no solo usar esas tres zonas de Torrelavega, sino buscar callejas alternativas, todo el extrarradio tiene zonas muy majas con árboles y tranquilidad, entre praderas y sin salir del municipio», dice.
Ahora que todos buscamos lo mismo, y que los municipios están cerrados, hay zonas de la región donde la presión es mayor, como en Santander, donde el Paseo del Faro o la Senda Costera congregan miles de visitantes que acuden con bocadillos, bicicletas, mochilas. A pesar de que las autoridades recomiendan reducir las salidas a lo estrictamente necesario, de hecho la propia alcaldesa Gema Igual así lo pidió en un vídeo que emitió por las redes sociales, lo cierto es que las salidas están permitidas, siempre que sea cumpliendo la normativa y las medidas de seguridad, en grupos de menos de seis personas, con distancia social, mascarillas.
¿Cómo está afectando que no se pueda salir del municipio donde uno reside? En Laredo, por ejemplo, los vecinos recurren al paseo marítimo y la playa de cinco kilómetros; en Castro Urdiales, según informa Samira Hidalgo, había ayer menos paseantes que de costumbre por el parque Amestoy y el paseo marítimo, debido a que los vizcaínos no pueden ir a la ciudad; paseantes en Camargo y El Astillero por la zona de Punta Parayas y las marismas.
CAMINOS
LA CARA B
MENOS VISITAS
Sin embargo, la afluencia a los lugares cercanos está vaciando otros espacios de la región. «Antes de la restricción de movilidad entre municipios se estaban dando casos de aglomeraciones y cierta masificación en algunos sitios», explica el guía de Naturea Cantabria Manuel Ríos, y cita el ejemplo de la senda del Nansa, donde antes del decreto «instalaron carteles en Muñorrodero advirtiendo de que se usara la mascarilla». Sin embargo, en cuanto se aprobó la normativa, la senda se vació: «Estuve hace unos días y sólo había una pareja, cuando días atrás el aparcamiento en la zona recreativa estaba hasta arriba de coches».
Lo mismo sucede en otras zonas de la región. El pasado viernes, por ejemplo, en el Parque Natural de Oyambre, solo había una persona, y días atrás, una o ninguna, como confirma desde San Vicente el guía de Naturea, un proyecto de la Red Cántabra de Desarrollo Rural que este año había programado 130 actividades en la Red de Espacios Naturales Protegidos de Cantabria con 2.000 plazas disponibles, pero cuando la movilidad entre municipios se vio restringida, las suspendieron: «La gente no puede venir», dice Ríos. Tenían actividades todos los fines de semana y «todas se llenaban». Pero llegó la segunda ola. El decreto. Y por ahora la naturaleza también tendrá que esperar.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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