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Todavía no sabe por qué la gente se queda tan sorprendida de que se dedique a más de una cosa: será por el afán que tenemos aquí de etiquetarlo todo. Cuenta que siempre le gustaron los escenarios y que con once años ya se subió ... a uno -es decir, que hubo vida antes de 'Los Serrano'-, y que mientras interpretaba a Chucky en televisión publicó su primera novela, 'Atlas'. Lo de la música también le viene de muy atrás y hoy, después de más de mil conciertos, a ver quién se atreve a decir que es solo una afición. Una vez convencidos de que puede actuar, escribir y cantar, es más fácil entender que ese triple Jimmy Barnatán (Santander, 1981), se sienta vecino de otras tantas ciudades.
-Leo en su perfil de Twitter: «Bluesman, actor y escritor». ¿Con qué se queda?
-Me quedo con todo. Soy muy egoísta y cuando canto quiero cantar el mejor blues; cuando escribo, quiero que mis relatos sean los mejores, y cuando me pongo a las órdenes de un director para interpretar quiero ser el mejor de sus soldados. Todo viene un poco a la vez: desde muy pequeño quise actuar, siempre canté y, en cuanto a escribir, era muy niño cuando hacía ya unos poemas absolutamente infames. Todo fue surgiendo de una manera espontánea.
-Recomiéndeme entonces un disco, un libro y una película. Y no vale que sean suyos.
-El libro, 'Viajes con Charley', de Steinbeck, que es una radiografía maravillosa del pueblo norteamericano y escrito por uno de los grandes: me apasiona; 'Morrison Hotel' es el mejor disco de rock que se ha hecho; los Doors en su estado más puro, con auténticos pilares para el rock. Y la película, 'Uno de los nuestros'. Martin Scorsese es mi director preferido de todos los tiempos, y la película es un alarde absoluto y una maravilla. Refleja qué es eso de hacer cine, del montaje, planos-secuencia fabulosos...
-En estos tiempos hay muchos actores que se quejan de falta de trabajo. ¿Cómo le va a usted?
-Pues como a todos los actores. Pero la gente no se queja de que no haya trabajo, que no lo hay: se queja de que existe una confrontación directa del Gobierno con el mundo del cine. Hay una guerra abierta en las bajadas de IVA que no afectan al cine, que no ha bajado. Cuando hay un presidente de Gobierno que dice sin rubor que él no ve cine español, qué quieres que te diga, no me merece ninguno de los respetos.
-De música no pregunto: acaba de tener dos conciertos aquí y veo que no para.
-Ahora estamos afrontando el final de la gira. Sacamos disco este año, 'Bourbon Church', blues y rhythm & blues con una pátina de gospel y un maravilloso coro de voces angelicales. Estamos terminando la gira. Quedan unos cuantos conciertos para terminar agosto, en Asturias y en Galicia. El 28 terminamos y viene un mes de vacaciones, que son necesarias para volver con las mismas ganas que lo dejamos y continuar en la carretera.
-Siempre dice que se reparte entre Santander, Madrid y Nueva York. ¿Cómo es eso?
-Vivo en Madrid, he pasado toda mi vida allí, donde he ido al colegio... Y puedo decirte que de un par de años para acá me gusta, es una ciudad que ha recuperado una dignidad que tenía escondida. ¿Santander? Me emociona incluso el hablarlo; me gusta pasear sus calles, tengo mi familia aquí, muchos amigos, la banda... Es la ciudad de mi corazón, y la otra es Nueva York: mi abuela vivió allí muchos años y la conozco desde muy niño, y allí empezó mi relación con la música. Mis aurículas son santanderinas y mis ventrículos, neoyorquinos.
-¿Para qué usa Santander?
-No uso: disfruto Santander; disfruto desde que me levanto hasta que me acuesto. Para mí es todo belleza, hasta el rincón más feo; me carga las pilas. Con Nueva York me pasa igual, y la disfruto de la misma manera, aunque son dos ciudades completamente distintas: yo paseo de la misma manera por la ribera del Hudson que por la orilla de El Sardinero, con la misma pasión y naturalidad.
-¿Qué plan tiene cuando anda por aquí?
-Casi todos los planes los hago con la banda. Ahora está muy de moda Peña Herbosa, y la verdad es que me gusta. Hay un lugar magnífico, La Mar. ¡Qué fino y qué ostras! Hay clásicos como Cañadío para las copas, la calle del Carmen... Trato de disfrutar la ciudad al cien por cien. Santander es una ciudad muy amable y muy acogedora; para mí, porque soy de aquí, pero también para el que viene de fuera.
-¿Cómo es que sigue siendo racinguista?
-Soy racinguista porque es algo que no se puede cambiar: es un sentimiento, va más allá de la situación deportiva o institucional. A mí me emociona. Yo soy muy futbolero desde crío. La verdad es que es algo inexplicable, porque realmente tendríamos que ser de cualquier otro equipo, de un equipo ganador, para que nos diera satisfacciones y no disgustos... pero son cosas que no se pueden evitar.
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