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El frente atlántico que entró ayer por el oeste peninsular mostró su peor cara el primer día de la Semana Santa, tal y como ya auguraban los modelos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) para el arranque de las vacaciones desde hace días. El consuelo es que, según pronostica, el mal tiempo dejará paso a la estabilidad tanto hoy como mañana, y se reservará una última carta –no tan fuerte como la de ayer– para el jueves y el viernes. Lo fundamental: a pesar de la inestabilidad a lo largo de los días anteriores, el fin de semana no presenta síntomas de grandes precipitaciones y permitirá disfrutar al aire libre a los visitantes que se acerquen a Cantabria para la segunda cita turística del calendario.
Así lo predijo el delegado de la Aemet en Cantabria, José Voces, preguntado por esta cuestión y por el alcance de esta borrasca:«El mal tiempo se resuelve mañana, y el miércoles volverá otra vez el viento sur y el consiguiente aumento de las temperaturas». La mañana de ayer en Santander, sin lluvia, con temperaturas de récord (26,8º en Torrelavega, máxima de la región)desde primera hora y el aire cálido, dieron una idea de lo que pueden ser las próximas 48 horas en diferentes puntos de la región.
La mala noticia es que, a priori, será sólo un espejismo. Los modelos del instituto meteorológico apuntan a que las precipitaciones y la caída del mercurio en los termómetros volverán a ser una realidad al día siguiente. «El jueves y viernes serán jornadas de inestabilidad con el paso de un frente que traerá cielos cubiertos y temperaturas más bajas», reseñó Voces.
Tranquiliza escuchar que, al menos, serán dos días grises con algo de precipitaciones «pero nada serio», como anticipó el experto. Y sobre todo, que los días que quedarán del periodo festivo a partir de ahí, el sábado y el domingo, «tienen buen aspecto» cuando miran el mapa de la península, «aunque todavía estamos lejos para acertar de pleno».
Después de una mañana apacible marcada por el viento sur y temperaturas muy agradables, el cielo no pudo contenerse más y estalló finalmente en forma de tormentas desde primera hora de la tarde. No fue un hecho aislado. El agua, el granizo y las fuertes rachas de viento afectaron a toda la Comunidad, y extendió el aviso amarillo por todo el litoral, Liébana, el centro y el sur de la región. Los servicios de emergencia trasladaron la precaución necesaria en diferentes tramos de la A-8 y la A-67, y aunque no se produjeron incidentes los chaparrones obligaron a tomar todas las precauciones al volante. La razón: los más de 15 litros de agua por metro cuadrado que cayeron en Castro Urdiales y Villacarriedo; otros 14,9 en Santander;14,4 en Soba y alto Miera;11 en San Vicente de la Barquera... Salvo en Valderredible, donde las gotas fueron testimoniales, ningún cántabro estuvo a salvo de la lluvia. Los rayos también hicieron acto de presencia. La agencia llegó a contar nada menos que 3.300 relámpagos en toda la zona próxima a Cantabria, desde la frontera con Asturias, País Vasco, La Rioja y Castilla y León.
Hubo más. Si las trombas de agua ya preocupaban, el viento también se hizo notar. Tanto que obligó a cerrar de manera temporal el teleférico de Fuente Dé. Así lo informaba Cantur a primera hora de la tarde. En San Vicente de la Barquera también dieron buena cuenta de la fuerza del viento, con 72 kilómetros por hora. En Reinosa se midió una de 84 kilómetros por hora y, en Tresviso, otra de 77, a las tres de la tarde.
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