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Muchas más pastillas para dormir en la cuarentena

Muchas más pastillas para dormir en la cuarentena

Las farmacias constatan un aumento reseñable de la demanda de productos contra la ansiedad y el estrés

Violeta Santiago

Santander

Martes, 14 de abril 2020, 07:27

«La gente está nerviosa, preocupada, no pega ojo. Estamos viendo mucho aumento de demanda de productos contra la ansiedad, para relajarse y para dormir. Lo mismo de los que se prescriben con receta que de productos naturales». Lo cuenta la empleada de una farmacia de la región que señala que, a la oleada de personas que llenaron las farmacias en los primeros días del estado de alarma pidiendo mascarillas y geles hidroalcohólicos (de los que no hay existencias), ha seguido un goteo incesante de clientes: la de personas que están necesitando ayuda farmacológica «simplemente para vivir».

Ni en una botica de El Astillero, ni en otro de Santander ni la presidenta de los farmacéuticos, Rita de la Plaza, calculan el aumento de consumo de estos medicamentos, pero ven todos los días que existe. La presidenta del colegio profesional matiza que a ella no le consta que los médicos de cabecera estén recetando más ansiolíticos o antidepresivos -posibles ayudas para estados de angustia o decaimiento-. «Estos fármacos no se dan sin receta, pero sí veo mayor demanda de tranquilizantes naturales de parafarmacia», de los que no necesitan aval médico. De estos sí se nota bastante».

En otros dos despachos corroboran esta idea general. En uno: «Nos reclaman hasta valeriana, que últimamente tenía poca salida, y mucho producto de fitoterapia para relajarse. También vemos más prescripción de Diazepam y Lexatin (marcas clásicas contra el estrés) y qué decir de quienes tenían patologías psiquiátricas previas: aquí el consumo ha aumentado un montón». Prácticamente el mismo relato cuentan en el segundo: «Hay desánimo. El que no sabe si va a tener trabajo el mes que viene y tiene hijos y facturas que pagar... Si ya de normal, se tira de psicotrópicos, ahora mucho más. Pero mucho más».

¿Y el tabaco, también sube?

Con el tabaco no hay cifras. Lo que aún no es posible saber, se sabrá aproximadamente dentro de un mes, es si la gente está fumando más con el confinamiento o, por el contrario, el encierro en casa ha bajado los humos de los fumadores. Dice la presidenta de los estanqueros de Cantabria, Esperanza García de los Salmones, que alguno ha llegado por algún establecimiento que hacía tiempo que no pisaba y ha confesado que esta situación, le ha hecho volver al tabaco, algo que le parece «lógico, porque es habitual que el que está nervioso» se dedique a darle caladas a un cigarrillo para calma. Ahora, si la gente está fumando más o menos por esta recluida, los profesionales de la venta no tienen ni idea.

D.P

Pero hacen cábalas. Un estanquero del centro de Santander está convencido de que ahora se está ahumando menos porque es «muy habitual que los fumadores consuman más cuando alternan, en los bares, de noche y ahora eso no puede ser. En casa no te fumas uno detrás de otro y, tomando unas copas, sí», adoctrina.

Saben, porque lo notaron en sus cajas registradoras, que los primeros días hubo un abastecimiento «de locura» (por si acaso se cerraban los estancos) y que ahora -como resultado de aquel movimiento de hace más de dos semanas- las ventas han caído «sensiblemente». También constatan que se ha producido un trasvase de la demanda. Los estancos del centro de la capital, los que viven de la vida comercial, financiera y política, han visto desplomarse los ingresos (alguno lo cifra en un 70%) mientras los vendedores de zonas residenciales como Liencres, Bezana, Muriedas, Rubayo o Soto de la Marina están notando mucha más alegría en sus cuentas.

«El mapa de las ventas ha cambiado: ahora la gente compra al lado de casa, cuando antes lo hacía junto la oficina. Seguramente el consumo es parecido y no se ha disparado, es simplemente, que ha cambiado la forma de comprar y el dónde», analiza García de los Salmones. Todos los consultados temen, eso sí, el día después: cuando se recupere la normalidad, «si la situación económica de la mayoría no es boyante, que no lo será, muchos reducirán drásticamente el gasto en tabaco. Cuando no hay trabajo, la gente intenta quitarse la cajetilla», dice un veterano del sector que lo ha visto ya en varios ciclos económicos.

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