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Hace algunas semanas que se formalizaron los estatutos de la asociación Red de Patrimonio Industrial de Cantabria, una entidad que nace con vocación de ... fomentar la investigación, catalogar e inventariar o proteger, si fuera posible, centenares de vestigios de un pasado en el que los ingenios hidráulicos o mecanizados, por poner sólo dos ejemplos, ayudaron al hombre a progresar en otros tiempos.
«El patrimonio industrial de la región también es cultura y no se puede perder», afirman con rotundidad Víctor Moreno y José Manuel Bacho, de la Asociación para la Defensa del Patrimonio de Villaescusa. Junto a ellos están también Manuel López-Calderón y Fidel Sánchez, de la Asociación Cántabra de Amigos del Ferrocarril. Todos ellos, junto a otros nombres propios como los de Ángel Luis González (uno de los últimos ingenieros de las minas de Cabárceno), Gerardo Cueto (del Departamento de Geografía de la UC), la doctora en Historia Sara del Hoyo, o Enrique Gutiérrez, del Colegio de Ingenieros Industriales, forman parte de un equipo multidisciplinar y muy formado que comparte su pasión por preservar este legado. «Si todo esto se pierde, las próximas generaciones no podrán saber de dónde venimos», afirma Bacho.
Conservación
En su viaje recién iniciado no van solos. En la maleta llevan «el apoyo» de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Cantabria, que les ha animado incluso a formalizar la red. Tanto es así que la idea de impulsar un colectivo de este tipo comenzó a fraguarse a raíz de tratar de obtener algún grado de protección en 2019 para varios de estos yacimientos industriales en la constitución de la Comisión de Patrimonio Industrial de Cantabria, que no se había formalizado hasta esa fecha a pesar de estar recogida en la Ley de Patrimonio Cultural de Cantabria aprobada décadas antes. De hecho, en Cantabria, había yacimientos como Dícido que tenían protección estatal. Otro ejemplo es el del dique de Gamazo, que fue declarado monumento a principios de este siglo. Pero volviendo a esa primera comisión, entre aquellos expedientes que se pusieron sobre la mesa para tramitar con figuras como la declaración de Bienes de Interés Cultural o Local (BIC o BIL) se encontraba el lavadero de la mina de Orconera en Obregón, La Lechera de Torrelavega, la colección de maquinaria y locomotoras del Museo del Ferrocarril o la central eléctrica del Pavón en Villapresente. «La Lechera ya está resuelto y publicado», destacan. Y la colección del ferrocarril y el lavadero están o aprobados o a punto de salir. Hay otros proyectos en cartera para llevar a cabo. Entre ellos, «el acueducto» a Santander, «una obra que supuso la traída de agua a la capital mediante una gran infraestructura que atraviesa varios municipios en 1894», resaltan. También se ha fijado la red el objetivo de impulsar la protección del depósito de locomotoras de Cajo.
Divulgación
Son travesaños a apuntalar en una vía que lleva a poner en valor una gigantesca colección de yacimientos mineros o industriales a lo largo y ancho de la región. Porque «Cantabria es un páramo» en esta materia, dice Víctor Moreno, dado que apenas hay museos o centros de interpretación de los mismos. «En Asturias, muchos pozos mineros se han transformado en centros visitables», compara Sánchez, y es que las comunidades vecinas como el País Vasco «van por delante» de la cántabra en este aspecto. «Hay itinerarios en patrimonio industrial por decenas en esas comunidades», reflexionan.
Dentro de esas rutas, la asociación ya se ha marcado metas para no seguir estando «a la cola» de lo que ya se hace en España o Europa. Por ello, una de las primeras acciones será «engancharnos» a la ruta europea del patrimonio industrial. Un itinerario cultural con más de 1.800 emplazamientos en todos los países europeos. A la par, el colectivo está ya explorando otras vías interregionales para dar a conocer el patrimonio cántabro.
Otro de los pasos a dar en este sentido y que «ya está en marcha», confirma Moreno, es la creación de una página web en la que se volcará toda la información sobre los yacimientos para que sirva «como centro de difusión y lugar de encuentro» de este patrimonio material. «Tenemos muchísima información, habrá acceso a fichas técnicas y fotografías», explican. Esa información, que se divulgará para el gran público en este espacio en construcción, ofrecerá la posibilidad de acceder a una serie de fichas en las que también se recogerá el estado de los yacimientos, dónde están y, si son visitables, la información de los horarios y todo tipo de documentación práctica para conocerlos y recorrerlos.
«Queremos que la gente sepa que el patrimonio industrial también es cultura, como lo pueda ser el Centro Botín», resumen. Y es que de norte a sur o de este a oeste, «allá por donde pasas», hay vestigios de ese pasado que «supuso progreso, desarrollo y conocimiento y que transformó la sociedad acercándola a la modernidad de la que hoy disfrutamos dejando una profunda huella en la historia de la humanidad».
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Ana del Castillo
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