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«Es inadmisible que los pediatras no podamos citar a nuestros niños y adolescentes cuando lo consideramos necesario. El bloqueo de las agendas no tiene justificación alguna. Los pediatras necesitamos citar a nuestros pacientes». La Sociedad de Pediatría de Atención Primaria de Cantabria, a través de su presidente, Alberto Bercedo, se suma al rechazo rotundo expresado la semana pasada desde el Foro de Atención Primaria hacia el nuevo sistema de citación que el Servicio Cántabro de Salud (SCS) está implantando de forma progresiva en los centros de salud -«para rebajar las demoras y mejorar la accesibilidad» a los centros de salud, en palabras del gerente del SCS, Rafael Sotoca-. Pero los profesionales denuncian que esta medida limita la capacidad de gestionar sus propias consultas, algo que juzgan «intolerable».
El cambio que ha levantado ampollas en el colectivo médico implica que de los 35 pacientes máximo que pueden atender cada día -ese fue el tope que se pactó con el Sindicato Médico tras la huelga de noviembre para atajar la sobrecarga-, sólo tienen margen para citar los once huecos dedicados a la actividad no presencial, es decir, consultas administrativas, telefónicas o avisos a domicilio. Pero las 24 restantes se convierten en consultas presenciales a demanda de los usuarios, que las pueden reservar a través de la web del SCS, de la aplicación móvil -canales a los que se da prioridad- o en el mostrador del propio centro de salud, «donde sólo pueden ofertar las citas disponibles en el día».
El presidente del Foro de Atención Primaria, José Ramón Fernández Fonfría, ya avisó, nada más empezar a notar las consecuencias, que los grandes perjudicados van a ser los pacientes con patología crónica, los mayores, a quienes se les complica el acceso a su médico si no tienen maña con internet para citarse, al tiempo que «se favorece la hiperfrecuentación y las consultas banales» entre la población más joven. El criterio clínico -critican los profesionales de forma generalizada- pasa a un segundo plano. «Actualmente, no tenemos capacidad de decidir ni organizar ninguna de esas 24 consultas presenciales diarias», añade Bercedo.
Desde la Sociedad de Pediatría exponen que «este bloqueo llevado a cabo de forma autoritaria por el SCS conlleva un riesgo para la salud puesto que el pediatra es el que mejor conoce al niño, al adolescente, a su familia y a su entorno y puede seleccionar en la agenda cuándo es mejor realizar el seguimiento de la patología aguda, subaguda y crónica que el paciente necesita». En cambio, desde que ha empezado a funcionar este modelo de gestión de la demanda «se están dando muchos problemas» en el día a día. Y ponen varios ejemplos concretos: como no poder citar para seguimiento a un recién nacido con una neumonía o a un adolescente con autolesiones y ansiedad; o que la enfermera no pueda concertar consulta con el pediatra a un niño con una herida abierta y que tengan sus padres que hacer cola en el mostrador administrativo para conseguirla.
Los pediatras defienden que «es necesario dar marcha atrás a este despropósito y ciberataque porque va a generar el efecto contrario del que se pretende, dejando al azar sin criterio médico las citas de seguimiento de patologías graves y minusvalorando la capacidad de organizar la agenda y el trabajo de los pediatras de Atención Primaria». En definitiva, sostiene el colectivo médico, «rectificar es de sabios y cuanto más tiempo se tarde en hacerlo solo se conseguirá hundir aún más la Pediatría de Atención Primaria que cada vez es menos atractiva y de la que huy en los futuros pediatras».
La agenda diaria de los médicos de los centros de salud abarca un máximo de 35 pacientes: 11 de esas citas están destinadas a la actividad administrativa, consulta telefónica y domiciliaria (son las que puede gestionar el facultativo o se le asignan desde admisión si la demanda encaja en esos huecos), pero las 24 consultas restantes, que son presenciales (incluidas cuatro reservadas para urgencias), ahora quedan a disposición total de los pacientes, bien a través de la web, la aplicación móvil o en el mostrador (por teléfono o acudiendo en persona). De forma que, si el médico quiere dar cita para seguimiento a un paciente en unos días, no puede hacerlo, sino que ese paciente tendrá que intentar cogerla por su cuenta. Si el médico necesita pasar a ese paciente con la enfermera o con el fisioterapeuta, tampoco podrá. El cauce será el mismo: internet o mostrador. «Se están dando situaciones surrealistas», denuncia el Sindicato Médico, «como que el propio personal del centro entre en la web, como si fuera usuario, para citar a un anciano, con dificultades para andar, y evitarle otro viaje».
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