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«Habrá cambio». Lo expresaron el domingo por la noche los cántabros que apoyaron de forma mayoritaria al PP y esa palabra, 'cambio', fue también ayer la más utilizada por la próxima presidenta autonómica en el baño de masas en el que se convirtió la ... reunión de la Junta Directiva Regional de su partido. No lo dijo literalmente, pero María José Sáenz de Buruaga dejó entrever que el primer cambio de la etapa que protagonizará la líder popular al frente del Ejecutivo respecto a los ocho últimos con Miguel Ángel Revilla en el poder es que la máxima autoridad de la región cumplirá su palabra. «Pedimos a los cántabros la confianza para gobernar en solitario. Nos la han dado, así que gobernaremos en solitario», decía exultante ante 200 altos cargos en un salón del Hotel Santemar. Todo mientras en la otra punta de Santander los regionalistas debatían qué hacer ante el nuevo tablero político. Si no apoyar de ninguna de las maneras al PP y obligarles a pactar con Vox como defendió Revilla el domingo, si abstenerse como se autoenmendó el secretario general del PRC dos días después o si, como piden algunos alcaldes importantes, forzar una negociación con Buruaga para reclamarle la entrada en su Gobierno.
Los regionalistas decidieron el punto intermedio, pero habría dado igual porque en el Santemar lo tenían claro. «Hay voces en el PRC que piden un pacto con el PP. Tenemos que decirles que la gobernabilidad no puede depender de los intereses partidarios de algunos ni de la necesidad de sobrevivir de ningún partido. Esto no va de la supervivencia del Partido Regionalista. Ya no. Esto va de Cantabria», insistió Sáenz de Buruaga, que también confirmó que este viernes comenzará la ronda de llamadas para asegurarse esa abstención. El primer número que marcará será el de Revilla, pero después continuará la ronda por los otros dos partidos que han obtenido representación en el Parlamento (PSOE y Vox), aunque el primer contacto es el verdaderamente importante. Con la abstención del PRC ya estaría todo hecho. Por lo menos para llegar a la Presidencia. Luego otra cosa será lograr los votos para aprobar leyes y presupuestos. Para gobernar.
Desde su posición de fuerza y pese a que necesitará esa abstención del PRC –quizás es que ya la dé por hecha sin levantar el teléfono–, no se ahorró ningún reproche contra Revilla, al que considera el gran perdedor del 28M. Usó esa expresión literal.«El gran perdedor, sin duda, con 17 puntos menos y 57.000 votos menos en las autonómicas», insistió de nuevo –por enésima vez– para despejar cualquier duda entre su parroquia sobre un posible acuerdo de legislatura. Acuerdo al que la mayoría de sus 115.168 votantes se opone frontalmente. Es mas, lo que piden los afiliados a la dirección de su partido es que les entregue en una bandeja la cabeza del todavía presidente en funciones. Buruaga calificó a los que desde el regionalismo hablan de un posible pacto PP-PRC al estilo de los de la etapa de Martínez Sieso como «gente empeñada en embarullar todo». Nada de eso porque las urnas han dicho «no al revillismo, al sanchismo y al comunismo. Un 'no' como una casa de grande».
Todo su discurso, más allá del capítulo de agradecimientos a los militantes por el trabajo hecho, fue en esa línea:«Los cántabros lo han dicho alto y claro. La solución no es ni Revilla ni el PRC. Esto va de cumplir la voluntad mayoritaria de los cántabros, que han votado para que regionalistas y socialistas salgan del Gobierno de esta comunidad». La futura jefa del Gobierno dice ser consciente de que no tiene mayoría absoluta (cuenta con 15 de los 18 diputados en los que se sitúa el listón) y por eso está dispuesta a crear espacios de diálogo con un PRC con el que ayer no tuvo ninguna misericordia, para regocijo de los suyos.
Ese Gobierno es «perfectamente posible si Revilla respeta la palabra dada». La última palabra dada. La del martes, no la del miércoles. Esa segunda parte no la verbalizó, pero por ahí iba su intención. Solo habló de Vox para recordar que el regionalista se tiró toda la campaña electoral insistiendo en que su principal objetivo era que esa formación no entrara en el Gobierno. Este jueves, a esos regionalistas les invitó a dar un paso para evitarlo con la abstención. Y, sin nombrar a los cuatro diputados encabezados por Leticia Díaz, les dejó –aparentemente– fuera de futuras alianzas al explicar cuáles serán las líneas maestras de su Ejecutivo:«la centralidad y la moderación» para hacer posible un «cambio tranquilo y sensato».
«Pedimos a los cántabros que votaran con libertad y sin complejos y vamos a gobernar con libertad y sin complejos». O lo que es lo mismo, solos, «sin ataduras, sin etiquetas, con un gobierno gestor y alejado del sectarismo». En clave municipal, Buruaga felicitó con especial intensidad a sus 407 concejales (63 más que en 2019) y a los 36 alcaldes que ya lo son de facto gracias a la mayoría absoluta que han cosechado.
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