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Enfundados en sus buzos de trabajo, una treintena de apicultores cántabros se manifestó ayer en la plaza Alfonso XIII junto a Correos (en Santander) para exigir la transparencia en el etiquetado de la miel que, en la mayoría de las ocasiones, no contempla ... la procedencia del producto ni su calidad. «El sector apícola español está atravesando una grave crisis derivada de una normativa de etiquetado hecha casi a la medida del fraude», se lamentaba el representante de Ugam-Coag, Manuel Barquín. Con la protesta, pretenden dirigirse a las administraciones y exigir que realicen los cambios necesarios en la información plasmada sobre los tarros de los supermercados y las tiendas de alimentación.
Sus reivindicaciones son claras. Demandan que se especifique con claridad el lugar de origen y si es una mezcla que procede de diferentes países -con sus correspondientes porcentajes-. Además, creen conveniente que se introduzcan controles más asiduos y exigentes con la calidad. «Los productos europeos se someten a unos estándares mucho más exhaustivos que los llegados desde Asia», asegura Barquín. Y es que en muchos casos, «ni siquiera hablamos de miel, sino de sucedáneos, soluciones azucaradas como glucosas de maíz o de arroz químicamente difíciles de detectar».
En la comunidad hay una treintena de apicultores «que genera su renta agraria en torno a esta producción». Además, cerca de 400 personas se dedican a ello como aficionados. En Cantabria, la producción de miel es cada vez más baja por «culpa de la meteorología» y sus profesionales se dedican más a la venta de abejas que a la del propio néctar. «Para que países como Portugal o Francia la compren, necesitamos que se regule el mercado y que lo consideren atractivo».
La miel más comercializada es la denominada 'Mil flores'. Su origen mayoritario se encuentra en China y es «la más rentable para la industria envasadora», a precios muy por debajo del coste de producción del apicultor español y europeo. «Esto distorsiona gravemente el mercado», se lamenta el responsable. En el último ejercicio, los precios bajaron un 40%. «Y en el mejor de los casos, los profesionales han conseguido vender». Asegura que, aunque no es la situación de Cantabria, la mayor parte de la cosecha española se encuentra todavía en los almacenes.
La producción nacional en el último año asciende a las 31.000 toneladas, una cifra que coincide con el total introducido desde China. «Y la industria apostó, en la mayoría de los casos, por el sucedáneo asiático, desconocido para el cliente y que desplaza al producto nacional, destinado finalmente a la exportación -principalmente a Francia y Alemania-». Se une a esta problemática el fenómeno de la «triangulación», una acción que consiste en que un país compre el producto a un tercero y lo exporte como propio. «En la etiqueta puede figurar que la miel procede de España pero, a su vez, esa empresa puede haberlo adquirido en Asia. Debe vigilarse».
El delegado de Gobierno, Pablo Zuloaga, se acercó a la protesta de los apicultores para escuchar sus peticiones. «Hay que recoger su preocupación y poner medidas para afrontar los retos de todos los sectores», expuso. A su juicio, los consumidores tienen que asumir su responsabilidad sobre los productos a los que acceden en los mercados. Asimismo, el Gobierno «debe poner en marcha medidas para que los clientes sepan de dónde proceden los alimentos que compran, haciendo hincapié en los etiquetados».
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