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Cuando se es mayor está uno en estupendas condiciones para aprender nuevas cosas cada día y a la vez aportar su experiencia». Abogado, periodista y escritor, Pedro Crespo de Lara (Cabezón de la Sal, 1935), ha alternado su labor de jurista con el ejercicio del ... periodismo desde los años sesenta, la docencia y la escritura.
Es un activista de la cultura, el patrimonio y la libertad. Ingresó recientemente en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y mañana, lunes, en el Paraninfo de la Universidad de Cantabria, recibe el título Magister Senior Honoris Causa de Unate, la Universidad Permanente, que celebra la apertura del curso académico en el 40 aniversario de la institución.
Fundador de AEDE, dos veces decano del Colegio de Abogados de Madrid, es autor de numerosos estudios como ‘La empresa periodística en vivo’, cinco libros de poesía y dos tomos de memorias. Mira a su alrededor y se muestra convencido de que «el eterno problema español, causa de tantos males en nuestra historia, es la educación».
–Para empezar en modo militante, exprese una sucinta defensa del periodismo para tiempos convulsos.
–Para hoy. Que la posverdad, esa palabra que significa que los hechos reales influyen menos en la configuración de la opinión pública que las emociones, las creencias personales y los rumores maliciosamente difundidos, lo que siempre hemos llamado mentira, a secas, se ha apoderado del ambiente que respiramos y circula libremente por las redes sociales, entre la seducción narcisista y la desvergüenza; cuando el presidente de la nación más poderosa insulta a los periodistas y declara a la prensa que no le aplaude enemiga del pueblo, el periodismo es más necesario que nunca; ¿quién va a contarnos lo que pasa, a garantizar que es verdad lo que se cuenta, quién va a proteger a los indefensos ciudadanos, a denunciar los abusos de poder, cantarles a los poderosos sus vicios y culpas, quién va a denunciar tanto desmán si no es una prensa profesional, altamente calificada, económicamente sana y que sea capaz de hacer felices a las redacciones? Recientemente he sostenido públicamente que la felicidad de las redacciones es la piedra de toque de la libertad de prensa.
–Bajo esa reconocida trayectoria de jurista/periodista, comunicador… ¿late el escritor o el poeta nunca mostrado del todo al mundo?
–Sí. Yo entré en el mundo del Derecho por el atractivo de los grandes personajes de la abogacía, desde Cicerón a nuestros días, que han sido todos humanistas, además de técnicos del ordenamiento jurídico; y en el periodismo, atraído por los escritores de periódicos. Yo me tengo por un jornalero de la palabra.
– A estas alturas, ¿qué Pedro Crespo de Lara ve cuando se levanta y se mira en un titular elogioso?
–Después del gusto de que se hable bien de uno, la distancia entre lo deseado y lo conseguido.
–Para alguien curtido y abonado a tantos ámbitos y, en correspondencia, distinguido con profusión, ¿cómo valora el Magister Senior Honoris Causa?
–Es un título magnífico. En mi caso una hipérbole superlativa. Pero, ¡ a quién le amarga un dulce! Me ha producido una alegría profunda, potenciada por la emoción de ser la Universidad de mayores de mi patria cántabra la que me premia. Nada tan sabroso como una palmada de nuestros más próximos en nuestro hombro.
–La Constitución, tan zarandeada, ¿qué papel juega hoy en el ejercicio de la prensa?
– Zarandeada o no, la Constitución es la máxima garantía.
–Dijo en su discurso de ingreso en la Academia que «la educación es el pan espiritual de la sociedad y el conocimiento la base de la libertad». Mirando alrededor, da la sensación de que hay empeño en lo contrario.
–Es el eterno problema español, causa de tantos males en nuestra historia: la educación. Tenemos que ser conscientes de que no estamos bien educados para la convivencia. El español es intuitivo, valiente, emprendedor pero no ha tenido buenos educadores. Los jueces, por ejemplo, tienen todos una excelente formación jurídica con la que entran en la carrera judicial. El mismo nivel de base tiene un juez de primera instancia de Torrelavega que el presidente del Tribunal Supremo. Lo mismo ocurre en la carrera diplomática. Creo que los profesores de la enseñanza primaria deberían tener el mismo nivel de formación que los de segunda enseñanza y la universitaria. Precisamente, la edad que más atención requiere, la primaria, es atendida por los profesores de menor exigencia académica. En mi infancia se decía: tienes más hambre que un maestro de escuela. Al educador, al maestro hay que darle el prestigio social que merece: el más alto. Este es un asunto grave, sucesivamente mal tratado por todos los gobiernos de España.
–¿Qué ha perdido y ganado el periodismo del siglo XXI?
–Ha ganado el acceso fácil a la información que permiten las nuevas tecnologías pero no sin haber perdido, por razones de la inmediatez, el rigor en la comprobación de la noticia y la pulcritud del texto. Se ha perdido también galanura literaria.
– ¿La reflexión, la disección, es la piedra filosofal de la prensa?
–Así lo entiendo. Una prueba profesional es que en las informaciones de los periódicos hablados sobre los contenidos de la prensa del día siguiente se basa siempre en la prensa escrita.
–Uno lleva más de quince años escuchando que a la prensa en papel le queda el boca a boca y el estertor final. ¿Qué opina?
–Sigo creyendo en Gutenberg, que sacó la cultura de los monasterios y la difundió por el mundo mediante el papel. Con la aparición de la radio se anunció el fin de los periódicos, con la de la televisión, la de la radio, con la de internet, se habla de la muerte del papel. Y ahí siguen todos. Es cierto que la prensa escrita, amenazada por internet, que le quitó lectores y publicidad, busca afanosamente nuevas formulas que la permitan mantenerse en el mercado. La encontrarán. El ‘New York Times’ está apostando a su favor. La fe de los editores es importante. La han tenido los editores de libros y siguen editándose libros en papel frente al libro electrónico, que no ha cuajado.
– El profesor, activista y escritor, ¿qué le dice al joven alumno de periodismo?
–Que ha elegido una profesión hermosa, desde la cual puede entender mejor al hombre y ayudarle en su lucha por la vida.
–La curiosidad y la verdad siguen siendo los mejores modos de agitar el oficio del periodismo.
–Sí. No hay buen periodista si no se interesa por lo que sucede y siente la necesidad de contarlo con verdad.
–¿Sobran gurús?
–En el hinduismo, los gurús o maestros espirituales cumplen una función necesaria. En el campo de las nuevas tecnologías surgen gurús, que están bien para que nos expliquen su alcance. No obstante en lo esencial no hay nada nuevo. Si resucitaran Platón, Aristóteles, Santo Tomás y los grandes maestros de la antigüedad nos asombrarían con su sabiduría y nos harían ver que sobran la mayor parte de las cosas que nos ofrece la sociedad actual por las que luchamos y nos sentimos infelices si no las conseguimos.
–Hace casi veinte años dijo que «el periodismo sigue dedicando excesiva atención a lo político». ¿Mantiene esa visión?
–La mantengo. El mundo está harto de mala política, que es la que se ocupa preferentemente de los juegos del poder. La gente quiere que se la eduque, se la entretenga y se la haga feliz.
–¿La Asociación de Editores de Diarios Españoles es su mejor obra?
–Sin duda, en la medida que pueda considerarse obra mía y que en todo caso me excede. AEDE nació madura como fruto de providencia. Fue uno de los motores principales de la Transición. No me cabe duda de que la puesta en marcha de la libertad habría sido otra sin ella.
–¿Cree que en Cantabria se aprecia y se aprovecha el talento de sus gentes?
–Ni en Cantabria ni en el resto de España. Estamos absorbidos por el protagonismo de los políticos, que no brillan, en general, ni por su inteligencia ni por sus hechos, y por los bancos y nos hemos olvidado del talento contrastado que reside en las profesiones liberales, en los empresarios serios, no los del pelotazo, y en las gentes honradas que se sacrifican y creen en otras cosas que el dinero.
–De Cataluña (Barcelona) se dice que ha perdido el seny. ¿Qué esencias se van diluyendo en la sociedad cántabra?
– Al ver los episodios, entre el delirio y el esperpento bordeando el precipicio, perpetrados en el Parlamento y en la presidencia de la Generalitat en las últimos meses, uno se pregunta si se ha desvanecido realmente el seny catalán. Afortunadamente, nada tiene que ver aquello con la sociedad cántabra.
–Eso de que España se rompe, ¿a qué le suena?
– A golpismo. España no se rompe. Es una nación plural, unida hace cinco siglos por fuertes vínculos y lo que pide es ser gobernada con firmeza y templanza y sabia atención a las peculiaridades y los llamados derechos históricos de sus partes.
–Es uno de los artífices del premio Plaza Porticada. ¿Cuál cree que es el mayor patrimonio de Cantabria?
–Su paisaje, soberanamente bello.
–¿Qué dice ‘un abogado de la libertad de expresión’ a quienes sancionan lo que no quieren escuchar?
–Que mediten sobre la dignidad humana, de la cual la libertad de expresión es atributo natural, si no quieren dañar la convivencia y exponerse a hacer el ridículo ante sus coetáneos y ante los siglos si sus hechos pasan a la historia.
–Supongo que alguien que escuchó tantas mentiras en la dictadura, se reirá de la posverdad.
–La mentira y la posverdad son faltas de honestidad, atentados a la dignidad humana.
–Ingresó en la Academia con una ‘Rapsodia de la libertad de prensa’ ¿Para combatir a quienes buscan poner trabas a un periodismo libre hará falta una polka?
–Jajaja. Yo lo he intentado con mi rapsodia. Si no lo entienden habrá que insistir una y otra vez, con las mejores maneras hasta hacer evidente lo que para algunos, muchos en el mundo, todavía no lo es. La libertad de prensa hay que ganarla cada día frente a sus enemigos: la ignorancia, el fanatismo, los intereses espurios…
–¿Algunas empresas han empujado con sus criterios a deformar el ADN de la profesión?
–Es cierto que la grave crisis económica que azota a las empresas periodísticas ha dado lugar a conductas que, efectivamente, desprestigian la profesión; por ejemplo, los bajos sueldos, el pago de colaboraciones a la par o por debajo de los oficios más humildes; las que difuminan la línea diáfana, que está en el abc del oficio, entre la información y la publicidad para atraer a ésta…
–Quizás hay que sumar otros axiomas al de que «la mejor ley de prensa es la que no existe».
–Esta proposición quiere decir que las limitaciones que hay que ponerle a la libertad de prensa hay que llevarlas a las leyes generales y no a una ley especial, porque la experiencia enseña que cada vez que se ha hecho una ley especial la libertad ha salido mal parada. Pues bien, a esas leyes generales hay que encomendar la correcta protección del ciudadano frente a los excesos de la prensa: difamaciones, manipulaciones, mentiras…
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