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La filóloga, poeta y escritora cántabra Yolanda Soler Onís (Comillas, 1964) ha vivido la dura experiencia de la catástrofe que ha dejado a Beirut sumida ... en el desastre. Directora desde hace un año del Instituto Cervantes en la capital del Líbano, la autora de 'Memoria del agua', Premio José Hierro y Tristana, se suma confiada a la reconstrucción de la ciudad. Soler Onís, que ya dirigió las sedes del Cervantes de Mánchester, Varsovia y Marraquech, trabaja en un nuevo poemario, 'El Bosque Minado' y continúa con la serie de Sindo Roca, el protagonista de su premiada novela 'Malpaís'.
-¿Dónde se encontraba cuando se produjo la deflagración?
-Estaba en casa, de regreso del Instituto. Vivimos en realidad al otro lado de la bahía, a 14 kilómetros del centro.
-Es de suponer que los antecedentes de Beirut le hicieron pensar en un atentado o en un escenario de guerra...
-Así es, aunque en un primer momento pensé que se trataba de un terremoto por el temblor y el sobrecogedor silencio que antecedió a las dos grandes explosiones que escuchamos desde casa -curiosamente hubo una anterior que no notamos-; segundos después sonó el teléfono, me llamaban del Instituto Cervantes con el ruido de las alarmas de fondo, y no tuve ocasión de plantearme nada más sobre el origen de la explosión.
-El confinamiento y las medidas contra la pandemia, ¿han sido clave para que haya habido muchas menos víctimas?
-En nuestro caso sí, ya que desde el pasado 30 de julio se había iniciado un nuevo periodo de confinamiento y estábamos impartiendo las clases a través de Internet. La explosión se produjo minutos antes del inicio de las sesiones de la tarde.
-¿Cómo describe a Beirut ahora...? ¿Es una gran zona cero?
-La zona cero está en el Puerto, se aprecia claramente en las imágenes tomadas por satélite, y a partir de ahí hay una amplísima área afectada. Para llegar al Instituto, la mañana siguiente, recorrimos cerca de siete kilómetros por una carretera -Seaside Road -alfombrada de cristales.
-No hubo víctimas en su entorno pero sí graves daños en la sede del Cervantes...
-Afortunadamente no hemos tenido que lamentar pérdidas humanas. Estamos evaluando los daños. Se trata de un edificio de cristal con una distribución interior, también, en cristal y madera. Dos de las tres fachadas han sufrido daños en el 90% de su superficie, y lo mismo ha sucedido con el anexo que acoge la sala de exposiciones y el salón de actos. El escáner y el arco de seguridad de la entrada se han visto afectados y estamos a la espera de la relación de daños de los equipos informáticos y del mobiliario.
-¿Continuará como directora ahora?
-Sigo comprometida e ilusionada con este destino.
-¿Qué radiografía hace de la sociedad y del país ?
-Llevo poco tiempo -a finales de agosto hará un año- pero intenso. He vivido los últimos días de un luminoso verano, deslumbrada por el mar de Byblos que oteaban los Cruzados desde su fortaleza, las extraordinarias exposiciones del museo Sursock (muy afectado por la explosión) con sus elegantes fiestas de inauguración, una nueva visita -la primera fue en 2007- a las impresionantes ruinas de Baalbek, la crisis de los drones de septiembre, la del sistema bancario en octubre; una revolución en la que, por primera vez, los manifestantes llevaban como bandera la del Líbano y no la de sus respectivos partidos políticos/ confesionales; la caída del gobierno de Hariri, la llegada del covid-19 y los dos periodos de confinamiento...
-¿Cómo califica las vivencias en Beirut?
-Este destino supone una lección de vida, un punto de encuentro con la historia y los eternos conflictos de la diversidad, una experiencia muy enriquecedora, tanto para mí como para mi familia. El Líbano es el país de lo diverso, de las contradicciones. Un lugar en donde no he visto aún ni una sola señal de Stop, quizá porque nadie se para. Un pueblo con una resistencia, una entereza y una capacidad para superar las adversidades y reinventarse fuera de lo común, al margen de las creencias o el origen de cada cual. Gente vital y emprendedora. Una buena muestra es el equipo humano del Instituto Cervantes de Beirut y de nuestro Aulario de Kaslik.
-Las noticias se centran aquí en el rechazo a los políticos. ¿Qué opina?
-Una tragedia de estas dimensiones es imprevisible, incluso en una situación tan convulsa como la que vive el Líbano desde el pasado otoño. El actual gobierno lleva escasos ocho meses en el poder y asumió sus funciones en medio de la crisis económica más grave que se recuerda en el Líbano desde que terminara la Guerra ( 1975-1990).
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