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A los seis años empezó a ayudar a su padre, ganadero de Valdáliga, en las labores de la granja. Siempre le gustaron los animales y ... repetía con frecuencia: «Yo, de mayor, quiero tener vacas tudancas». Y lo consiguió. Teresa Callejo (Valdáliga, 1980) creó su propia ganadería, que lleva su nombre, en el mismo lugar que le vio nacer, la localidad de San Vicente del Monte. En la actualidad es propietaria de una cabaña con 110 cabezas de vacuno, 25 caballos y 40 cabras.
Durante toda su vida se ha dedicado a lo que le gusta, la ganadería, una profesión que «no suele acaparar focos», reconoce. Sin embargo, Teresa Callejo recoge este miércoles -en un acto que se celebra en Segovia- el premio 'Mujer 2019', que otorga la Federación de la Mujer Rural, Femur, a quienes considera «mujeres ejemplares para la sociedad actual».
En esta edición el premio ha sido otorgado a la cantante Rosana, la periodista Ana Pastor, las actrices de la serie 'Señoras del (h) Ampa' y a la ganadera cántabra, quien asegura sentir «un gran honor que hayan pensado en mí, una pequeña 'mujeruca' de campo que siempre ha hecho lo que le ha gustado. Con este premio represento a las demás ganaderas», apunta Callejo.
El premio da visibilidad a la labor de una mujer que se ha abierto paso dentro de un sector muy masculinizado. «Me he encontrado a muchas ganaderas que trabajan en la sombra y sus maridos son los que figuran», señala Callejo. «Las animo a que se pongan también ellas de titulares de sus explotaciones, en las que trabajan sin descanso. Sólo así podrán no depender de nadie y pagar autónomos para tener la jubilación digna que les corresponda. Algunas de estas mujeres no me hacen caso, pero otras sí».
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Su profesión no es fácil. Madre de tres hijos, poder conciliar en el campo no es factible. «Aquí no se para, no hay días libres ni vacaciones», dice esta mujer, que lleva 14 años sin ellas. «Hay que revisar los animales a diario», cuenta Teresa; «como mucho, me puedo ir un noche fuera porque mi padre me sustituye y mi madre fue como la guardería para mis hijos, un apoyo fundamental para conciliar».
Su padre, Francisco 'Quin', ha sido su «gran maestro», del que aprendió a pastorear una vaca, a ver cuando tenía el celo, a cosechar su comida para el invierno... y lo más importante: «Aprendí lo que es el apoyo incondicional de mi padre y de mi madre, Rosa María».
«En el campo hay mucho machismo, pero en mi casa nunca ha sido así. Tengo una gran familia que siempre entendió que los animales eran mi pasión», dice Teresa. Con dos hermanos varones, sólo ella decidió continuar en este sector, «que no pasa sus mejores momentos», asegura. «La fuerte inversión que se necesita para arrancar, los pocos márgenes que dejan para la gran dedicación que requiere, vivir en zonas cada vez más aisladas y despobladas hace que la ganadería no sea una opción para los jóvenes de hoy», apuntó. Sobre la viabilidad de su sector, Callejo señala que necesita «más gente apostando por plantaciones y explotaciones en zonas rurales, ya que contribuimos a conservar el patrimonio y las fincas. También ayudamos a frenar la despoblación».
La jornada de esta ganadera empieza a las siete de la mañana y, salvo una breve parada para comer, el resto del día se dedica a su granja en la finca San Cifrián. Se trata de una ganadería tradicional, en la que compra vacas, hace selección y cría. «Todas mis vacas han nacido en casa, algo que no es tan frecuente», asegura Callejo. Sin empleados, ella se encarga de todo: lleva la maquinaria, limpia, pastorea, da de comer, cosecha o asiste los partos, «algo que me encanta. Es sencillo, casi siempre mi función consiste en dar apoyo y acercar a la madre al recién nacido». Conoce muy bien a todos sus animales, a los que llama por su nombre y estos responden a su llamada.
Sobre las corrientes animalistas que denuncian el «maltrato animal en las estabulaciones», Callejo opina que esas personas «no han estado en una granja como la mía». Y continúa: «El campo no se conoce a través de un ordenador. Les recomiendo que pasen más tiempo entre animales, viendo el trabajo que hacemos los ganaderos. Les cuidamos como a personas. Cada día les doy los buenos días y las buenas noches a todos ellos».
El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y el consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Guillermo Blanco, felicitaron ayer a Teresa Callejo por este galardón que le otorga la Federación de la Mujer Rural.
Durante el encuentro en la sede del Gobierno regional, Revilla y Blanco consideraron que para Cantabria es «un orgullo que una mujer rural sea reconocida a nivel nacional» por una vida de dedicada «en cuerpo y alma» a una actividad como la ganadería, tan «fundamental» para el desarrollo de la región y de las zonas rurales. Y sirve para «visibilizar la labor de muchas mujeres», destacó Revilla.
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