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El pequeño comercio no acaba de encontrar la fórmula para salir a flote. Y el entorno que lo rodea no ayuda. Al auge en los últimos años de las grandes superficies, de las ventas por internet y de la liberalización de las rebajas se ... han sumado unos horarios cada vez más amplios en las grandes firmas que resultan difíciles de igualar. La gran mayoría de las cadenas no cierran al mediodía y, durante el verano, abren hasta los domingos en las zonas de gran afluencia turística. Para tratar de sobrevivir, además de intentar 'imitar' esas ventajas que implementan los más grandes, el pequeño comercio también se ha trasladado a zonas de las ciudades que no son históricamente tan comerciales. Y también se están potenciando otros tipos de negocio. Por ejemplo, en Santander tiene cada vez más tirón la calle Hernán Cortés, donde el comercio se entremezcla con la hostelería, y aumentan los negocios dedicados a la belleza en detrimento de otros como el textil o la alimentación.
Algunas de las calles con más tradición comercial de Santander son San Francisco e Isabel II, pero ambas acumulan cada vez más locales vacíos. La segunda, además, se reformó en 2020 con el objetivo de dinamizarla, pero el Ayuntamiento no ha logrado revertir la situación. Y el año pasado este céntrico vial volvió a ser motivo de polémica porque en los soportales vacíos empezaron a dormir personas sin hogar. Por este deterioro en aumento, el Consistorio anunció el pasado otoño su intención de desarrollar un plan integral de actuación e implementar nuevas medidas para recuperar su comercio, pero no ha habido más avances. En el caso de San Francisco, el presidente de los Comerciantes del Casco Viejo, Óscar Boo, lamenta que las pasadas navidades «ni siquiera se iluminó la calle, por lo que mucha gente directamente transitó por las paralelas». La más popular es Juan de Herrera, que hace años se hizo con el título de la calle más comercial de la capital cántabra. Pero han surgido más, como el caso de Hernán Cortés, donde hasta hace poco predominaban los bares y restaurantes. «Ahora mezcla comercio y hostelería, sobre todo desde el Papanao hasta el restaurante del Puerto, y hay muchas tiendas nuevas que además abren hasta las nueve de la noche porque tienen bastante clientela», apunta Boo.
En Santander Calles comerciales como San Francisco e Isabel II acumulan cada vez más locales vacíos
8.562 autónomos dedicados al sector comercial había registrados al cierre del pasado julio.
Cambia la oferta Aumentan los negocios dedicados a la belleza en detrimento de otros como el textil o la alimentación
2.033 comerciantes autónomos en Santander y 611 en Torrelavega. El 20% en ambos casos.
Desafíos del minorista Las grandes firmas, rebajas más largas, las ventas por internet y ahora la ampliación de horarios
No se nota tanto cambio de localización del comercio en las calles de Torrelavega. Como señala el director general de la Federación del Comercio de Cantabria (Coercan), Gonzalo Cayón, mientras la capital cántabra capea como puede la tormenta que se cierne sobre el pequeño comercio, la del Besaya está atravesando más apuros. Calles comerciales históricas como Consolación, Mártires y Serafín Escalante no tienen el lustre de décadas atrás y una de las que ha reflotado en los últimos años es la calle Ancha, que se peatonalizó a finales de 2019 y atrajo comercio.
Gonzalo Cayón
Secretario general de Coercan
Otro cambio significativo del sector está en el tipo de oferta. Mientras el textil y la alimentación han liderado históricamente los productos más vendidos por el comercio minorista, en los últimos años la tendencia se inclina más a la venta de servicios, sobre todo los relacionados con la belleza. Los salones de uñas y las peluquerías se multiplican y, en muchos casos, están vinculados con la inmigración, que regenta estos negocios importados de sus países de origen. También crecen los negocios de trasteros y consignas, muy relacionados con el auge del turismo, sobre todo en la época estival.
Y aunque los cambios de localización y de oferta se han reflejado en nuevas aperturas, no han sido las suficientes para compensar los cierres. Las cifras son aún negativas en el sector comercial de la región, al que la pandemia pegó un batacazo que empeoró drásticamente unos números que ya iban a la baja. Así lo reflejan los datos recogidos por la Unión de Trabajadores Autónomos de Cantabria (UTAC). En Cantabria, había 41.544 autónomos en julio de 2023. Al terminar el mismo mes de este 2024, había 41.508. Pero la situación empeora cuando se centra en el comercio. Si en julio de 2023 había 8.707 autónomos, al cierre de julio de este año había 8.562. Y el escenario es más sangrante echando la vista más atrás. Al cierre de 2019, había 9.235 autónomos del sector comercial en la región. En diciembre de 2022, 8.800. Se han perdido 673 autónomos dedicados al comercio en los últimos cinco años. En Santander, de 9.853 autónomos que hay, 2.033 se dedican al comercio; y en Torrelavega, de 2.964, 611 se dedican a este sector.
Óscar Boo
Comerciantes de Santander
El secretario general de UTAC, Eduardo Abad, pide a las administraciones que, para tratar de frenar la «sangría» de cierres de tiendas, «se recuperen las competencias. El Gobierno de España sacó en 2013 la competencia del comercio interior a las Comunidades Autónomas y desde ahí el sector ha ido a peor». Si el Ejecutivo regional volviera a ser el responsable del comercio minorista, apunta, podría tomar medidas contra prácticas agresivas que lo perjudican: «Como las ofertas sin IVA que cada vez se producen con más frecuencia en las grandes firmas».
Las grandes superficies, la liberalización de las rebajas y las ventas por internet son desde hace años el trío que amenaza la estabilidad del pequeño comercio. A esto se ha unido en los últimos años -en las zonas turísticas- la ampliación de horarios en las firmas nacionales e internaciones: abren al mediodía y ahora también los domingos. Y los pequeños negocios, en los que muchas veces trabaja únicamente una persona -el dueño-, no pueden hacerle frente. «Hay raras excepciones que abren al mediodía; por falta de personal que cubra ese margen de horas. Muchas veces son tres horas en las que pueden llegar a entrar dos o tres personas. No salen las cuentas, no compensa económicamente contratar a alguien para cubrirlas», explica Cayón. Y si es el propio autónomo quien abre al mediodía y los domingos, «no descansaría nunca. Además, estas personas son muchas veces quienes se ocupan de la gestión y el papeleo del negocio, necesitan horas al día para hacer esas tareas que no son de cara al público».
Miguel Rincón
Comerciantes de Torrelavega
Estos horarios sin fin que los autónomos tratan de asumir para poder competir con las grandes firmas tienen consecuencias en su vida. «Muchos acaban tirando la toalla porque requiere mucho esfuerzo a título personal», asegura Miguel Rincón, el presidente de la asociación de comerciantes de Torrelavega Apemecac. Explica que los pequeños comerciantes, a diferencia de los grandes, tienen una relación directa con los clientes, por lo que se adaptan a ellos si se lo piden aunque eso implique dedicar más horas a la jornada laboral. «Si una clienta necesita que la cojas a las 08.00 horas porque se va de viaje, le haces el favor y se lo haces encantado. Pero las plantillas son las que son y es francamente complicado», pone como ejemplo Rincón, propietario de la peluquería Difusión.
En Laredo, las grandes cadenas «están a 50 kilómetros de distancia», por lo que el presidente de la Asociación de Comerciantes y Empresarios de Laredo (Acelar), Rafael Aires, apunta que sus tendencias no les condicionan «tanto». «Aquí las tiendas de textil abren los domingos de alta ocupación». A pesar de ello, considera que el pequeño comercio «no puede competir» con las grandes firmas en cuanto a horarios y ofertas. «Si ellos abren más, lo único que podemos hacer los pequeños es dar una mejor atención. Vender atención». Otro de los factores negativos que señala Aires es «que el sector no termina de salir de la crisis». «Hay mucho turismo, viene más gente, pero gasta menos, ha bajado la capacidad económica de la gente. Mientras el bolsillo del consumidor no mejore, la situación del comercio tampoco lo hará».
Rafael Aires
Comerciantes de Laredo
¿Y qué soluciones ven para el sector? Ninguno es especialmente optimista. Cayón destaca una acción que en los últimos meses está resultando beneficioso para algunos comercios, que es la promoción a través de las redes sociales. «Muchos turistas van a comercios minoristas que han visto en las redes». Respecto a las administraciones, pide «herramientas más potentes» a la hora de realizar trámites como pedir subvenciones o licencias. Por su parte, Boo aboga por seguir el ejemplo de Bilbao, «donde el Ayuntamiento y la Diputación han puesto en marcha una campaña para potenciar el casco viejo que ha dado muy buen resultado». Rincón ya ve «absurdo» pedir que se regulen las rebajas, que cada vez empiezan antes, pero sí le gustaría que se diera más atención a controlar «la economía sumergida». «Hay que controlar las falsificaciones, tiene que haber inspecciones que controlen las licencias de venta de productos porque esto nos hace daño a todos, a comercios y consumidores». Por su parte, Aires cree que «no se puede pedir mucho a las administraciones», más allá de apoyo en actividades y jornadas. Por lo demás: «Es el propio comerciante quien tiene que adaptarse a la nueva situación».
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