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Paloma Revenga (Santander, 1982) quería poner en beneficio de los más desfavorecidos sus habilidades. Era consciente de que su trabajo como abogada y mediadora podría hacer mucho bien a personas que no podían permitirse sus honorarios. Por ello decidió hacerse voluntaria. Encontró en la Cocina ... Económica el lugar donde ofrecer su asesoramiento legal, además de ayudar en el servicio de cenas. Cree que es importante que los profesionales se involucren «con ONG y asociaciones sin ánimo de lucro».
-¿Cómo contactó con la Cocina Económica? ¿Por qué fue su elección?
-Desde hacía tiempo estaba buscando un voluntariado que pudiera compatibilizar con mi trabajo de abogada y mediadora. Lo que quería, además de ayudar en una entidad, era aportar mi experiencia y conocimiento en cuestiones legales. Contacté con la Cocina Económica a través de un amigo que lleva muchos años colaborando con ellos. Me convenció su forma de explicar qué proyectos desarrollan, que son muchos, y no todos vinculados a la actividad de comedor. Acudí a una entrevista y me convencí aún más de que podía hacer algo en ese lugar y me incorporé de inmediato
-¿Cuál es su labor aquí?
-Acudo semanalmente al servicio de la cena y colaboro con las cuestiones legales de distinta índole que se suscitan, bien consultas que plantean los usuarios, bien asuntos en los que la propia entidad precisa de la labor de un abogado. Asimismo, imparto talleres con mi hermana, que también es abogada y mediadora, sobre orientación laboral, mediación, habilidades sociales... Se trata de impartir formación integral para el desarrollo personal de los usuarios. El objetivo es dignificarlos e integrarlos en la sociedad.
-La gente suele tener una imagen de las personas que van a los comedores sociales que, en muchos casos, no se ajusta a la realidad. Hay incluso familias que hasta hace no tanto vivían sin estas penurias económicas.
-La crisis económica afectó a muchas personas. En ocasiones tenemos la imagen de que el usuario de la Cocina Económica responde a un perfil determinado y, sin embargo, hay muchas familias que se vieron envueltas en situaciones complejas que hicieron que precisaran de ayuda no sólo para gestionar la economía de su hogar, sino también para encontrar empleo, cubrir sus necesidades en el vestir, asistencia sanitaria, educación...
-¿De dónde reciben los alimentos?
-Son varias las entidades que colaboran con la Cocina, donando excedente o bien productos básicos. Es importante destacar que la entidad no sólo recibe alimentos sino también ropa, muebles para las viviendas que se destinan a proporcionar una alternativa habitacional a los usuarios que no tienen plaza en la sede principal, productos de higiene... Igualmente, se reciben donaciones económicas de personas físicas y entidades que contribuyen a la consecución de los objetivos principales de la Cocina.
-¿Tienen en este momento alguna necesidad especial?
-Cualquier tipo de ayuda siempre es bien recibida. Cada usuario tiene necesidades diferentes por lo que se puede colaborar de muchas maneras. Ya que la prioridad es desarrollar una labor social integral, cualquier iniciativa que permita que los usuarios adquieran independencia es vital. Por ejemplo, propiciando que puedan encontrar un empleo, que accedan a formación, etc.
-¿Hay algún caso que le haya impactado especialmente?
-Cada persona que acude a la cocina tiene una historia impactante a la espalda. Todos deben afrontar diariamente muchas dificultades para retomar o alcanzar una vida al uso. Muchos han recorrido un camino largo desde sus países de origen con la esperanza de iniciar un proyecto vital con trabajo, salud, seguridad, paz...
-¿Y alguno con final feliz?
-También hay historias con final feliz, por supuesto. Gente que consigue un puesto de trabajo, independencia económica, retoma el contacto con su familia o, incluso, crea la suya propia. Cada pequeño paso o triunfo que dan los usuarios se vive con mucha alegría, nos ilusiona, nos da fuerzas para continuar con mayor ahínco. Es muy reconfortante.
-¿Cómo ha visto evolucionar la pobreza en estos años?
-Los datos que se recogen en la memoria anual son apabullantes. Se presta ayuda a más de dos mil usuarios, de los cuales prácticamente la mitad son españoles y la otra mitad, extranjeros. Hay mayor número de hombres que mujeres que acuden a la Cocina y, especialmente, mayores de 45 años. En cada servicio se sirven una media de cien comidas, número que se incremente en invierno.
-¿Además de para ayudar en el comedor, se puede ser voluntario para otros servicios?
-La Cocina trata de abordar la problemática de cada persona desde el punto de vista sanitario, asistencial, laboral... Muchos profesionales contribuyen impartiendo talleres, cursos, actividades lúdicas, etc. También hay voluntarios que visitan a los usuarios que residen en las viviendas tuteladas para hacer un seguimiento, que acuden con ellos a realizar actividades al aire libre, que comparten actividades de ocio como el teatro y el canto, que les enseñan informática o hacen manualidades.
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