PCR, Periodismo Con Rigor
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El reto de El Diario cada día es ofrecerles información de primera, desmentir bulos y ayudarles a interpretar la cambiante realidadHoy he tenido mi primera salida auténtica d. c. La anterior fue muy breve y sólo hasta el periódico. He ido en busca de información. Ya hemos hablado de lo esencial que es la información en cualquier crisis, sea personal o social. Con un ... buen conocimiento de los hechos, podemos reducir los niveles de incertidumbre y de ansiedad, establecer un buen diagnóstico de la situación, tomar las decisiones correctas y corregir las medidas inadecuadas. Lo vemos reflejado en esta emergencia sanitaria. A medida que las autoridades disponen de nuevos datos sobre el comportamiento del SARS-CoV-2 y sobre los efectos del confinamiento modifican sobre la marcha las restricciones decretadas o las recomendaciones a la población. A veces cuesta aclararse. Intentaremos ayudar.
Los ciudadanos también adaptamos nuestras actitudes y aptitudes según progresamos en este máster colectivo sobre el patógeno y sobre los nuevos hábitos que impone. El cámara de El Diario Pablo Bermúdez, por ejemplo, nunca había grabado y montado entrevistas por videoconferencia. Y nadie lo diría por la calidad de su última edición, la de la conversación de José Luis Pérez con el cocinero Jesús Sánchez, el único con tres estrellas Michelin en Cantabria. La pueden ver aquí. Le hemos planteado a Pablo la posibilidad de hacer algo así en directo. «Estoy en ello, estudiando como para una oposición».
Hay que aclimatarse, y rápido. Hace unas semanas me estrené con la teleconsulta médica. ¡Como paciente! Que el encierro tampoco da para tanto. Tener problemas de salud ajenos al patógeno es un engorro en plena crisis del coronavirus. Lo habrán comprobado si les ha tocado. Dada la situación, sólo se atiende lo urgente. Y, si no lo es tanto, a esperar. Hoy he salido con mis flamantes muletas. El que no se ilusiona es porque no quiere. Estoy encantada con ellas, no de tener que usarlas, claro, sino de cómo son. Fue una suerte que las tuvieran en la farmacia de abajo y que me salieran tan económicas. Supongo que porque no encabezan la lista de los productos más demandados. Lo que ha pasado con los precios de las mascarillas, los geles hidroalcohólicos y los test es de vergüenza. Han seguido una escalada paralela a la terrible estadística de infectados y fallecidos por Covid-19, que no deja de darnos sobresaltos: de repente, un pico de doce muertos en solo 24 horas en Cantabria.
Con esa cruda realidad, todo lo demás es casi mejor tomárselo a broma. Vuelvo a las muletas. Tienen amortiguadores, discos reflectantes y apoyabrazos ergonómicos. La carrocería es azul. Cuando las uso casi parece que he cogido el coche. Un descapotable. Eso sí, el motor soy yo y ando un poco gripada. Hoy tenía cita en el taller, para que los técnicos averigüen qué tipo de avería arrastro en el rodamiento derecho trasero que me impide circular. Vamos, que me ha llegado el turno de la resonancia magnética nuclear (RMN) de cadera: 25 minutos un poco más confinada de lo habitual y sometida a ruidos quizá algo más estridentes que los del chunta, chunta de Nueva Montaña. Perfectamente entrenada. Y tampoco es nuevo para mí. Muchos de ustedes también conocen esta prueba, una maravilla en el campo del diagnóstico sanitario. Proporciona información de primera.
Ese es el reto en El Diario cada día, ofrecerles información de primera, desmentir bulos y ayudarles a interpretar la cambiante realidad. En su última crónica, Ana Rosa García pone orden en las pruebas del coronavirus para resolver nuestras dudas. Los test rápidos se han convertido en esta crisis en una especie de 'fake news', de noticias poco fiables subidas a las redes sin filtro y a la carrera. Dan falsos negativos. Por eso las residencias de mayores quieren devolver esos análisis a Sanidad. «No nos sirven». Los test PCR, en cambio, son como el Periodismo Con Rigor. Tardan más en dar el resultado, pero son la referencia para asegurarse un buen diagnóstico.
Hace ya medio mes les decía que ojalá se confirmara la hipótesis científica con la que trabajaba un equipo de la Universidad de Brescia, según la cual las personas de raza negra tendrían «características genéticas» que las convertirían en más resistentes a la infección por SARS-CoV-2. Esa suposición se basaba en la mínima incidencia de contagios detectada entre la colonia de inmigrantes subsaharianos de Lombardía. Era un estudio «muy preliminar». Mientras los investigadores examinaban al patógeno en el laboratorio, el abominable bicho experimentaba con humanos en la calle. La realidad se adelantó al ensayo, y el desmentido llegó desde EE UU. En Chicago sólo el 30% de la población es afroamericana y, sin embargo, los negros representan más del 70% de los fallecidos por Covid-19 en esa ciudad. No sólo no es una raza más inmune, sino que está mucho más expuesta. Poco parece que tiene que ver la genética en esa diferencia, sino más bien las condiciones de vida: los norteamericanos negros sufren las consecuencias de un menor acceso a los servicios de salud y a los seguros sanitarios, y cargan con peores historiales médicos. Es lo de siempre. No dejen de informarse. Sigan atentos a El Diario. Y cuídense.
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