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Santander
Lunes, 19 de julio 2021, 13:56
La mayoría de los peritos que han declarado en el juicio por los vertidos de Sniace al Saja-Besaya entre 2008 y 2010 han tachado de «pésima» la calidad del mismo y consideran «evidente» su contribución a la «mala calidad» del río, ya que la repercusión fue «muy grande». Además, han coincido en que los residuos de la empresa de Torrelavega «no se podían verter» al cauce, ya que solo tenía autorización para echar sus aguas de refrigeración, no de producción, pese a lo cual ambas «se estaban mezclando» en el caudal hidráulico, que presentaba niveles «altos» de parámetros contaminantes.
Así, en las analíticas existe una diferencia «bastante elevada» de las muestras tomadas aguas arriba y aguas abajo del punto del vertido de la factoría, según han manifestado los ocho peritos citados ante el Juzgado de lo Penal número 2 de Santander, que han declarado todos a la vez por decisión de su titular, José Hoya Coromina.
Han comparecido este lunes, después de que la semana pasada lo hicieran los ocho acusados -siete exconsejeros de la compañía y el jefe de operaciones- que se enfrentan a 16 meses de prisión y multa de 6.000 euros que pide la fiscal, por un presunto delito continuado contra los recursos naturales y el medio ambiente.
Los procesados alegaron que creían que la Autorización Ambiental Integrada (AAI) autorizada por el Gobierno de Cantabria a Sniace «amparaba» los vertidos al río, extremo que negaron los testigos, que comentaron sobre el vertido que era de color «coca-cola» y que en ocasiones emitía unos gases que dificultaban la respiración, según aseguraron los encargos del muestreo.
En la tercera sesión de la vista, que se celebra en el salón de actos del complejo judicial de Las Salesas, han prestado testimonio los peritos propuestos por las acusaciones -también la Abogacía del Estado y Ecologistas en Acción, que ejerce la particular- y las defensas. Se encargaron de evaluar las tomas del vertido y de tasar los daños, limitándose en este último caso a indicar que para el cálculo se aplicó la normativa vigente en el momento de los hechos.
La responsable del Instituto Nacional de Toxicología que analizó las muestras recogidas por el Seprona ha asegurado del vertido que su «contribución a la mala calidad del río es evidente», afirmación que ha basado e la presencia de parámetros «altos y perjudiciales» y que «un agua superficial no puede tener». «No es la que debería tener un cauce de esa naturaleza», ha remachado.
A preguntas de la Fiscalía, ha detallado que en los análisis se apreciaron un incremento de materiales sólidos en suspensión o materia orgánica. Esta última requiere oxígeno para su degradación y su disminución afecta a la respiración y por tanto a la vida de especies de fauna -como peces- y flora.
También ha reflexionado que con un vertido «esporádico» o «accidental» el río podría evolucionar de forma positiva, pero no si son reiterados en el tiempo o se hacen sin control, ha comparado esta experta.
Tras su declaración, otra perito -propuesta por las defensas- ha apuntado que los indicadores de materia orgánica «son bastante comunes» y ha añadido que existen otros vertidos en un «punto próximo» al de Sniace, como los procedentes de un matadero. Asimismo, ha cuestionado muestras tomadas en lugares «muy cercanos» a la orilla o a «poca profundidad», y ha incidido en que no había evaluación previa del Saja-Besaya, por lo que en su opinión no se puede determinar la contribución del vertido a la calidad del río.
Otro técnico, trabajador de la entonces Confederación Hidrográfica del Norte (ahora del Cantábrico), ha corroborado que este organismo revocó en 2006 la autorización de vertidos concedida a Sniace en 2002, y ha precisado que la AAI del Ejecutivo regional otorgada en 2008 sí los permitía, pero a la ría de San Martín.
En cualquier caso, ha contrastado que las muestras tomadas aguas arriba del punto del fluido cumplían «todos» los parámetros, mientras que aguas abajo «siempre» había alguno que no, superando en determinados casos incluso «diez veces más» los niveles establecidos. Y sobre el matadero cercano a la papelera del Besaya, ha manifestado que este vertido «estaba autorizado y se hacía en otra parte».
El trabajador de una empresa requerida por el CIMA, el Centro de Investigaciones del Medio Ambiente de la Consejería, ha señalado que el control del agua se hizo de forma diaria y continúa durante el vertido, sin que se constatara «ninguna» incidencia grave durante el tiempo analizado.
Otra experta, en ciencias ambientales, ha destacado que en el vertido de Sniace al río «se estaban mezclando» las aguas autorizadas (refrigeración) y las que debían ir a la ría (producción), y que en las muestras tomadas «no se cumplía ningún parámetro» de los analizados, como los relacionados con sólidos en suspensión, el zinc -que no estaba «autorizado» verter al río-, el Ph del agua o materia orgánica, cuyos valores eran «bastante» superiores a los permitidos.
«Se incumplen de forma sistemática» los niveles establecidos, ha resumido, para tachar de «pésima» la calidad del vertido y de «mala» la calidad del agua. «Los vertidos a un río de forma continuada y sistemática con valores tan elevados tienen una repercusión muy grande», ha sentenciado.
La pericial sobre el estado y calidad de las masas de agua, que se hizo al final de la misma, cerca del dominio público marítimo-terrestre y a unos 800 metros hacia abajo de la zona del vertido, arrojó igualmente concentraciones de sustancias «muy superiores» a lo permitido, parámetros que sí se cumplían aguas arriba, según ha contrapuesto la responsable del informe.
Finalmente, las dos peritos propuestas por las defensas han esgrimido que no ha demostrado la calidad del caudal del Saja-Besaya, con lo cual es «imposible saber» si los vertidos tuvieron un «efecto nocivo» en el río.
Una de ellas, ha precisado que el fluido de Sniace no tiene nitrógeno, por lo que «difícilmente» se puede atribuir la presencia de esta sustancia a la empresa. También ha rechazado los niveles de Ph expuestos por compañeros, pues se refieren al vertido, no al río.
Y la otra ha indicado que no consta la presencia de peces en el Saja-Besaya con anterioridad al vertido y por tanto la mortandad de ejemplares.
Para finalizar, se ha referido a la «imposibilidad» de cumplir la AAI y verter a la ría, debido a la ausencia de un colector, con lo que no la empresa no cumplió la AAI por «causas ajenas» a la misma.
En este sentido, ha concluido que la «única» manera de evitar el fluido al río hubiera sido «parar» Sniace, que cerró tiempo después, en febrero de 2020.
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