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El exlíder de Podemos en Cantabria, José Ramón Blanco, se ha sentado este martes de nuevo en el banquillo de los acusados después de que la Audiencia Provincial declarara en julio de 2022 la nulidad del juicio y de la posterior sentencia del Juzgado de ... lo Penal Nº2 de Santander, en la que el magistrado José Hoya Coromina le absolvió de los delitos de lesiones y contra la integridad moral de los que le acusaba su excompañera de partido y exdiputada regional Verónica Ordóñez.
Como se recordará, la Audiencia estimó el recurso presentado por la denunciante tras visionar la grabación del juicio. «El juez ha adoptado un papel activo y no de mero árbitro en el desarrollo de la pericial, tanto por la extensión como por el contenido de las preguntas efectuadas a los peritos, contraponiendo incluso su propia posición frente a la etiología ratificada por aquellos, con patente reiteración, insistencia e interrupción en sus explicaciones, perdiendo la posición de obligada neutralidad y de ser ajeno al litigio», concluyó.
Por eso, en este procedimiento, en el que los testigos dan diferentes versiones –unos avalando la postura de la denunciante y otros la del acusado–, parecen determinantes las conclusiones de los peritos –una médico forense, un psiquiatra y una psicóloga– que han examinado y tratado a Ordoñez, que cinco años después de su denuncia sigue en tratamiento famocológico y psicológico. Al menos así lo señaló uno de los tres profesionales que comparecieron este martes en la repetición del juicio (tres años después del primero).
Todos ellos, eso sí, coincidieron en que el trastorno ansioso-depresivo que padece la exdiputada de Podemos –que ayer se tomó una pastilla nada más relatar todos esos episodios de desprecios, insultos y vejaciones que habría padecido– es «compatible» con su denuncia de acoso frente a Blanco, que ayer insistió en su inocencia y negó los hechos que se le imputan. «Ni siquiera la he gritado», llegó a decir.
«El relato que ofreció la denunciante era coherente y concordante con lo que denunciaba. Nos encajaba perfectamente», apuntó la forense que examinó a Ordóñez en febrero de 2019. «Cuando hizo referencia a que el acusado había manifestado a una tercera persona que 'Ojalá no saliese de una anestesia (en referencia a una prueba médica', su conducta parecía bastante objetiva», relató, a modo de ejemplo.
¿Y esos síntomas que padece pueden ser compatibles con una situación de estrés continuado como consecuencia del trabajo?, planteó la defensa a los tres peritos. «El trastorno de estrés postraumático no se puede aplicar a ese diagnóstico con estresores comunes, sino a un hecho extraordinario como el acoso, una violación, un secuestro o un atentado», respondió la psicóloga que atendió a la denunciante.
¿Y puede una paciente llegar a creer que es víctima de un acoso sin serlo?, preguntó la defensa. «Me habla de una persona con trastorno delirante. Y no es el caso», respondió la forense. A lo que el psiquiatra de la denunciante añadió que «es muy difícil que nos engañe, prácticamente imposible». «Me parece grave su estado», confesó, antes de reconocer que tiene interés en que el resultado de este juicio permita a Ordóñez recuperarse de su enfermedad.
Entre los 16 testigos que comparecieron este martes– otros tres lo harán el 30 de noviembre, día en el que finalizará el juicio– se encontraban los autores y partícipes del informe de Seguridad y Salud Laboral de Podemos sobre las denuncias internas de acoso que presentó Ordóñez. «Blanco reconoció haberla insultado y algunos testigos tenían miedo a declarar porque decían que se sentían intimidados por él. Este caso es el más grave que hemos investigado», apuntaron.
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