«Hay personas con VIH que no se lo dicen jamás al entorno cercano»
Miedo y estigma ·
El avance médico «ha sido brutal», pero la población infectada todavía se tiene que enfrentar al «rechazo» y a la «soledad no deseada»Secciones
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Miedo y estigma ·
El avance médico «ha sido brutal», pero la población infectada todavía se tiene que enfrentar al «rechazo» y a la «soledad no deseada»Los cambios de los últimos treinta años no han avanzado al mismo ritmo. «A nivel médico ha sido brutal», pero desde el punto de vista social el panorama es completamente distinto. «Hemos ganado en amabilidad y buenas palabras, pero las personas con VIH seguimos teniendo ... miedo al aislamiento social», reconoce Carmen Martín, coordinadora de la Asociación Ciudadana Cántabra Antisida (Accas), que hoy organiza diversas acciones con motivo del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, que se celebra cada 1 de diciembre. Ella vive con VIH desde hace ya tres décadas y cuando le dieron el diagnóstico, la preocupación fue más allá del ámbito social: «Tenía miedo de morirme porque recibirlo era una sentencia de muerte», admite. Ahí empezó un tratamiento que significaba tomar, de media, 14 pastillas al día. «Si empiezas a multiplicar por 365 días, es abrumador y esa cuenta me aplastaba», reconoce. Sin embargo, ahora la cifra se ha reducido a una píldora que incluye «cuatro fármacos». Una mejora que no solo la percibe en la cantidad de medicación, también en los efectos del tratamiento, que antes «eran devastadores» y en la actualidad le permiten hacer vida normal sin problemas.
Además del miedo inherente a enfrentarse a un virus con el que deben aprender a convivir, quienes dan positivo se chocan de frente contra un muro que impone más que el propio VIH: «el rechazo» de la sociedad. Porque decir en voz alta el diagnóstico pueda traducirse en dejar amigos por el camino, recibir la incomprensión de la familia e, incluso, perder el empleo. La discriminación continúa siendo una realidad. «El impacto emocional todavía es muy grande», añade. Tanto que hay «muchas personas que viven con VIH y no se lo han dicho jamás a nadie». Solo los profesionales sanitarios que se encargan del seguimiento saben cómo avanza el virus y en qué situación se encuentra la persona, pero nadie de su ámbito laboral o social está enterado. «Así se vive con mucho sufrimiento porque afecta a la salud mental de las personas afectadas» y eso se traduce en otros problemas como depresión o ansiedad. «Se vive en soledad», resume Martín.
¿Y por qué existe tanto rechazo? «Nos falta información», valora la coordinadora de la asociación. Sobre todo relacionada con las «vías de transmisión». Y ella da los puntos clave. Las personas que viven con VIH y reciben tratamiento reducen la carga viral y cuando esta es indetectable, «el virus es intransmisible», subraya. Es decir, no pueden infectar a otras personas. Igual que tampoco se transmite en una situación de convivencia o por compartir despacho.
Para que se entienda, con la medicación se reduce «el número de copias del virus en la sangre» y, por ende, se convierte en invisible. Por hablar de situaciones concretas: «Como madre no se lo transmito a mi bebé y como pareja no se lo transmito a mi pareja sexual». ¿Y cuándo sí se infecta a otras personas? Cuando alguien desconoce que vive con el virus y «campa a sus anchas en el cuerpo». Con libertad. Entonces ocurre el ejemplo contrario, se multiplica «de forma brutal, sobre todo en los primeros momentos de la infección, cuando esa replicación viral es muy fuerte», explica Martín. Ahí sí puede haber transmisión.
Para tratar de acercar la información a la población, desde Accas realizan campañas como la que llevaron a cabo ayer en la Facultad de Medicina de la Universidad de Cantabria, donde pasaron la mañana haciendo test rápidos. La prueba es sencilla: «Es salival», detalla Diego de la Guerra, psicólogo de la entidad. La muestra recogida se pone en contacto con el reactivo y el resultado se obtiene en unos 15 o 20 minutos. Como en el caso del covid, también hay dos rayas. Una corresponde a la de 'control', que es la que indica que se ha hecho correctamente. La otra, si aparece, indica el resultado positivo. «Informa de la presencia del virus a través de la generación de anticuerpos», apunta. Por eso se recomienda hacer el test tres meses después de haber mantenido la práctica de riesgo -como relaciones sexuales sin protección- «porque es lo que se tarda en generar esos anticuerpos». Antes de ese plazo el resultado no es fiable.
Este tipo de pruebas se pueden realizar en puntos como la propia sede de la asociación, ubicada en la calle Ruiz Zorrilla de Santander, y en las farmacias de Cantabria. Es más, en las boticas se llevan a cabo pruebas rápidas de detección de VIH desde el año 2012 en colaboración con la Consejería de Sanidad. Desde entonces y hasta la actualidad, las 63 farmacias que ofrecen el servicio han hecho un total de 2.602 pruebas, de las cuales 47 han resultado positivas. Y, a falta de los últimos datos, se estima que, en la región, hay unas 1.400 personas que reciben tratamiento.
Además, en Accas ofrecen una red de apoyo para quienes escuchan las tres siglas por primera vez. La atención psicosocial es una de las funciones «fundamentales», dice la coordinadora. Así, cuentan con un psicólogo que ofrece atención y un equipo que da apoyo emocional. A pesar de los avances, Martín considera que «la asignatura pendiente es la propia aceptación de las personas que vivimos con VIH y cómo nos afecta el juicio de los demás».
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