Los pescadores califican de «excelente» la recién terminada campaña de la trucha

La campaña comenzó, como es costumbre, con incertidumbre. Sobre todo por el caudal que presentarían los ríos y por la experiencia de 2023, donde la Consejería de Pesca se vio obligada a suspender temporalmente la pesca de salmones y truchas en varios tramos de cuatro ríos (Asón, Pas, Nansa y Deva) por el estiaje provocado por la sequía. Aun así, los ribereños consiguieron firmar una buena temporada, especialmente después de las lluvias caídas en junio.

«Lo digo sin miedo a equivocarme. En mi opinión, la del año pasado y sobre todo esta han sido las mejores campañas de trucha en los 18 años que llevo trabajando como guía», afirma rotundo el corraliego Óscar Quevedo, exdeportista del equipo nacional con varios títulos internacionales. Ahora se dedica a fabricar moscas con las que capturar truchas y a guiar a aficionados por la mayoría de ríos de la región y de las comunidades limítrofes. «Ha sido increíble. He estado 80 días en el río y de ellas unas 50 en Cantabria», añade. Su opinión es compartida por Manuel Borbolla, presidente de la Sociedad Cántabra de Fomento de Caza y Pesca. «La gente ha salido muy contenta del río, sobre todo porque ha habido agua y se han cogido buenos ejemplares», explica. «En nuestra zona (la oriental), doy la campaña por buena. La trucha se está recuperando, pero también es verdad que en ríos como el Asón hay que poner una solución: hay que rebajar las capturas que la gente se puede llevar a casa para cuidar la población», opina Francisco Gamizo, presidente de la Sociedad Conservacionista de Pesca Fario.

La orden de pesca del Gobierno regional para este año contemplaba un cupo máximo de cinco truchas por pescador y día, con una talla mínima de 21 centímetros de longitud. Lo que algunos pescadores se plantean es si es factible continuar con este nivel de capturas. «Los clientes que vienen de fuera no lo entienden. No les entra en la cabeza que matemos cinco truchas. Los extranjeros preguntan que si las necesitamos para comer», relata Quevedo. «Entre las sociedades de pesca, no hay unanimidad. Unas vemos problemas y otras no, pero teniendo en cuenta los conteos que se realizan cada año, la cosa va en declive», apunta Gamizo, que aprovecha para hacer una reivindicación: «Pedimos a la Consejería un estudio individualizado en cada cuenca y un plan regional específico. Puede que haya ríos donde se pueda establecer un cupo de 5 truchas y en otros que no».

Borbolla, en cambio, considera que sí se ha estado cuidando la población. «Los cupos se han ido reduciendo progresivamente. Ahora son cinco, pero yo he llegado a conocer 20», afirma. «Además, tampoco hay que olvidarse de los depredadores de este pez: los cormoranes, que comen a diario entre 280 y 400 gramos diarios de salmónidos, las garzas, las nutrias, la contaminación de las aguas...», añade.

Otra de las opciones que valoran los aficionados es ampliar las zonas de pesca sin muerte, a imitación de lo que sucede en Castilla yLeón y otras comunidades. «Si eso se hiciese, se ampliarían las zonas de los ríos dedicadas a la reproducción», relata Quevedo, que a su vez abre otro debate: el de la duración de la temporada. «Aquí termina el 31 de julio, pero en Asturias continúa 15 días y otros dos meses más en las zonas sin muerte. En Castilla yLeón, donde apenas se matan truchas, siguen abiertos hasta el 15 de octubre. No nos queda más remedio que irnos fuera para poder pescar», concluye.