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La prohibición de pescar salmones y truchas en cuatro tramos de los ríos Pas, Asón, Deva y Nansa, mientras mantengan un caudal mínimo debido a la falta de precipitaciones, ha hecho que surjan algunas críticas entre el colectivo de pescadores, algunos de los cuales consideran ... que la medida no producirá efectos en lo que respecta a la protección de las especies, y que se trata más bien de un gesto «político».
Según explicó un pescador de la cuenca del Miera –con la condición de que no apareciese su nombre–, todos los aficionados están de acuerdo en que los ríos bajan con escaso caudal, pero la prohibición de capturar estas especies afecta precisamente a aquellos tramos donde más agua tienen.
«Si los ríos están mal, me parece normal que se tomen medidas, pero no es lógico que se veden precisamente donde más caudal tienen. Sería mucho más lógico que se vedasen las zonas altas de la cuenca, donde están los esguines de salmón y los alevines de trucha, que es donde realmente está el problema, con estos caudales mínimos».
Tal y como defiende este experto aficionado, la prohibición temporal establecida por el Consejo Regional de Pesca Continental no alcanzará los efectos beneficiosos que se esperan. «Lo único que se va a conseguir con ello es que no se pesquen salmones grandes. Con esto pasa como con la anguila, que para proteger la especie no dejan que se mate a las madres pero sí a las crías, y eso es totalmente incoherente».
En su opinión, lo que debería hacerse es proteger a las crías de salmón. «Los salmones pasan la mayor parte de su vida en el mar, y no en los ríos. Cuando hay que protegerlo realmente es cuando está en su fase juvenil, cuando son pintos o esguines, pero justo en las zonas donde están es donde se va a permitir seguir pescando, y con los caudales bajo mínimos».
A su juicio, la prohibición se reduce a un gesto «político», y no ecológico o de protección. «Que salmones hay pocos y cada vez menos, lo tenemos clarísimo. Los ríos se están repoblando y a pesar de ello las especies no están saliendo adelante, y eso es debido tanto a los caudales como a la temperatura del agua. Ahora mismo las condiciones son inviables tanto para la trucha como para el salmón: las temperaturas en el Pas, el Miera y el Asón pueden alcanzar los 18 y hasta los 20 grados y ahí no pueden vivir los peces que tenemos, que necesitan aguas más frías, y a eso se debe también la proliferación de bacterias y hongos. A eso hay que sumar que en las zonas pobladas y con más turismo hay más problemas de contaminación, que se agudizan con los caudales tan escasos».
Otro de los críticos es un pescador del Pisueña. Cree también que, de adoptar la medida de prohibir tramos, debería aplicarse a las zonas altas de la cuenca. Pero hay otros aspectos con los que está en desacuerdo. «Lo de vedar el salmón se puede entender, pero no hay por qué prohibir pescar trucha. La verdad es que el río se cierra solo: en cuanto baja el nivel, se cierra, y los pocos que estamos somos los que podemos controlarlo. Si lo vedas todo, lo que ocurre es que hay más furtivismo porque saben que no va a haber guardería».
«Creo que aquí hay mucho politiqueo. Tampoco puedes quitar a la gente de pescar, de que vaya a pasar un rato al río. Hay gente que pesca sin muerte, y cada vez más. Si es por eso, que lo pongan todo sin muerte y ya está, pero eso no lo van a hacer».
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