«Me picó la avispa y empecé a ver borroso, lo pasé muy mal»
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Eloy Varela, vecino de Lamasón, fue trasladado a Sierrallana el pasado domingo tras sufrir una reacción alérgica grave por la picadura de la velutina«Me picó la avispa y no tardé nada en sentirme mal. Empecé a marearme, a sentir ganas de vomitar y a ver borroso. Nos dimos cuenta de que me estaba dando algo y corrimos a urgencias», narra Eloy Varela, un vecino de ... Lamasón que este miércoles recordaba el episodio ya pasado el susto. Ocurrió el domingo poco después de las diez de la mañana. Suerte que cuando la velutina se cruzó en su camino estaba acompañado por su hijo Gabriel y suerte también que identificó rápido que los mareos y las nauseas que comenzaba a sufrir eran debidos a los efectos del veneno que le había inoculado la avispa asiática que le acababa de picar en una mano. De no ser consciente de todo ello, el shock anafiláctico (la reacción alérgica más grave que existe) del que fue tratado con urgencia en el Hospital Sierrallana hubiera tenido peores consecuencias. «Ahora va a resultar que soy alérgico a las asiáticas. Pues vaya faena», señala este hombre que había sufrido picaduras de avispas comunes en el pasado sin mayores consecuencias. Las pruebas médicas le confirmarán su vulnerabilidad frente al ataque de la velutina.
Todo sucedió de imprevisto. El nido estaba escondido en la espesura de un bardal, junto a una higuera en la parte trasera de una casa en el pueblo de Burio, en el municipio de Lamasón. «Estaba con mi hijo cogiendo higos y no nos dimos cuenta de que estaban ahí abajo». «Nos picaron a los dos. A mí me alcanzó en la mano derecha y en principio no le di mayor importancia», comenta Varela.
En cuestión de segundos el malestar comenzó a nublarle la vista. «Fue muy rápido, no me dio tiempo ni a pensar casi. Se lo dije a mi hijo y a un primo que pasaba por la zona y me dijeron que nos íbamos al centro de salud de Puentenansa». «Primero se me hinchó la mano y después me pasó al brazo», mientras el tono de la piel tornaba a un rojo parduzco. Atendido de urgencia, los servicios médicos del centro de salud le suministraron una primera dosis de medicación. En estos casos la norma suele ser la mezcla de corticoide, adrenalina para recuperar la presencia de ánimo y antihistamínico. «Eso me alivió bastante, pero a la media hora estaba otra vez mal, mal», añade.
Ante la complicación de la situación, una ambulancia del servicio de emergencias 061 le trasladó al hospital de Torrelavega, donde fue tratado de urgencia. «Me estuvieron dando dosis continuamente para que no perdiera el efecto y ya me encontré mejor». Llegó al hospital a las doce de la mañana del domingo y fue ingresado en un box. Después pasó a observación, hasta que la mañana del lunes recibió el alta.
Dice el alcalde de Lamasón, el popular Marcos Agüeros, que estos ataques están a la orden del día en el municipio y que la presencia de nidos es un problema que preocupa cada vez más a los vecinos. «A día de hoy tenemos localizados como unos doce más; pero llamamos a la empresa pública Tragsa, que se supone que es la encargada de dar respuesta a estas demandas, y la lista de espera es interminable», denuncia.
Hace más de un mes que solicitaron los servicios para terminar con los nidos localizados, y aún están esperando. Afortunadamente muchos de ellos están en las zonas más apartadas, pero en este caso, el de la comunidad de velutinas que atacó a Eloy Varela y su hijo, se encontraba junto a las casas. «Por eso decidimos avisar a una empresa privada». «Nos pasa que a veces esto puede resultar peligroso porque a este hombre le han tenido que llevar de urgencia al Hospital Sierrallana porque ha estado bastante, bastante mal. Es un peligro esto de la avispa asiática y necesitamos más medios para que den respuesta a todas las demandas de los municipios que estamos afectados».
Sercant se hizo cargo de la eliminación de la colmena y pasará la factura al consistorio. En total, 80 euros por suministrar un líquido que termina con la vida de la invasora. «Muchas veces utilizamos el fuego, pero en este caso había un riesgo porque se encontraba entre vegetación y no podíamos quemarlo», concreta Isidro Herrera, responsable de Sercant.
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