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El Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria (IBBTEC) trabaja en soluciones a problemas urgentes como la resistencia a los antibióticos o la proliferación de los plásticos contaminantes, pero tiene que ingeniárselas para financiarse. «Hay que abortar muchos proyectos por falta de fondos», ... afirma su director, Piero Crespo.
El IBBTEC es un instituto mixto del Centro Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad de Cantabria que cuenta con el respaldo del Gobierno regional, a través de la empresa pública Sodercan. Y, según Crespo, se enfrenta al mismo problema que el resto de los centros de investigación de España, a «la triste realidad de la ciencia» en un país dirigido por políticos «con una visión cortoplacista», que siguen apostando «por la tumbona y la sangría».
Muchos de sus proyectos se han quedado por el camino y a veces ha tenido que optar por los más baratos y no por los más interesantes, confiesa Crespo en una entrevista con Efe, en la que cuenta también los avances que, a pesar de todo, están consiguiendo lo grupos de investigación del instituto.
Uno de esos grupos ha descubierto un método basado en un anticuerpo con propiedades terapéuticas que ha hecho desaparecer la artritis reumatoide en ratones. Ahora se está trabajando en la patente y si se demuestra tan eficaz en seres humanos puede convertirse en un tratamiento crónico «cuasi revolucionario», explica.
La investigación contra el cáncer es uno de los fuertes del IBBTEC. Entre sus objetivos está conseguir un método de cribado (basado en la presencia de una proteína en el citoplasma y el hallazgo de un anticuerpo que la reconoce) que evitaría someter a pacientes a tratamientos agresivos contra los melanomas y el cáncer de mama que en ellos no van a ser eficaces y además ahorraría «muchísimo dinero».
Todo ese trabajo, y más, se hace en un edificio que, con toda su dotación técnica, ha costado 22 millones de euros, lo mismo que tres kilómetros de autovía, traduce Crespo, para ilustrar que la ciencia es cara «relativamente».
A su juicio, hay una frase «muy manida» que «aunque se repita cien mil veces no termina de calar: No es que los países ricos hagan ciencia, es que son ricos porque hacen ciencia y de la ciencia brota la tecnología y de la tecnología brota la riqueza».
Cree que el problema es que en España los políticos no tienen una visión de Estado a largo plazo y buscan «los réditos inmediatos que les van a facilitar el ganar las siguientes elecciones». Y la inversión en ciencia no es a cuatro años. Pueden pasar quince hasta que un proyecto «puede dar frutos», que se traduzcan en beneficios para la sociedad y ahorro para las arcas públicas.
«El tipo de políticos que hemos padecido durante estas últimas décadas es el que prefiere invertir sus dineros en hacer carreteras o en el ladrillo, que son planes que le van a permitir presentar un lista de logros inmediatos para la próxima elección», se queja.
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