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Juan Uslé, en el salón de su casa de Saro, situado entre su estudio y el de su mujer. Daniel Pedriza
«Si no pinto, me encuentro desubicado»

«Si no pinto, me encuentro desubicado»

El pintor Juan Uslé reparte su tiempo entre sus estudios de Nueva York, Alicante y Saro, su casa de Cantabria, donde mejor trabaja en verano

Mariana Cores

Santander

Lunes, 27 de agosto 2018, 07:16

Llegar a la casa de Juan Uslé (Santander, 1954), en Saro, supone una pequeña excursión, además de adentrase en la Cantabria rural. Como buen artista, el aislamiento es uno de los objetivos del emplazamiento de su vivienda. Una construcción moderna, mezcla de madera (cuerpo central) y acero (en uno de los extremos, donde está el estudio de Uslé) y zinc (el otro extremo, donde se ubica el estudio de Vicky Civera, su mujer), rodeada de árboles centenarios muchos de ellos. La fachada norte es todo cristal, fusionándose el interior con el frondoso jardín, por donde pasa un río. En un lugar así es fácil olvidarse de lo terrenal y centrarse en la inspiración. La que sea. Reparte su tiempo entre Saro, Nueva York y Benisa (Alicante). Es uno de los pintores españoles con más repercusión internacional.

-¿Cómo es pintar en verano? Las sensaciones deben de ser distintas en cada estación.

-Sí. Las estaciones influyen y el ánimo y la actitud cambian. Me encanta el invierno para trabajar: «tiempo del alma». También me seduce mucho la noche. En verano, donde mejor estoy es en Saro, cerca del río y rodeado de árboles. Nueva York es demasiado caluroso, como Levante. En ambos sitios se trabaja mejor ya entrada la fresca o muy pronto, de madrugada. Para hacer los colores, prefiero el día, porque se ven mejor los matices, las diferencias de gama.

«Mi estrategia en Nueva York para pintar es encerrarme en mi estudio y desparecer»

-¿Sus veraneos son más de playa o de montaña?

-Claramente lo primero. Con los años echo un poco en falta el agua salada. En Levante puedes bañarte durante casi todo el año. Pero de momento, el orden del tiempo se reparte más entre Nueva York y Saro.

-Dice que la pintura es para usted respirar, sentirse vivo. ¿Dedica el tiempo a otras actividades en verano?

-Quizás suene algo extremo, pero es cierto, la pintura me hace sentir vivo. Me siento muy extraño cuando paso un tiempo sin hacer cosas, y especialmente sin pintar. Es como si me encontrara desubicado o respirara con dificultad. No me siento bien. En cambio, cuando me he perdido bien adentro en el estudio y de repente el cuerpo se me cae, salgo con mucha hambre y una alegría que necesito trasmitir, sonreír o gastar una broma cómplice, aunque sea con alguien a quien apenas conozco.

-Vive a caballo entre Nueva York y Cantabria. ¿Dos estilos de vida enfrentados?

-Trato de asimilar lo mejor de ambos lugares. Nueva York es una ciudad muy grande, donde la cultura y el arte tienen una presencia fuerte. Es un lugar estimulante. Sigo viviendo y pintando allí porque he encontrado la calma que necesito para trabajar a gusto, el aislamiento voluntario y necesario. Mi principal estrategia es encerrarme en el estudio, lo que habitualmente llamo mi cueva, y desaparecer.

-¿Qué le proporciona Cantabria?

-Siempre he sentido un vínculo muy entrañable con mi tierra, con las montañas y el campo. Viví hasta los nueve años entre Hazas de Cesto y Somo, en una casita pegada al convento de las monjas de Suesa. Allí me enamoré del río Cubas, de los árboles y las montañas, de los prados de su alrededor. Allí fui descubriendo, a mi manera, los misterios y la magia de la naturaleza. Esa magia se ha mantenido viva en mí y quizás por ello siento la necesidad de vivir en el campo la mitad del año y, por supuesto, pintar aquí también.

-A los tres estudios de pintura de su casa de Saro se les ha unido uno en Alicante. ¿Cómo reparte el tiempo?

-Tenemos tres estudios porque somos tres artistas en la familia: en el de la casita vieja (la casa original de la finca, de piedra) es donde pinta nuestra hija Vicky. En los nuevos estudios trabajamos mi mujer, Vicky Civera, y yo, uno en cada nave. Son espacios próximos, pero muy diferenciados e independientes los tres. Ahora voy a intentar estrenar con ritmo el nuevo estudio en Calpe-Benisa, a pesar de que las temperaturas son algo extremas. Se suda lo suyo pintando, pero es otro lugar y espero que otra experiencia positiva.

-Su exposición en la galería londoniense Frish Street Gallery y anteriormente en la Moises Pérez de Albéniz, en Madrid, fueron un éxito. ¿Cuál es su siguiente paso?

-Para mi el éxito es una palabra peligrosa y de libre interpretación. No sé si existe el éxito en el arte, objetivamente hablando. Solo se percibe a veces cuando las cosas que mostramos tienen voz. Si no la tienen, entonces, por mucho que te digan que es un éxito o se aplauda, la cosa es un desastre. La próxima exposición de pintura, la estoy preparando ahora entre Saro y Benisa. Se inaugurará en diciembre en Galleria Alfonso Artiaco, en Nápoles.

-La fotografía siempre le ha acompañado, ¿pero la pintura le roba el tiempo para ello?

- Sí, me gusta. De hecho, a finales de septiembre abriré la temporada en Espaivisor, en Valencia, con una muestra de fotografía. Pero no me apasiona como la pintura. La cámara me acompaña siempre. Está cerca, en el estudio, en una mesa próxima a donde pinto, y no es extraño que de vez en cuando dispare detalles o rincones del estudio. Pero también me ayuda a salir a la calle y a encontrar ahí afuera sintaxis y lenguajes que se corresponden y asocian familiarmente a cosas y situaciones que estoy buscando con la pintura. Yo utilizo mucho la cámara porque soy un enamorado obsesivo del mirar, no puedo dejar de hacerlo.

-Tres artistas en la familia. La saga continua con su hija. ¿Cómo es la convivencia, teniendo en cuenta que también trabaja con su mujer?

-Nuestro caso no es muy habitual, aunque no es único. Pero sí, es difícil. Desde siempre he creído y visto lo difícil que es, por varias razones, sobre todo por el hecho de convivir con otros artistas. He compartido estudio desde que comencé a pintar y no es nada fácil, porque ningún artista tiene un temperamento sencillo. Creo que la soledad es fundamental para el pensamiento y la creación. A pesar de que mi mujer y yo hemos compartido muchísimas cosas, dentro y fuera del estudio, siempre hemos procurado trabajar en espacios distintos, cada uno en su estudio. Vicky Uslé, lo mismo. Trabaja en su propio estudio y en Nueva York, en otro barrio. Solo vemos su obra cuando nos invita a hacerlo. A veces antes de enviarla para una exposición y en otras ocasiones, la vemos ya colgada en la muestra.

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