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El picudo rojo es un coleóptero que apenas mide cinco centímetros pero que tiene un potencial letal para las palmeras. Cuando un ejemplar de estos ... bichos coloniza una de ellas y libera sus cerca de 400 larvas, ya la ha sentenciado a muerte. En Cantabria alrededor del 50% de estos árboles, símbolos coloniales, están ya infectados, pero muchos se han salvado gracias al trabajo de un ejército de profesionales especializados en sanarlos: «Si no hubiésemos actuado, nuestras palmeras habrían corrido la misma suerte que en Galicia, porque por allí entró la plaga y asoló al 90% de ellas», confirma Salvador Vicente, presidente de la Asociación de Jardineros de Cantabria.
No existe en esta región un plan coordinado para luchar contra esta infección que comenzó a causar estragos en localidades como Isla, Laredo o Ajo, hace ya tres años. Desde el Gobierno de Cantabria se alega que las palmeras se encuentran dispersas en terrenos de propiedad muy diversa, –de titularidad municipal, privada, eclesiástica...–. Sin embargo, dada «la situación actual, estamos valorando poner en marcha alguna acción para atajar el problema», indican fuentes del Ejecutivo.
Salvador Vicente
Aso. de Jardineros de Cantabria
Pedro Carriedo
Jardinería Pedro
Por el momento, cada cual va por su lado. De un lado están los ayuntamientos, que deciden la forma de actuar según el caso; de otro los particulares, que muchas veces no toman medidas hasta que ya es demasiado tarde. «Hay que prevenir», aconseja Pedro Carriedo, uno de los jardineros especializados en batallar contra el coleóptero.
«Muchos consistorios no están haciendo nada porque dicen que no pueden actuar si no se trata de plantaciones de explotación, es decir, si no se trata de agricultura que pueda causar daños económicos», informa Salvador Vicente. Lo cierto es que muchos de estos ejemplares de palmera, iconos de muchos parques y jardines, pueden llegar a sumar hasta cien años de edad, lo que los convierte en especímenes de valor histórico, «y creo que sólo por eso merecen ser protegidos», argumenta. Pero es preciso coordinar acciones. De lo contrario el trabajo puntual puede resultar a la postre ineficaz.
Ana Cabanas, propietaria de una finca en cuyo interior están plantadas varias palmeras traídas desde Cuba hace más de cien años, lamenta la ausencia de un plan regional: «Uno de mis vecinos tiene una palmera infectada. Cuando le pedimos que la retirara, para que no contagiara al resto, respondió que no iba a hacer frente a los mil euros que le cuesta. Por mucho que algunos bolsillos que se pueden permitir pagar tratamientos, si el resto no, no sirve para nada», asegura.
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El picudo rojo es un coleóptero perteneciente a la familia de los curculionoideos, originario de Asia, que entró en Galicia hace ya 20 años procedente de Francia. Su origen es asiático y llegó a Europa –al menos esa es la conclusión a la que llegaron los expertos– a través de contenedores de barco. Mide apenas cinco centímetros, tiene color rojo y manchas negras en la parte superior. Cuando infecta a una palmera comienza a aparecer decaimiento en las hojas, el torcimiento de la estructura o la desaparición de su cumbre. Como llegue a colonizar la yema apical de la palmera, es cuestión de tiempo que el ejemplar arbóreo termine muriendo. Sus larvas son capaces de devorar al ejemplar por completo.
Así, sin un plan regional, dicen los expertos, no se pude luchar contra el Picudo. «No hay voluntad, ni política, ni por parte de la mayoría de los particulares, para atajar este gran problema», protesta Salvador Vicente. «Los sucesivos gobiernos han sido avisados de lo que se nos venía encima y han sido incapaces de tomar medidas efectivas. Parece que no son conscientes de la pérdida que puede suponer para el patrimonio de Cantabria que desaparezcan todas las palmeras históricas», denuncia.
Métodos contra la plaga
Hay diferentes formas de contraataque. Existen las conocidas como duchas de insecticida, que rocían a la planta para contaminar al diminuto invasor. También un tratamiento con nemátodos, unos parásitos con forma de gusano microscópico que infectan al Picudo Rojo y terminan por causarle la muerte. Pero por encima de cualquiera de esos métodos, la conocida como endoterapia, una suerte de vacuna vegetal, se ha demostrado como método más eficaz. «Es lo que hacemos nosotros. Inyectamos un suero al árbol de manera que se reparte con la savia y sirve de veneno contra la plaga. Si la palmera se infecta, las larvas mueren», explica el especialista, que recorre buena parte de la región aplicando esta suerte de antídoto con el que prevenir los efectos de la infección.
En Santander el ayuntamiento lo ha aplicado a sus más de 250 ejemplares y el resultado ha sido satisfactorio. «Se habrán infectado con síntomas sólo cinco. O sea, que funciona», acredita Carriedo.
El escollo es el precio. La inyección cuesta cerca de 150 euros más IVA, y hay que aplicarla anualmente, con lo que muchos ayuntamientos, y sobre todo muchos particulares, no dan el paso. «El problema es que cuando nos llaman es ya para pedir socorro, porque ven que la palmera está muy mal, con muchos síntomas, y normalmente ahí ya no hay nada que hacer», explica el técnico. Lo que conviene recordar es que en ocasiones el daño puede ser más caro que la prevención. La retirada de una palmera enferma cuesta unos 60 euros por tonelada, y hay ejemplares que pueden alcanzar las 20 toneladas. «Al final puede salir más caro no actuar», advierte Carriedo.
La plaga entró en España hace ya 20 años procedente de Francia. Cuentan que accedió en el interior contenedores infectados. «El Picudo viene de Asia y el daño que causa a la palmera se puede ver en los primeros compases de la infección», explica el responsable de la Asociación de Jardineros de Cantabria. Primero comienzan a aparecer las malformaciones, se detiene el crecimiento y el aspecto del ejemplar comienza a ser decaído, sin energía, sin brío.
Si la plaga alcanza la conocida como yema apical, que es el único punto de crecimiento de la palmera, es el fin. «Por eso lo que hacemos es insistir en la necesidad de prevenir, de invertir en evitar que el Picudo llegue a nuestras palmeras. Sanarlas es mucho más complicado que prevenir la infección», insiste Salvador Vicente.
Desde la Asociación tiene una vista general de cual es el panorama en toda la región. «La infección ha tomado toda la zona costera de la región y se ha comenzado a extender hacia el interior llegando a Torrelavega, Cartes, etc. Por suerte no ha pasado del valle de Buelna y esperamos que no vaya más allá». Pero no se puede confiar en la suerte, hay que aplicar medidas para evitar que ese escenario pueda darse.
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Ana del Castillo
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