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La futura planta de biogás para producir biometano y biofertilizantes en Praves (Hazas de Cesto) ha traído consigo una fuerte contestación vecinal que se opone ... a su instalación en un emplazamiento donde ya funcionan un vertedero y una incineradora de animales. La compañía Verdalia está a la espera de obtener la Autorización Ambiental Integrada (AAI), sobre la que debe decidir el Gobierno regional, que ha recibido en su fase de exposición pública 1.600 alegaciones. Estas son las principales cifras y claves de las más de mil páginas del proyecto.
Vertedero
de Meruelo
Planta
de Biogas
Parcela
457.545 m2
Gestión de
recursos urbanos
Vertedero
de Meruelo
Planta de
sustancias líquidas
Tragsa
incineradora
de animales
Planta
de Biogas
Parcela
457.545 m2
Tircantabria
( Gestión de recursos urbanos)
BAREYO
MERUELO
Vertedero
de Meruelo
RIBAMONTÁN AL MONTE
Planta de
sustancias líquidas
(Lixiaviados)
Tragsa
(Incineradora
de animales)
Planta
de Biogas
Parcela
457.545 m2
HAZAS
DE CESTO
El 'Proyecto Slurry' consiste, en síntesis, en la puesta en funcionamiento de una planta de tratamiento de purines y otros residuos para transformarlos en biometano y biofertilizantes. El promotor pretende construir y poner en marcha una factoría de producción de gas renovable para inyectar a la red general.
La planta se ubicará en Praves (Hazas de Cesto), junto al vertedero de Meruelo, muy cerca de una planta de tratamiento de residuos urbanos (Tircantabria) y de otra de recogida y destrucción de cadáveres de animales (Tragsa). La superficie total de la parcela es de 407.545 metros cuadrados –57 campos de fútbol–. La instalación para el biogás ocupará 20.370 m2.
El proyecto de Verdalia Bio Hazas, la promotora del proyecto de la planta de biometano y biofertilizantes, sólo recoge el municipio de Hazas de Cesto, que es donde ubicará la factoría, pero en 4 kilómetros a la redonda hay núcleos de población de los ayuntamientos de Meruelo, Ribamontán al Monte y Bareyo. Si se amplia ese radio hasta los 9 kilómetros, la Asociación Stop Macroplanta señala que hay otras poblaciones en los municipios de Solórzano, Entrambasaguas, Bárcena de Cicero, Escalante, Ribamontán al Mar, Arnuero, Noja y Hoznayo.
La estimación de la inversión, según la documentación presentada por la promotora, está fijada en 30,26 millones. La futura planta ha recibido 2,2 millones de ayudas procedentes de fondos europeos.
«La operación y el mantenimiento de la planta crearán entre 20 y 22 empleos, cifra muy relevante para la comarca», recoge la documentación del proyecto. «Además de estos puestos de trabajo directos, el proyecto también supondrá la profesionalización y garantía de continuidad de la industria ganadera cántabra, ya que soluciona el problema de la gestión del purín, que actualmente limita su crecimiento (...) Por lo tanto, aunque no se cuantifican, también se prevé la generación de puestos de trabajo indirectos ligados a la actividad ganadera», añade.
El proceso productivo de una planta de este tipo consiste, principalmente, en recibir, procesar y reciclar material orgánico de distinta naturaleza (tanto purines como otros de otros tipos) para transformarlo a continuación en gas renovable –en este caso, biometano– y fertilizantes. El método para obtenerlo es bastante complejo. De manera microbiológica se descompone la materia en ausencia de oxígeno (anaerobia), dando como resultado la producción de biometano y material digerido o digestato, que sirve para mejorar la estructura del suelo, reducir la erosión y actuar como un banco de nutrientes.
Según el proyecto, la planta cántabra recibirá las siguientes materias primas para ser tratadas: Purín de vacuno (192 toneladas al día; aproximadamente, 70.000 toneladas al año), purín de vacuno concentrado (27,4 t/día; 10.000 t/año) y estiércol de vacuno (192 t/día; 70.000 t/año). En total, Verdalia anuncia el reciclado de unas 411 toneladas de residuos al día, lo que equivale a unas 150.000 toneladas al año de estos residuos.
Adicionalmente, especifica el proyecto, la planta podrá recibir «una amplia variedad «de otros residuos agroganaderos e industriales, siempre que sean similares a las materias primas principales y sean adecuados para el proceso de digestión anaeróbica». No especifica cantidades, aunque sí enumera estos desperdicios: residuos porcinos (purines y estiércol), estiércol de ovejas, cabras, caballos y toros, residuos avícolas (estiércol y purines siduos de la industria hortofrutícola (lodos de lavado), residuos de la industria láctea (leche residual industrial, lodos lácteos y suero de leche), residuos de la industria azucarera (restos de la elaboración del azúcar) y, por último, residuos de la industria pastelera, panadera y de la producción de bebidas.
Según se indica en la documentación de la promotora del proyecto, la producción de biometano se estima en 590 Nm3/h3, que es la unidad de medida que se emplea para cuantificar el caudal volumétrico de un gas o un aire en unas condiciones determinadas de presión y temperatura. Simplificando, la planta de Praves generará 590 metros cúbicos por hora de biometano. La compañía prevé una producción de 22.410 metros cúbicos al día de biogás con un contenido de metano aproximado del 60-65 %.
Este biometano generado se inyectará en la red de gas de la zona, propiedad de Nortegás. «El consumidor final/principal del gas, será entre otros, la EMT de Madrid –la Empresa Municipal de Transportes de Madrid–, con la que también hay carta de apoyo firmada», especifica la documentación publicada en el BOC por Verdalia. Por tanto, de ser así, el biometano producido en Hazas de Cesto servirá como combustible renovable para la flota de autobuses de la compañía pública de transportes de la comunidad madrileña.
La planta proyectada en Hazas de Cesto creará principalmente dos tipos de biofertilizantes orgánicos a partir del 'digestato' que genere (lo que queda de los residuos tras la descomposición en condiciones de poco oxígeno). Los restos sólidos alcanzarán las 155 toneladas diarias, que se destinarán a la nutrición de suelos; los líquidos llegarán a las 260 toneladas diarios y su destino será el denominado fertirriego, que es el aporte al suelo de los nutrientes que necesitan los cultivos mediante el agua de riego. La documentación publicada del proyecto recoge que, además de estas dos fracciones principales, el sistema de recuperación de nitrógeno generará sulfato amónico (10 toneladas diarias), que es una sal habitualmente utilizada como fertilizante también para los suelos. El proyecto menciona que puede considerarse más un subproducto que un residuo, aunque al respecto siempre ha surgido el debate.
La compañía estima que las cifras anteriores son estimaciones que podrían variar dependiendo de varios factores. Sin embargo, el proyecto está ideado para tratar unas 150.000 toneladas al año de residuos ganaderos: 91.352 toneladas de los restos líquidos y 57.393 de los sólidos.
La promotora del proyecto de la planta de biogás valora en la documentación presentada ante el Gobierno de Cantabria ampliar la actividad de las instalaciones. En concreto, lo que plantea es la licuefacción del dióxido de carbono (CO2) –convertir un gas en líquido– como un proceso alternativo. Incluso da cifras. Estima poder llegar a producir 0,7 toneladas por hora de CO2 líquido. Para conseguirlo comprime, enfría y finalmente convierte en líquido el dióxido de carbono. También detalla el espacio que necesitaría utilizar de la amplísima parcela con la que cuenta: 214 metros cuadrados.
Otro de los aspectos que aparece en el proyecto es un desarenador como otra opción técnica para la futura expansión de la planta de biometano. Sin embargo, los papeles no contienen más detalles al respecto.
El dióxido de carbono líquido tiene diversos usos, aunque de entre todos ellos destacan los siguientes. Para la refrigeración y climatización. Es un agente criogénico para conservar y mantener la temperatura de los alimentos. También es un ingrediente para carbonatar las bebidas gaseosas y espumosas, como los refrescos y la cerveza. Se emplea también para los efectos especiales, como la niebla que producen las máquinas de humo en los conciertos musicales. Otro uso es como fertilizante de las plantas en los acuarios o para potabilizar el agua, ya que ayuda a neutralizar los efluentes alcalinos y controlar las incrustaciones de cal en los circuitos de refrigeración. Los soldadores profesionales los usan para proteger las soldaduras.
A la espera de obtener el visto bueno al estudio de impacto medioambiental integrado, lo que daría luz verde a la construcción, el proyecto contempla las siguientes afecciones y riesgos. Emisiones a la atmósfera por el incremento del tráfico de camiones. Además, también se verterán malos olores por la degradación de la materia orgánica durante el transporte, almacenamiento y manipulación de los residuos. Habrá afecciones acústicas tanto por el aumento del tráfico de camiones como del funcionamiento de la maquinaria, la carga y la descarga de los materiales. Otro de los riesgos contemplados es sobre las aguas, ya que la instalación generará cinco tipos distintos: escurrido de residuos, aguas fecales, aguas pluviales limpias, aguas pluviales grises y restos del 'digestato'.
El proyecto especifica que existe el riesgo de que los vehículos y la maquinaria sufran fugas, originando vertidos o derrames de sustancias contaminantes (aceites, grasas, combustibles, etc.) sobre la superficie del suelo, lo que podría contaminar las aguas subterráneas. Para minimizar esta posibilidad, diseñará una red de saneamiento y pluviales, junto con el correcto hormigonado de la zona donde se recepcionarán los residuos. Verdalia asegura que evitará el depósito de residuos en el vertedero para no contaminar el suelo. Además, la planta dispondrá de depósitos enterrados para el almacenamiento de la fracción líquida y los residuos sólidos que serán «estancos e impermeables para evitar fugas».
El amplísimo proyecto de la planta recoge que se producirán emisiones olorosas, principalmente amoniaco y ácido sulfhídrico, originadas por la manipulación y almacenamiento de los residuos orgánicos. En caso de fallo en los digestores anaeróbicos –los que convierten los residuos en biometano–, podría haber emisiones de biogás compuesto principalmente por metano y dióxido de carbono, además de sulfuro de hidrógeno. El sistema desodorizante emitirá trazas de ácido sulfhídrico, dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y carbono orgánico. La caldera de gas natural emitirá también las denominadas partículas en suspensión (tan pequeñas que flotan en el aire) compuestas por dióxido de azufre y óxido de nitrógeno, además de monóxido y dióxido de carbono. La antorcha de emergencia, la que quemará el exceso de biometano en los almacenes cuando sea necesario, despedirá óxidos de azufre, monóxido de carbono y óxidos de nitrógeno. Además, hay un grupo electrógeno, sólo para producir electricidad en caso de cortes, que emitirá monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y dióxido de azufre.
Según la documentación, para la recepción de residuos se calculan 120 camiones a la semana que llevarán hasta la instalación purín de vacuno, estiércol y purín vacuno concentrado –una media de 24 camiones al día–. Para la salida de sulfato amónico circularán 145 camiones al año. Para llevarse los restos sólidos del digerido, 2.268 camiones anuales y 3.681 para la fracción líquida durante unos siete meses del año. De esta manera, sumando el tráfico necesario para la recepción de residuos y la salida de los diferentes productos, se estima que rodarán a diario por las carreteras una media de entre 20 y 63 camiones de entre 20 y 28 toneladas.
La planta de tratamiento de purines producirá ruido principalmente debido al aumento del tráfico de camiones y al funcionamiento de la maquinaria dentro de la instalación. Las cargas y descargas de materiales y los equipos empleados en la planta también serán fuentes generadoras de ruido. «El ámbito de estudio se encuentra en un área alejada del núcleo urbano, cerca del vertedero de Meruelo y junto al edificio de Tragsa, lo que ya implica un tránsito de camiones. Este tráfico, junto con la actividad del vertedero y Tragsa, se considera una de las principales fuentes de ruido en el área del proyecto», justifica el promotor.
«Teniendo en cuenta los valores límite establecidos en la ordenanza de Meruelo (para zonas industriales, 70 decibelios máximos tanto de día como de noche), no se estarían superando los valores correspondientes al área industrial», recoge el proyecto. Toma como referencia Meruelo porque Hazas de Cesto no cuenta con normativa específica. Verdalia se compromete a realizar mediciones de ruido cada tres años –por parte de una entidad acreditada– y cada tres meses durante el primer año de funcionamiento de la planta. Además, anuncia que establecerá medidas correctoras. Entre otras, realizar las descargas en el interior de las naves, no hacer de noche las tareas más ruidosas o asfaltar la superficie rodada para los vehículos.
Los estudios de la compañía estiman que la planta de biometano y biofertilizantes necesitará, al menos, 7.552 metros cúbicos de agua al año, unos 7,5 millones de litros. El consumo total de agua de red solicitado es de 6.950 metros cúbicos, la gran mayoría. El resto será agua reutilizada de los diferentes procesos. La limpieza de los camiones y el baldeado de las naves tendrán un gasto estimado de 602 metros cúbicos.
Según se recoge en el proyecto presentado por Verdalia Bio Hazas, la planta cántabra de biometano tendrá un consumo eléctrico estimado de unos 12.910 megavatios al año. Para cubrir este elevado consumo energético, especifica la promotora en la documentación, contratará una potencia a la compañía suministradora de 2.500 kilovatios.
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