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A falta de poco más de un mes -el arranque suele producirse a mediados de junio-, los municipios con las playas más turísticas de la región ya trabajan en la planificación de la campaña estival. Y lo hacen de nuevo con las mismas normas anticovid ... que tan buenos resultados les dieron la anterior. Los arenales, pese a que Cantabria tuvo un récord histórico de visitantes, no registraron brotes, aunque, eso sí, hubo que acostumbrarse a unas medidas que se repetirán, en la mayoría de casos, este verano. La vigilancia en los accesos, el control de los aforos, la cartelería informativa y el vistazo a las páginas web antes de coger la sombrilla y la toalla regresarán. Los diferentes ayuntamientos confían en que la vacunación y, por tanto, el rumbo de la pandemia les faciliten aún más el trabajo. Además, aguardan a las normas y recomendaciones que les puedan llegar desde Sanidad y Salud Pública.
«Lo que funciona bien, mejor no cambiarlo. Así que pondremos en marcha sobre el 15 de junio las más de 50 cámaras que repartimos en 2020 por toda la comunidad y la web para que la gente pueda ver en tiempo real el grado de ocupación de las principales playas antes incluso de salir de casa», explica José Luis Gochicoa, consejero de Obras Públicas. «Fue una buena experiencia que además redundó en buenos resultados», añade. Eso sí, si nada cambia para entonces, los bañistas deberán tener en cuenta que el uso de la mascarilla es obligatorio para entrar y salir y para pasear por la orilla.
Únicamente se puede prescindir del tapabocas durante el baño, cuando se hace deporte y en la toalla siempre y cuando el vecino de al lado esté a más de metro y medio.
En Santander tienen claro el plan. La misma fórmula del pasado verano, que supuso un desembolso público de 330.000 euros. La capital es uno de los principales destinos. El Consistorio tuvo que esforzarse para controlar las once playas, ya que La Maruca y El Bocal quedaron reservadas únicamente para el baño. La intención es que la estrategia pivote de nuevo sobre tres ejes. La gestión de los aforos es, sin duda, el principal. Para conseguirlo, regresará la delimitación en los accesos, los sensores, las cámaras, los drones y una plataforma de gestión de datos, que permitirá determinar la capacidad máxima en función de las mareas. Porque este es otro problema añadido. En los meses de julio y agosto, la coincidencia con las amplias pleamares disminuyó notablemente los metros cuadrados de arena y obligó a restringir el acceso en determinadas horas del día.
La segunda pata es la información al bañista. La web de playas 'Santander a Punto' informará en todo momento del estado con un dispositivo basado en un semáforo que va mostrando en tiempo real el porcentaje de aforo de la Primera y Segunda de El Sardinero, La Concha, El Camello, Bikinis, La Magdalena, Los Peligros, Mataleñas, Los Molinucos y Virgen del Mar. Además, se recuperará la cartelería actualizada con las normas e instrucciones, así como códigos QR para poder escanear con el teléfono móvil. «La media diaria fue de 17.000 usuarios y se contabilizaron más de 1,4 millones de accesos durante todo el verano», explica la alcaldesa Gema Igual.
Santander es uno de los destinos incluidos en la guía de soluciones en playas y zonas de baño de destinos turísticos de la Red DTI en la época del covid, que presentó esta semana Segittur, la Sociedad Estatal para la Gestión de la Innovación y las Tecnologías Turísticas. Gema Igual participó en una mesa redonda en la que se analizaron casos de éxito a nivel nacional e internacional, donde expuso las medidas adoptadas por la ciudad el pasado verano con el objetivo de minimizar las consecuencias de la pandemia y así poder garantizar el distanciamiento social en las principales playas de la capital.
Pero no todo fue tecnología. En el operativo participaron más de setenta personas, que repetirían este año si la evolución de la pandemia lo requiere. «Empleamos dieciséis auxiliares de seguridad para restringir el acceso cuando el aforo se completaba y, además, había doce educadores ambientales dentro de la playa que realizaban labores de información y sensibilización», recalca Margarita Rojo, concejala de Medio Ambiente.
La zona oriental es uno de los puntos más comprometidos para los ayuntamientos, que en muchos de los casos disparan su población en julio y agosto. La causa hay que buscarla en la cercanía con el País Vasco, ya que muchos de sus habitantes veranean allí o directamente disponen de segunda residencia.
En Castro Urdiales se vigilarán los aforos. Al igual que en Santander, disponen de una web propia que gestiona la DYA y que informa a través de un semáforo de los grados de ocupación de los arenales. En Laredo, en cambio, aún no tienen claro lo que harán. «Estamos esperando a las normas que nos remitan desde Sanidad y Salud Pública», explica Adelia Melero, concejala de Medio Ambiente.
Santoña repetirá las medidas del verano pasado. «La orografía de Berria impide el control del aforo, aunque es imposible que se llene. Lo que en realidad determina la capacidad máxima son las plazas de aparcamiento. Cuando se acaban, es imposible que entren más personas. El verano pasado sólo tuvimos que cerrar los accesos un día en el que hubo una gran pleamar», explica Fernando Palacio, concejal de Medio Ambiente.
La misma situación se repite en Ribamontán al Mar. «Controlar el acceso en El Puntal, Somo y Loredo es imposible, así que nos volveremos a esforzar con la información a través de carteles y la gran labor del servicio de socorrismo», relata Francisco Asón, alcalde del municipio. En Langre y Galizano, en cambio, es más fácil, ya que sólo hay una entrada a los arenales.
En Piélagos, por su parte, el problema lo tienen, más que con la capacidad de sus arenales, con el tráfico. Canallave y Valdearenas se encuentran en un parque natural y, por extensión y orografía, «es imposible controlar el aforo», explica su alcaldesa, Verónica Samperio. Sus esfuerzos se centrarán «en la labor de concienciación de los socorristas», aunque, si fuera necesario, en Cerrias y Somocuevas, al tener un único acceso, podrían controlar las entradas.
Cerca de allí, en Suances, se vigilarán los aforos en La Concha y Los Locos. Habrá dos pantallas, una en la plaza de Viares, junto al Ayuntamiento, y otra en la plaza de La Concha, que informarán del grado de ocupación. En Comillas se recuperarán las pasarelas de acceso y las duchas y habrá direccionalidad obligatoria para entrar y salir, mientras que en Oyambre los esfuerzos del Ayuntamiento se centrarán en la vía principal de acceso al arenal, que estará controlada. «Este año activaremos las duchas y el resto de servicios si lo autorizan las autoridades sanitarias», explica Lorenzo González, alcalde de Valdáliga.
En San Vicente de la Barquera también repetirán medidas. «Vigilaremos las cámaras y, en cuanto nos indiquen los socorristas, cerraremos los accesos, porque controlar el aforo es imposible», afirma Dionisio Luguera, alcalde del municipio.
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