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Para Sandra García Liaño (Torrelavega, 1971), la solidaridad no es una burbuja que se pincha con el tiempo, «al contrario», matiza la responsable del programa de refugiados de Cruz Roja Cantabria. La primera vez que la región abrió sus puertas a personas desplazadas fue ... por la guerra en Kosovo en 1999. Vinieron 60 albanokosovares al Centro de Extranjeros de Torrelavega. La región cuenta con 95 plazas para acoger a personas que abandonan su país por guerras, o motivos de etnia, religión o género que ponen en riesgo su vida. Ahora, la invasión de Ucrania ha puesto a prueba el músculo de acogida, y un mes después de haberse iniciado el conflicto, Cantabria ha acogido ya a 234 ucranianos, de los cuales, 152 ya cuentan con la protección temporal.
-La solidaridad de particulares desbordó el sistema cuando estalló la guerra en Ucrania, ¿da abasto Cantabria o hay un cupo para acoger refugiados?
-No tenemos un cupo, tenemos la disponibilidad de plazas que vamos consiguiendo a través de las empresas hoteleras con las que tenemos convenios y con los albergues del Gobierno de Cantabria que han puesto a nuestra disposición y que han dotado de personal para que podamos atenderlos con la mayor garantía y de una forma integral. ¿Ese número es limitado? Sí, claro, pero a día de hoy tenemos disponibilidad para las personas que están llegando.
-¿A cuánto asciende esa cifra?
-El centro de refugiados ya estaba lleno cuando estalló la crisis, así que a día de hoy estamos alojando a 234 personas en distintos establecimientos hoteleros, más 50 personas que están alojadas en el albergue de Solórzano del Gobierno regional. Ya tenemos a nuestra disposición dos albergues más y se está dotando todos los albergues de los que dispone el Gobierno, así que las plazas van a ampliarse. A día de hoy no nos hemos encontrado con ningún inconveniente a la hora de alojar a nadie.
-¿Qué inconvenientes?
-Pues la no disponibilidad de plazas hoteleras o que estuvieran cubiertos todos los albergues. También sé que el Gobierno de Cantabria se está poniendo en contacto con los ayuntamientos y les está solicitando albergues municipales y muchos están dando respuesta: probablemente pueda haber disponibles más plazas de las que somos conscientes a día de hoy.
-Se cumple un mes del conflicto de Ucrania, ¿la respuesta institucional cree que llega tarde?
-No creo que sea tarde, creo que la respuesta está siendo ajustada a cada momento. Esto es una emergencia y no es previsible la cantidad de gente que puede llegar ni durante cuánto tiempo va a estar aquí, por tanto no podemos organizar de una manera matemática las cosas porque no tenemos certeza alguna. Continuamente estamos renovando las plazas: sabemos que mañana vamos a tener plazas, y pasado mañana vamos a tener más plazas. En el momento que veamos una carencia en el horizonte, habría que hablar con más gente o de otras cosas, pero a día de hoy, la respuesta es la correcta y es la que deberíamos dar todos.
-La crisis de refugiados viene precedida por la pandemia, que también nos obligó a adecuarnos al momento sobre lo que pasaba, ¿hemos aprendido a la fuerza a improvisar la ayuda?
-Creo que la ayuda nunca se improvisa, estamos preparados para atender emergencias y esto se traslada de unos equipos a otros. Esta crisis es complicada porque no podemos dimensionar el tiempo que va a durar la emergencia; suelen ser periodos pequeños sobre los que actuar en el tiempo y ahora mismo no podemos cuantificar ese tiempo. Creo que Cruz Roja está preparada para esto y lo que nos vaya llegando, esta es nuestra misión y estamos para actuar en las emergencias.
-Antes de la guerra, ¿cuántos refugiados había en la región?
-Nuestro programa estaba dando atención a 95 personas en el programa de acogida temporal que son los que solicitan protección internacional: venezolanos que llegaron por la crisis humanitaria; sirios, porque todavía colean crisis por la guerra; afganos que llegaron en agosto y que ya están en formación para el empleo y conocen el idioma; y malienses, porque en Malí también hay un conflicto bélico. Respecto a primera acogida, que sería el servicio que está dando atención a las 234 personas ucranianas, teníamos también alojadas 88 personas en aquel momento, y las nacionalidades prácticamente son esas: alguna persona de Senegal, Malí, Colombia, Venezuela, Siria y Afganistán.
-¿Cree que hay un tratamiento distinto a los refugiados ucranianos por una cuestión racial?
-Creo que se trata más bien de una cuestión de cercanía geográfica: coges un tren en Kiev y terminas en Sans, directamente en Barcelona. En ese sentido es más difícil acercarse a Siria o Afganistán y traer refugiados, que a Polonia o Hungría. Nosotros en ningún caso hacemos diferencia porque nuestro trabajo es atender a todos los que llegan.
-El plazo para obtener el permiso temporal establecido por la UE es de 24 horas, ¿les consta que se está cumpliendo?
-Sí, está siendo todo muy rápido gracias a la Delegación de Gobierno, las comisarías de Policía y el voluntariado de Cruz Roja. De las 234 personas, 152 ya han formalizado la protección temporal. Empezó el 15 de marzo y no es un trámite sencillo, nosotros tenemos que recoger a la persona en el hotel, llevarla a la comisaría para hacer el trámite y llevarla de vuelta al hotel, de ahí que sea tan importante la implicación del voluntariado.
-¿El sector privado está cooperando?
-Sí, claro, indudablemente. Las 234 personas están alojadas en hoteles, a día de hoy. Nosotros teníamos convenios en la zona del Besaya y Santander, y cuando ha surgido esta crisis y se les ha solicitado plazas, once establecimiento hoteleros han dado respuesta y estamos alojando allí.
-La iniciativa privada fleta autobuses, envía dinero a cuentas bancarias, manda alimentos... ¿qué ayuda es más necesaria?
-Nuestra labor es atender lo que tenemos aquí, los flujos migratorios son los que son en cada momento e intervienen muchos elementos, pero nuestra obligación es atender a todos los que lleguen. A las personas que decidan ayudar les diría que lo hagan por los canales oficiales y se aseguren de que va a llegar la ayuda de forma eficaz al usuario final.
-¿La solidaridad es una burbuja que se desinfla?
-Cruz Roja tiene la fortuna de contar con 17.000 socios en Cantabria que son fieles durante todo el año y a las causas y lo que va pasando. Muchas empresas y particulares de forma anual siguen colaborando ocurra la crisis que ocurra, quizá sí que es verdad que en el momento lo vivimos todos más en la piel, pero en nuestro caso tenemos una ayuda fiel. Una crisis tapa a otra crisis, en agosto era la crisis de Afganistán, ahora es la de Ucrania, y parece que la información se diluye porque aparece otra crisis nueva.
-Cruz Roja ha alertado acerca de mafias que intentan explotar sexualmente a refugiadas en los puntos fronterizos.
-Estamos vigilantes porque esto es un problema de cualquier movimiento migratorio que sufren sobre todo las mujeres migrantes, no solo en el conflicto de Ucrania. Lo mismo ahora que en otras crisis, con las personas que nos llegan a los centros y pisos de acogida porque son cosas que pasan, estamos muy pendientes.
-En esa vigilancia, ¿han detectado en la región algún caso de menores no acompañados que han llegado desde Ucrania?
-Hemos detectado algún caso ya en Cantabria, son menores que salen del país acompañados de vecinos, son traslados que hacen por la necesidad del momento. Cuando lo detectamos, nos ponemos en contacto con el Servicio de Atención de la Infancia, Adolescencia y la Familia del Gobierno de Cantabria, que inmediatamente activa el operativo. Desde Cruz Roja nunca alojamos 'menas' si no tenemos el permiso de este servicio del Gobierno.
-Cruz Roja cuenta con una bolsa de voluntarios, ¿necesitan algún perfil en este momento?
-Ha llamado mucha gente apuntándose y como llevamos ya un mes necesitamos rotar turnos, algo que nos va a hacer falta porque no sabemos cuánto va durar. Necesitamos que se apunte gente que tenga capacidad para hacer labores de traducción e interpretación del ucraniano. Cruz Roja es una institución de voluntariado y su apoyo es básico para hacer cualquier proyecto. Contamos con 3.000 personas voluntarias en la base de datos entre las nueve sedes y lo primero que hicimos cuando empezó la crisis fue hacer un llamamiento. De ahí ha salido una gran bolsa de la que vamos tirando, desde apoyo administrativo, apoyo psicosocial, traslado de personas ucranianas, y también labores de traducción e interpretación.
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