«En pleno encierro enseñé a Sancha a jugar al fútbol»

-¿Quién es Sancha?

-Una perra que mi hija res- cató de una guardería de Ciu-dad Real y que he terminado quedándome yo porque ella está viviendo ahora en Francia y, claro, no puede atenderla como es debido.

-¿Lo dice resignado?

-No, no, en absoluto.

-¿Cuántas veces bendijo ese momento en los días del estado de alarma?

-Pues bastantes, la verdad. Porque el confinamiento puede llegar a ser muy solitario, aunque estés con tus familiares más directos. Esos días enseñé a Sancha a jugar al fútbol y hasta alguna vez me ganó. Creo que nos hemos hecho un poco más amigos.

-¿No se llevaban bien?

-No. Al principio no congeniamos. Parece ser que alguien, quizá con mi voz o mi aspecto, la maltrató en su otra vida y todos mis esfuerzos para desvanecer esas malas sensaciones resultaron inútiles.

-¿Qué hizo por corregir ese comportamiento?

-Contraté a una 'entrenadora' que me recomendó no hacer ni caso a la perra, a lo que ella correspondió no haciéndome ni caso a mí, con lo cual la situación no mejoró mucho.

-No mejoró nada, vaya.

-No. La escasa curiosidad que yo podía despertar en ella se desvaneció.

-¿Ha utilizado a Sancha para airearse usted durante el confinamiento?

-A ver. Al vivir prácticamente en el campo, me permitía darle paseos un poco más largos. Incluso bastante más largos. Y aunque no era para tanto, ella en ocasiones 'se plantaba' y ya no había manera de moverla. Pero palabra que uno ha procurado mantenerse en lo posible dentro de los límites marcados por la ley.

-Si usted lo dice.

-Lo que ocurre es que Sancha es muy suya y, al final, quien mandaba era ella.

-Además de perros adoptados, como Sancha, los ha tenido regalados...

-...Un Boxer blanco, precioso, gentileza del exdiputado Jor-ge Vestrynge...

-...Comprados...

-...Que es algo que no debería hacerse con los perros...

-...E, incluso, recomendados por la Guardia Civil.

-Cuando descubrió que ETA me había estado siguiendo hasta las proximidades de mi casa, me recomendó hacerme con un revólver y con un perro que me acompañara en mis paseos.

-¿Lo hizo?

-Me compré el revólver con la sensación de que, en mis manos, un arma era aún más peligrosa que en las de la banda. Y me hice con un par de boxer. Una maravilla con los niños... pero un desastre con quien pudiera venir a atacarme.

-'Amar a los animales, sí. Pe-ro sin pasarse', Jáuregui dixit.

-Me fastidian los que prefieren el bienestar de los animales al bienestar de las personas, los que lloran por un gato abandonado pero no se conmueven ante los hombres y mujeres tirados por los suelos que viven cobijados debajo de cartones, quienes abominan la caza del zorro y permanecen indiferentes a la caza del hombre que todavía se da en muchos lugares de la Tierra.

-¿Cree que a alguno se le va la pinza o qué?

-Mucho. Alguno no entiende que la persona es lo primero. Y conste que soy un gran amante a los animales.

-Eso defendía en su artículo.

-Sí.

-Y también defendía el circo con animales.

-Quizá alguna vez lo defendí. Ya no. Aquello pasó, como pasan tantas y tantas cosas.