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William Shakespeare decía en 'Macbeth', una de sus obras cumbre, que el sueño es «un bálsamo para nuestras mentes». Un bálsamo que se ha visto afectado por la pandemia del coronavirus y el confinamiento al que ha obligado el estado de alarma, que « ... han alterado de manera significativa los patrones de sueño y nuestro bienestar». Así lo reflejan los resultados preliminares del estudio realizado por el grupo de I+D+i en Economía de la Salud de la Universidad de Cantabria y el Idival a partir de más de 1.400 encuestas, el 65% de ellas realizadas a residentes en la región.
Entre las conclusiones más destacadas, el 62,5% de los entrevistados manifiesta tener trastornos de sueño y la mitad de los mismos confiesa que los problemas han comenzado «hace sólo unos meses», hecho que puede derivarse de la situación de confinamiento. Según el Observatorio Global del Sueño, antes de la pandemia el insomnio afectaba en España a un 20-30% de la población, pero los resultados de esta macroencuesta «demuestran claramente que la situación ha empeorado».
causas
De forma más específica, el 42% de los participantes en el estudio considera que la calidad de su sueño es «pobre o muy pobre» durante el estado de alarma, frente a un 43% que lo define como «normal» y sólo un 14% que lo califica como «bueno o muy bueno». Los porcentajes de aquellos que han sufrido problemas en su descanso son peores en el caso de los parados (45%), los que han perdido el empleo a causa de la pandemia (48%) o los profesionales del ámbito sanitario y el cuidado de los personas (50%), con especial incidencia entre las mujeres, mayoritarias en estos dos sectores laborales.
«Vemos datos realmente preocupantes», refleja el grupo de profesores y científicos responsables del trabajo. Porque el sueño se reconoce en la actualidad como el 'cuarto pilar' de la salud, al mismo nivel que la alimentación, el estado de ánimo y el ejercicio físico. «Perdiendo horas de sueño se reducen nuestras capacidades cognitivas y de memoria, se altera nuestro ánimo e incluso se reducen nuestras capacidades para combatir posibles infecciones como en sí misma es la relativa al Covid-19», alertan.
trabajo del grupo de I+D+i en Economía de la Salud
Los principales problemas manifestados por los encuestados como consecuencia de la mala calidad del sueño son, por este orden, «sentirse exhausto y agotado por la mañana, levantarse en medio de la noche, despertarse demasiado temprano y no volver a poderse dormir». En concreto, manifiestan que, en promedio, no duermen bien tres noches a la semana. Y al ser preguntados por los factores, destacan principalmente cinco: los pensamientos múltiples, el estado anímico, la incertidumbre por el futuro a causa de la infodemia (exceso de noticias falsas y desinformación), la vida profesional y el estrés en el trabajo. Estas mismas razones, aunque en diferente orden, son también las cinco más citadas por los profesionales sanitarios.
Las dificultades para conciliar el sueño han provocado que un 23% de los entrevistados hayan recurrido a medicación para intentar dormir, un 6% a diario. Otro 16% afirma haber tomado productos de herboristería. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), España es uno de los países de Europa que mayor consumo de ansiolíticos, sedantes e hipnóticos y antidepresivos presenta.
Un paso más allá, el 76% de las mujeres reconoce haber sentido depresión durante el confinamiento, un 63% a veces y otro 13% a diario. Los porcentajes descienden entre los hombres hasta un 52 y un 8%, respectivamente, en consonancia con lo que sucede en todos los países europeos, en los que la depresión afecta más a mujeres que a hombres y la prevalencia es mayor entre la población con una situación social desfavorable. En el caso de los trabajadores de la salud y los cuidados, un 67,6% declaró sentirse deprimido en ocasiones, mientras que un 11,5% reportó sentir síntomas de depresión a diario dada la fuerte carga emocional y de estrés que tienen que afrontar.
Un complejo panorama que ha motivado «importantes» problemas de convivencia: un 20% de los encuestados asegura haberlos tenido en los últimos meses, agravándose a medida que se extendían en el tiempo las restricciones de movilidad.
recurso
Todo este contexto lleva al 53,7% de los ciudadanos a admitir que, en términos de bienestar, su situación ha empeorado respecto a la percibida antes de la irrupción del coronavirus. Este porcentaje se eleva al 68,6% en el caso de los trabajadores de la salud y los cuidados. Además, un 9,1% dice fumar más de lo que ya hacía habitualmente; un 11% consume más alcohol; un 27,6% confiesa haber empeorado sus hábitos nutricionales; y un 41,2% declara practicar menos ejercicio físico de lo acostumbrado.
Pero lo peor ya ha pasado. La reducción de las medidas de confinamiento y la progresiva recuperación de libertades, en paralelo a la menor incidencia del virus, conducen a una mejora de la situación. Así, un 80% de los encuestados ha comenzado a pasear en las sucesivas fases de la 'desescalada' y el 37% de los mismos considera que, a raíz de ello, la conciliación del sueño «ha mejorado notablemente». Parece que el bálsamo vuelve a ganar terreno a las pesadillas.
Participantes; 1.400 personas, de las cuales alrededor del 65% son residentes en Cantabria.
edad: Más del 42% de las respuestas son de personas de 36 a 55 años.
género: Un 68,95% de los encuestados son mujeres.
profesión: El 55% de las respuestas corresponden a personas que están en trabajando, siendo la mayor proporción técnicos y profesionales científicos e intelectuales de la salud y la enseñanza (en torno al 30%).
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