
Alberto Sicilia
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Alberto Sicilia
Lleva prácticamente tres años sin salir de Ucrania, lo que le da una visión privilegiada de en qué punto se encuentra la invasión iniciada por ... Rusia. Alberto Sicilia (Santander, 1981) es físico y desde hace unos años reportero de guerra para la televisión La Sexta. Confía en que el final ya está cerca.
–¿Cuánto tiempo lleva informando desde Ucrania?
–Llegué un par de semanas antes de que comenzara la invasión, que fue el 24 de febrero de 2022. Así, que tres años y un mes, exactamente. Desde entonces, he regresado un par de veces a Santander. Una estuve dos semanas y la otra algo más de un mes.
–El suyo es un oficio muy duro. ¿Alguna vez ha pensado en dejarlo y recuperar su vida?
–He tenido mis crisis, claro. En ocasiones, he pasado mucho miedo y me he planteado, ¿qué hago yo aquí?, ¿por qué hago esto? También he tenido momentos, económicamente hablando, de dudas porque este es un oficio que ahora está complicado. Cuando hay muchas noticias cuentan contigo, pero luego los conflictos bélicos se olvidan y desaparecen de los medios. Pero, aun así, no me arrepiento.
–¿En qué punto está la guerra?
–Bueno, creo que estamos con todos los matices, y repito lo de todos los matices, en el final. Es lo que se palpa en el ambiente, pero de lo que más se habla aquí ahora es de cómo va a ser el final, de cómo puede acabar la guerra y de qué es lo aceptable o no lo es en una negociación de paz.
–¿Qué piensa la población ucraniana?
–Esa pregunta me la hago muchas veces. Yo, al final, sólo transmito lo que veo, lo que me dicen mis ojos y orejas. ¿Es realmente esa la realidad?, ¿es realmente lo que la gente piensa, o solo lo que le transmiten a un reportero cuando les entrevista? A veces me cuesta saber cuál es la opinión mayoritaria. No estás seguro del todo de que te estén dando una visión general. Creo que la población ahora está más en ver si acaba la guerra, que en ver quién gana la guerra.
–¿Qué pasará después?
–La gran duda que le surge a la población es saber cómo será su vida después de que acabe la guerra, independientemente de lo que suceda con los territorios. Lo que acontezca después es una incógnita. Hay muchas preguntas en el aire. ¿Cómo va a ser la transición?, ¿cómo será el futuro ejército posguerra, que ahora integra un millón de hombres?, ¿van a regresar los seis o siete millones de refugiados que tuvieron que salir del país, la mayoría mujeres y niños?, ¿lo hombres que ahora no pueden salir del país, entre 18 y 64 años por si les llama el ejército, se quedaran aquí cuando acabe la guerra o se marcharán fuera? Hay muchas incertidumbres sobre la Ucrania de posguerra.
–¿Cómo ven allí la conexión Estados Unidos-Rusia para el alto el fuego?
–Aquí ha sido un shock que Estados Unidos haya pasado de ser un aliado a ser ahora, en el mejor de los casos, un país neutral o incluso más cercano a Rusia. Una cosa es que Trump les diese menos armas o les apoyase menos que Biden, pero que muestre más empatía con Putin ha sido todo un 'shock'.
–¿Cómo se tomaron la astracanada de Trump con Zelenski en la Casa Blanca?
–Sorprendentemente, eso aumentó la popularidad de Zelenski aquí, incluso entre la gente que está en la oposición o que públicamente menos le apoya. La población se lo tomó como una humillación para todo el país. Trump quería debilitar a Zelenski, pero provocó el efecto contrario.
–¿Qué cree que va a hacer Rusia con el plan propuesto?
–Rusia tiene un objetivo muy claro. Putin escribió un ensayo histórico que tiene colgado en la página del Kremlin y que dice, en resumen y en su opinión, que los ucranianos son rusos, que Ucrania es un país artificial. La esencia de esta guerra es que Putin considera que Ucrania no tiene sentido como Estado. Que puede tener sentido igual que lo tiene Bielorrusia, un país que esté dentro de la órbita rusa. Es decir, que puede tomar decisiones, por ejemplo, sobre si suben las pensiones, pero no sobre la posibilidad integrarse a la Unión Europea. Putin no quiere que Ucrania sea independiente en términos reales.
–¿Cómo es la guerra?
–No es como la gente se piensa. No hay explosiones, misiles y bombas en todos los lugares. Depende mucho de la zona del país donde te encuentres. En Kiev, por ejemplo, los colegios están abiertos, las tiendas también y por las mañanas hay atascos para ir al trabajo. Una casi normalidad interrumpida solo cuando hay amenaza seria y la gente tiene que acudir a los refugios. En el frente, en cambio, todo es muy diferente.
–¿En qué sentido?
–El frente es muy jodido, muy duro; sobre todo por los drones, que lo han cambiado todo. Ahora mismo es más peligroso entrar y salir de las trincheras, que seguir en ellas donde, aunque parezca raro, estás más a cubierto. Al salir del frente, en cuanto se mueve cualquier cosa, un coche o una persona, hay drones cargados con explosivos y te revientan literalmente.
–¿Qué hará cuando termine la guerra?
–Me gustaría ver cómo evoluciona Ucrania los primeros años de posguerra, porque creo que va a tener un montón de desafíos, y también me gustaría ver cómo se enfrenta a ellos.
–¿Putin se conformará o seguirá adelante con su planes imperialistas?
–Sobre otros países, se habla de Polonia o los Bálticos, no lo sé; pero con Ucrania no se va a conformar hasta que de una manera u otra la controle. Puede ser de manera territorial o través de un presidente títere que responda ante Moscú.
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