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No habían pasado cinco minutos del final de la conferencia de prensa, en la media tarde del sábado 19 de mayo, en la que Pablo Iglesias e Irene Montero anunciaron el plebiscito y ya sus partidarios en Cantabria habían activado la campaña en las redes ... sociales para sostener al frente del partido a los nuevos propietarios del famoso chalé de Galapagar. Valentía, coherencia y humildad eran los valores coincidentes que iluminaban a la pareja reinante en Podemos por someter su futuro al dictamen popular, aunque no resulte muy valiente, ni coherente, ni humilde presionar a las bases para que les avalen un proceder tan contradictorio con lo que hasta anteayer predicaban y hasta denunciaban en sus rivales políticos. Pero ya Iglesias nos tiene dicho que hacer política es cabalgar las contradicciones. Consultar a los militantes sobre el polémico 'casoplón', cuando por ejemplo no se les ha pedido opinión sobre el posicionamiento de Podemos en el conflicto de Cataluña, supone que la supervivencia política de Iglesias está por encima de todo en el partido.
Pues en eso está Podemos, inmerso en la incertidumbre de si el chalé adquirido por Iglesias y Montero en una decisión poco meditada, por decirlo suavemente, va a imponer una hipoteca asfixiante a todo el partido. El oficialismo, con Monedero, Echenique o Verstrynge en primera línea se han lanzado a defender por tierra, mar y aire el derecho de sus líderes a mejorar su estatus habitacional. Naturalmente, el futuro de Iglesias y Montero es el suyo también. Ni se imaginan que puedan perder el plebiscito, sólo temen que una fuerte abstención arruine su crédito. Por eso la movilización es muy fuerte, para evitar que los militantes den la espalda a la consulta en un clamoroso gesto de desdén a sus líderes por haber traicionado con un vistoso chalé el espíritu y el discurso que alumbraron el partido que iba a acabar con la 'casta'.
Fuera de 'Kichi', el alcalde de Cádiz, y de algunos dirigentes minoritarios que han censurado con dureza la conducta de Iglesias y Montero, entre los críticos de Podemos predomina la prudencia. Para qué tomar el riesgo de batallar en campo abierto, mejor sentarse a ver cómo salen Iglesias y su pareja de la consulta con la que quiere bendecir su arrogancia.
En esa línea cautelosa está el sector que acaba de ganar, con Rosana Alonso al frente, las primarias orgánicas frente al 'pablismo' que representaba Verónica Ordóñez. Algunos dirigentes han emitido a regañadientes un tibio reproche al acoso mediático sufrido por el secretario general y la portavoz, pero en general prefieren tomar distancia. Sólo los 'outsiders', que han roto hace tiempo con el partido, se han animado a criticar públicamente lo que otros muchos comparten en silencio. Cómo van a aprobar la operación inmobiliaria del chalé si un núcleo esencial de Podemos Cantabria tiene su origen en la plataforma contra los desahucios por hipotecas fallidas y en la reivindicación de un parque público de viviendas de alquiler. Opinan en este grupo crítico que Iglesias no saldrá indemne de la controversia: «Tocado ya está, hundido no lo sabemos todavía. Puede que gane el plebiscito, pero el chalé pasará factura en las elecciones».
También el presidente Revilla, por si sirve su olfato político y su conocimiento del personaje, está convencido desde el primer momento de que el asunto del chalé de Galapagar es de tal calado ideológico y tiene tanto impacto en la sociedad que se puede llevar por delante a Pablo Iglesias, si no es en la consulta de estos días, en un futuro no muy lejano
El encarcelamiento de Zaplana y, sobre todo, la demoledora sentencia del 'caso Gürtel', que tiene acorralado al PP desde todos los flancos del espectro político, incluso con una moción de censura en el horizonte, han tapado en buena medida el ruido del chalé. No obstante, la consulta y sus consecuencias mantiene en vilo a Podemos en toda España. También en Cantabria. A nivel interno, porque el partido tendrá que celebrar en algún momento de los próximos meses las primarias para elegir candidatos en las elecciones autonómicas y municipales de 2019, en las que en principio volverán a competir el sector afín a Iglesias y a la cúpula de Madrid y el grupo ahora mayoritario, pero ambos con fuerzas bastante igualadas en el Consejo Ciudadano, su principal órgano de dirección.
Superen o no Iglesias y Montero el escollo de la consulta, la polémica no le hace ningún bien al partido que dirigen, inmerso en una trayectoria declinante que apenas empezaba a repuntar en las últimas semanas. En lo que concierne a Cantabria, dos recientes encuestas sitúan a Podremos en el estrecho margen que existe entre obtener dos escaños en los comicios autonómicos –en 2015 obtuvieron tres– y quedarse fuera del Parlamento de Cantabria.
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