![«No podemos dormir sólo de pensar que la clínica cierra y perdemos el dinero»](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202010/08/media/cortadas/58869839-kjzE--1248x830@Diario%20Montanes.jpg)
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Una pareja de jubilados abandona la clínica Dentix de la calle Calvo Sotelo, en Santander. Cada uno tiene una sensación diferente. Él es optimista, pero ella no. Isabel Aspiazu cuenta que ella y su marido, Hermenegildo, no pueden dormir por la incertidumbre. No saben ... qué pasará con su tratamiento. Las clínicas dentales Dentix han entrado en concurso de acreedores, lo que pone en peligro la actividad de los tres establecimientos que tienen en Cantabria: Santander, Torrelavega y Castro Urdiales.
Isabel y Hermenegildo han gastado varios miles de euros en su salud bucal, pero seguían sin cita. La que tenían para marzo se suspendió por el estado de alarma. Entonces, les dijeron que debían esperar hasta septiembre para una nueva. Pasó el verano y no recibieron ninguna noticia hasta que el lunes se publicó en la prensa el posible cierre de decenas de clínicas en toda España. Por ello se presentaron en el local. «Pensé que nos íbamos a encontrar la persiana bajada y un cartel que pusiera: cerrado en mayúsculas», confiesa Isabel. Eso les pasó en 2018 y ahora les vuelve a quitar el sueño. En el cierre de las clínicas iDental perdieron miles de euros. «No pudimos recuperar todo el dinero. Habíamos gastado 9.000 euros en mi marido y casi 5.000 en mí», afirma. Una parte del dinero fue recuperado a través de la compañía financiera, pero no recibieron todo. Además, les dejaron la boca en una situación «horrorosa». Por ello les aterra un nuevo cierre.
Hermenegildo es optimista porque le han concretado las cuatro citas por las que ha pagado, en las que otra vez ha invertido miles de euros. En la clínica «tienen la orden de seguir con la actividad normal, eso nos han comunicado». Pero Isabel no se lo cree. Ella recuerda lo que les pasó en la otra clínica y cree que en cualquier momento pueden cerrar la persiana y encontrarse el fatídico cartel: cerrado.
Sin haber recibido el tratamiento, ya lo tienen todo pagado. A Isabel le dieron la opción de pagar por plazos, pero a Hermenegildo no: «A él, por la edad, le obligaron a pagarlo a tocateja». Y abonaron todo en un único plazo, acogiéndose a un descuento. Ahora temen que sea a cambio de nada. «Somos jubilados y no nos sobra el dinero», recalcan. Y en este caso no tienen el colchón de la compañía financiera que tenían en 2018. No saben si podrán recuperar algo de lo gastado.
«Aunque nos hayan dado cita no nos han disipado las dudas», asegura Isabel Aspiazu. Ella, comenta que «las chicas de la clínicas no saben lo que pasa con la empresa». Cree que ellas saben lo mismo que los clientes. Por eso le entran dudas: «Creo que puede cerrar en cualquier momento», dice. Aun así, ambos defienden el «impecable» trato que les han dado las empleadas. «Las chicas que nos han atendido son las de siempre. Son muy majas y nos han atendido perfectamente, pero este asunto no depende de ellas», afirman. Así, con varias citas apuntadas en la agenda pero con más dudas que certezas en la cabeza, se van a casa a falta de noticias que resuelvan si recuperarán su dinero, si les curarán sus bocas o si volverán a repetir la pesadilla de 2018 que no les deja dormir.
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