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A l principio eran tres candidatos que, procedentes de las dos facciones enfrentadas hace largo tiempo, acordaron reunirse un par de tardes para explorar con buena voluntad, eso dijeron todos, una lista única. Este primer acto de las primarias de Podemos Cantabria presentaba una ... trama tan forzada, tan poco creíble, que apenas se sostenía. Cuando la pugna parecía aclararse con el mutis por el foro de uno de los aspirantes, apareció en el escenario otro inesperado para mantener ese aire como de tragicomedia de enredo que ha caracterizado la vida interna del partido morado. Las cifras de participación en las primarias pondrán a prueba la vitalidad de Podemos, pero no será por falta de líderes dónde elegir.
Verónica Ordóñez, la portavoz de Podemos en el Parlamento regional, Rosana Alonso, diputada por Cantabria en el Congreso tras las elecciones generales de 2015 y 2016, y Fernando Abad, un militante torrelaveguense de trayectoria menos conocida, optarán a la secretaría general del partido, que ya ha tenido tres inquilinos en tres años de constante convulsión. Primero fue José Ramón Blanco, luego Julio Revuelta y finalmente Alberto Gavín, quien consciente del notable desgaste asumido voluntariamente en la batalla interna, ahora ha dejado paso a Ordóñez en la candidatura del aparato. Enfrente, Alonso, como representante del grupo crítico, y Abad, quien presentó sobre la bocina sus credenciales. Propone que el poder en el partido emane desde las bases, a las que él pertenece, y no desde los cargos de relumbrón, como los que ocupan sus oponentes en las primarias.
Había otro aspirante, el concejal de Bezana Luis del Piñal, el primero en postularse como candidato a las primarias y el primero en replegarse hacia las filas de Ordóñez. El grupo crítico cree que la efímera opción de Del Piñal, liberado del partido, formaba parte de una maniobra táctica orquestada desde el principio por el oficialismo para señalar a Alonso como la única que rechazaba el consenso.
En la breve negociación inicial oficialistas y críticos compartían la idea de que esta vez ya tocaba que fuese una mujer quien ocupara el liderazgo de Podemos Cantabria, pero el acuerdo llegó hasta ahí, porque los dos grupos exigían que fuese su candidata la que estuviera al frente. Así pues, tendrán que competir. Verónica Ordóñez es la candidata de mayor visibilidad por su protagonismo parlamentario. Rosana Alonso no genera rechazos, aunque está por ver si reúne adhesiones suficientes. La apoyarán dos de los anteriores secretarios generales: el diputado Blanco, que va en la lista, y Revuelta. El tercer candidato en discordia, Abad, aparece con menos posibilidades de victoria, pero sí de que la cuota anticapitalista que representa tenga acomodo en la composición proporcional del nuevo Consejo Ciudadano.
En las primarias de Podemos subyace la larga confrontación de dos modelos: el aparato frente a los círculos críticos, la disciplina vertical frente la transversalidad, la obediencia a Madrid o la autonomía, la jerarquía innegociable del partido o la ‘marea’ abierta a sensibilidades y movimientos sociales, los partidarios de Pablo Iglesias y los de Íñigo Errejón o Carolina Bescansa… Factores políticos, ideológicos, estratégicos, personales y también de orden práctico. Por ejemplo, el manejo de los recursos, o sea, del dinero, que ha provocado conflictos entre los trabajadores del partido y en las relaciones de los tres diputados del grupo parlamentario, especialmente tormentosas entre Verónica Ordóñez y Alberto Bolado.
La pelea interna ha consumido mucha energía que ha faltado en la acción política. Fuera de la actividad parlamentaria, intensa e influyente en muchos momentos de la legislatura, en el apoyo al Gobierno o en la oposición, Podemos no ha logrado la cohesión orgánica ni ha expandido la estructura del partido al conjunto de la región. Más bien todo lo contrario, a juzgar por los síntomas de desmovilización que se detectan en las bases.
No es la mejor coyuntura para afrontar dentro de 14 meses las elecciones autonómicas y municipales. Los problemas específicos de Cantabria ahondan el declive general que los sondeos atribuyen a Podemos, sobre todo por su ambigüedad y sus bandazos en Cataluña. Todos en Podemos admiten que la crisis catalana ha hecho mucho daño al partido en el conjunto de España. No obstante, también intuyen un repunte a partir de la creciente movilización política en la calle: en las pensiones, en la educación, y desde luego, en la huelga feminista del 8M, a la que algunos partidos se adhirieron con entusiasmo y otros opusieron más reparos, pero que llevaba en su convocatoria el sello ideológico de Podemos y hasta el color morado que le identifica.
En lo que concierne a Cantabria, los sondeos más o menos verosímiles que se manejan al día de hoy sitúan a Podemos en el filo de la navaja, entre 0 y 2 diputados, en torno al 5% de los votos que fija el límite de la representación parlamentaria. En los comicios autonómicos de 2015 obtuvo un 8,99% de los votos y tres escaños. Eran los tiempos felices de un partido que se sentía sobrado para intentar en solitario el ‘sorpasso’ al PSOE. Ni siquiera había síntomas del progresivo desgaste que hoy le obliga a contar con todos los votos que salgan de la confluencia con Izquierda Unida y otros grupos cercanos para mantener el tipo en las urnas.
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