PODEMOS EN TIEMPOS DIFÍCILES
Al desplome en toda España, que constatan los sondeos en pleno conflicto de Cataluña, se une la crisis de liderazgo y la convulsión interna en Cantabria
Jesús Serrera
Santander
Domingo, 5 de noviembre 2017, 08:50
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Jesús Serrera
Santander
Domingo, 5 de noviembre 2017, 08:50
Carolina Bescansa, penúltima víctima de las purgas que periódicamente se producen en Podemos, ha dicho que el partido no es capaz de explicar su proyecto político para España. Seguramente respiraba por la herida que Pablo Iglesias le acababa de infligir, pero algo de razón ha ... de tener, a la vista de la tendencia declinante que ha venido arrastrando la formación morada en todos los sondeos hasta desplomarse con ocasión del conflicto en Cataluña. El problema general se agrava en Cantabria con una larga crisis de liderazgo, con la convulsión interna y la desafección de la militancia.
Pablo Iglesias ha sido y probablemente va a seguir siendo el más importante capital político de Podemos, pero es innegable que atraviesa sus horas más bajas con los bandazos en el discurso sobre Cataluña y las voces y posicionamientos dispares que surgen al respecto aquí y allá, y que la cúpula del partido intenta reconducir a duras penas. Entretanto, las encuestas auguran una caída muy pronunciada que situarían a Podemos no solo lejos del ‘sorpasso’ al PSOE, sino incluso por debajo de Ciudadanos.
Iglesias estuvo en Cantabria el viernes 27 de octubre que acogió la declaración de independencia y la réplica del Estado mediante la aprobación del artículo 155 de la Constitución. La coacción agresiva del grupo ultra concentrado en la entrada al Palacio de Festivales no justifica por si sola la discreta media entrada en el primer acto público del gran líder en la región. Para empezar, el sector crítico sólo se hizo presente para pedir a Iglesias que se convoquen las primarias en Cantabria. Ni siquiera acudieron algunos de los participantes en la génesis de ‘Arronti’, el proyecto que el partido en Cantabria presentaba en ese acto como base del programa electoral para mayo de 2019. Tampoco a Miguel Ángel Revilla le gustaba mucho la visita de Iglesias ni se mostró esta vez tan hospitalario como en las vísperas de las elecciones generales de diciembre de 2015, aquel efusivo desayuno con sobaos de dos estrellas mediáticas.
Podemos Cantabria ha venido desarrollando una intensa acción política, primero para condicionar la política social del Gobierno presidido por Revilla, al que ayudó a investir, y luego para marcar la agenda de la oposición en asuntos tan relevantes como el ‘caso Salvador Blanco’. También ha estado muy presente en el activismo en la calle, desde los desahucios a todo tipo de movilizaciones urbanísticas, medioambientales o educativas. Sin embargo, lo que no ha logrado es preservar la cohesión del partido, zarandeado por continuas colisiones de orden político y también personal.
Tres secretarios generales en media legislatura es demasiado, incluso para la acreditada tendencia al conflicto y la división en la izquierda. El anterior líder, Julio Revuelta, y el equipo que dimitió con él propugnaban una acción política que trascienda del partido hacia una ‘marea’ social más amplia y transversal, menos controlada. La actual dirección, en manos de Alberto Gavín y de la diputada Verónica Ordóñez, entiende que la ‘marea’, en todo caso, necesita planificación, trabajo y recursos antes de fluir a la sociedad. O sea, el partido manda.
Las diferencias internas tienen su reflejo en el Parlamento, por no decir que allí tienen su origen, en asuntos tan visibles como el debate sobre Cataluña, que ha ido dando tumbos en los contenidos y en las formas. El diputado Alberto Bolado, al que la dirección quiere recortar el sueldo, salió a defender la posición del partido sobre la actuación de los cuerpos policiales en el 1-0, divagó ampliamente sin explicar cuál era y luego abandonó el hemiciclo sin votar. Entre Bolado y Ordóñez, enfrentados, guarda las distancias el tercer diputado, José Ramón Blanco, que fue el primer secretario general de Podemos. Los actuales dirigentes cántabros se alinean estrictamente con la facción de Pablo Iglesias, ganadora en la pugna interna de Vistalegre II, que también generó crispación en Cantabria.
En un momento de declive en toda España y de convulsiones internas en Cantabria se constata malestar y desmovilización entre la militancia de Podemos. En 2015 el partido no concurrió a las elecciones municipales con sus propias siglas como una medida de prudencia para evitar contaminarse con candidaturas poco fiables y se limitó a apoyar a algunos grupos afines. Aquella decisión provocó la primera crisis interna. Casi tres años después, Podemos sigue sin contar con una estructura digna de tal nombre que alcance a los 25 o 30 municipios más importantes.
Los círculos críticos, que exigen primarias autonómicas cuanto antes, denuncian que el retraso de seis meses de este proceso recientemente acordado, responde a la ‘bunkerización’ de los dirigentes para consolidar su poder interno. El argumento con el que Gavín y su equipo justifican la demora es que el partido necesita tiempo y calma para desarrollar del proyecto político y para afrontar lo que, en efecto, todos en Podemos admiten como una asignatura pendiente: extender la impronta del partido al ámbito municipal como un factor indispensable para remontar el vuelo y afrontar con alguna garantía las elecciones de 2019.
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