El podio de la visibilidad

Tradicionalmente reducido a disciplinas como tenis, voleibol, atletismo y atletismo, por citar otros ejemplos, y siempre con menos retribución y foco mediático, progresivamente comienza a despegar. Un proceso lento pero que sin embargo lleva poco a poco a popularizar unos deportes y democratizar otros que tradicionalmente parecían destinados exclusivamente a los hombres.

«A veces cuesta que venga gente, pero por ejemplo el otro día, teníamos público durante el entrenamiento en la bolera.Eso es que algo está cambiando», explica Iris Cagigas, pese a su juventud una de las mejores bolistas del Circuito femenino y firme defensora del deporte (los bolos no es el único que practica) y las políticas de igualdad.

Lejos de haber superado las desigualdades, el deporte femenino se abre paso.Muchas veces gracias a la iniciativa y sacrificio de figuras individuales. Así nació el Monte femenino y elactual Racing.Este último surgido como apuesta casi personal de un grupo de personas comandado por Anto Verdugo, José ÁngelPeláez ySilvia Martínez, actual capitana de un equipo que ya compite en las Instalaciones Nando Yosu con los colores y nombre del Racing y que la próxima temporada, cuando espera militar en la nueva 'Primera B' (segunda categoría nacional) debería estar plenamente integrado en la estructura verdiblanca como una sección más.

Un deporte que rompe con claridad el rol de género es el rugby.El Independiente ha apostado por su equipo femenino, que en pleno crecimiento acaba de asaltar, aunque no haya tenido éxito, el ascenso a la máxima categoría.Tienen reivindicaciones pendientes, aunque no las lancen aún públicamente, y encarnan la evolución del deporte femenino; no acotado ya a una serie de disciplinas. Como ocurre conSara Fernández, copiloto de rallys acostumbrada a moverse en un mundo marcadamente masculino en el que ha sabido desenvolverse.

Los mayores retos del deporte femenino son, hoy por hoy, dos.Ya se ha superado esa barrera simbólica que apartaba a las mujeres del deporte, pero resta mucho para una igualdad real. La visibilidad y las retribuciones aún están muy lejos del deporte femenino. En todos los casos.Tanto en la élite mundial como en la pequeña escala que constituye Cantabria, donde la abrumadora mayoría de los deportistas, también los masculinos, son aficionados semiprofesionales. Más allá delRacing y alguna excepción de la Gimnástica, el Sinfín o el Estela, generalmente foráneas y con un sueldo mínimo, el deporte se compatibiliza con otro trabajo.Y en el caso femenino, en la práctica totalidad.

Sólo un puñado de casos escapan a esta norma.Es el de la ya retirada RuthBeitia, pero para ello ha tenido que ser la mejor atleta española de la historia. Dos medallas olímpicas, otras tantas mundialistas y cuatro entorchados europeos resumen el tributo que pagó para ser profesional.

También las hermanos Fuentes-Pila han podido vivir del atletismo. Pero para lograrlo, además de mucho sacrificio, tuvieron que acreditar su condición con campeonatos nacionales, internacionalidades e incluso la participación olímpica.Ese es el precio para que una cántabra rompa esa barrera de cristal.

Pero al mismo tiempo el deporte femenino progresa en toda España. Las más de 48.000 personas que siguieron enSan Mamés el partido se semifinales de Copa entre elAthletic y el Atlético de Madrid constituyen un ejemplo de que algo se ha progresado. Pero hay otras caras de la misma moneda. El Racing femenino juega en el campo 3 de las Instalaciones Nando Yosu, que ni siquiera tiene grada. La Federación tiene un proyecto que al Racing le gusta, pero de momento está por llegar.Como otras muchas cosas.