Secciones
Servicios
Destacamos
Con ánimo constructivo vuelvo hoy a una de mis manías, la escultura urbana. El próximo año se cumple un siglo del fallecimiento del periodista José ... Estrañi, director que fue de 'El Cantábrico'. Su monumento en la avenida de Reina Victoria no está presentable para la ocasión, y ostensiblemente falta un busto que recuerde el aspecto del personaje, y algún rótulo, aunque sea de Realidad Disminuida, que informe de por qué mereció un espacio en paseo tan elegante.
Veo también problemas para el científico Augusto González de Linares: su busto fue trasladado, desde un mirador frente a la Primera Playa, a las inmediaciones de un vial ante el Hotel Sardinero. Se restauró tras ciertos actos vandálicos y se colocó a resguardo de los vándalos… y de los romanos. Solo los que tengan seguro de vida se aproximarán a contemplar dicha obra, sin temor a ser, como seguramente serán, atropellados por los que circulen por el vial. Gozar, lo que se dice gozar, de la obra, solo con prismáticos. No lejos de allí, hay nada menos que un Benlliure dedicado a la Marquesa de Valdecilla y su labor benéfica hacia la infancia desvalida. La plazoleta homónima no es muy transitada (quizá sí 'aparcada') y por tanto es una obra de arte que no se disfruta tanto como se debería. Convendría estudiar una reubicación.
Volvamos a Reina Victoria: el rincón donde se ha retirado el pétreo monumento a la Brigada de Navarra que 'liberó' Santander hace 81 veranos, y del que nadie hacía ya el menor caso, debería ocuparse con algún otro icono que diera contenido y lustre al paseo. La propia reina Victoria Eugenia de Battenberg no sería un mal tema. Al menos los turistas británicos encontrarían una nieta (realmente 'Victoria Eugenie Julia Ena') de su legendaria reina Victoria, de donde procede la nostalgia del 'Brexit'. Y después de todo, es 'su' avenida.
En el Parque de Mesones, siento que el monumento al poeta José Luis Hidalgo necesita un contexto mejor y más amable, para realzar esos perfiles siempre telúricos que le salían a Jesús Otero de debajo de las piedras, y que el tiempo tiende a igualar con hieráticos ídolos incas o mayas. Ahora mismo es una especie de encuentro con un oso pardo mientras haces 'running' escuchando Radio Clásica. En la escultura pública, el entorno es también parte de la obra. Un poeta sin poema es una petición de principio. Por favor, unos versos. Acaba de cumplir 60 años esta pieza: efeméride servida. Y el año próximo, centenario del nacimiento del autor.
Y último apunte. El monumento a los marinos montañeses junto al Palacete del Embarcadero tiene letras doradas sobre fondo claro, con lo que, cuando recibe de plano la luz del sol, es un 'flash'. Y mira al sur… Así que no me acuerdo de ningún marino, solo de unos molestos destellos como en aquellos sextantes que a ellos les dejaban pistojos.
Si todo esto parece demasiado tradicional, tampoco sería cuestión de oponerse a que ciertos espacios sean ocupados por esculturas contemporáneas de forma temporal, de modo que se vayan relevando unas a otras y el paisaje cambie de un día para otro con un nuevo estímulo estético. Así la ciudad es una galería de arte de intemperie. Todo, menos dejarlo estar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.