Secciones
Servicios
Destacamos
Hay algo en las coincidencias que vuelven a Félix Álvarez (Santander, 1966) un tipo implacable: «El 26 de mayo es mi cumpleaños y se celebra San Felipe Neri, patrón de los humoristas, así que estoy predestinado a ser diputado». Ese fin de semana, además, ... el Racing se juega el play off de ascenso, y ahí se le abren aún más los ojos al candidato de Ciudadanos al Parlamento de Cantabria, que vuelve a jugar en casa después de haber pasado tres años en el Congreso de los Diputados «cociéndose» como político: «Ahora estoy para comerme», dice, y a uno le entran ganas de sonreír, no tanto por el chiste, sino por ese extraño hallazgo que es una licencia al humor en este tiempo de discurso electoral, frenético como un montaje de 'youtuber': «En política ahora mismo hay mucha hipérbole y aspaviento, mucho griterío», dice, quizá por eso, a lo largo de la conversación, hará del dato su argumento para lograr sus objetivos: «Quitar grasa a la administración y destinar esos recursos a sanidad, a educación y dependencia». La duda está en si acabará recitando el guión de la política oficial, o es en realidad el verso libre que promete la formación naranja contra el bipartidismo.
¿Qué queda de Felisuco en el candidato Félix Álvarez? «Muy poco», dice, y eso que es el nombre que utiliza como perfil en su cuenta de Twitter. «De hecho, en el Barrio Pesquero, las señoras me llamaban Felisín», pero recuerda el orgullo con que llevaba por España el diminutivo cántabro que le puso 'Flo'. Ahí sonríe: es el único gesto que le concede al personaje televisivo que fue. «Se puede ser muy serio, y a la vez tener sentido del humor; yo procuro unir ambas cosas», y cita a Fernando Savater, que decía que «más importante que el valor es el humor, porque el valor te puede salvar de la muerte, pero el humor te puede salvar de la vida». Sólo hay una cosa que le quita la sonrisa: «Las injusticias», dice. «Ver a la gente pasarlo tan mal me enfadó, nos enfadamos todos, de ahí el 15M», pero en su caso la gota que colmó el vaso fue cuando su hija Carla, doctora en neurociencia, tuvo que irse de España para trabajar: «Se fue a 11.000 kilómetros de casa, a Chile». Y ahí se bajó de las tablas para «afiliarse en secreto» a un partido que después le eligió para ser candidato al Congreso y que ahora aspira a presidir Cantabria.
Fiscalidad: «Por cada euro que suba de impuesto del IRPF Sánchez, nosotros lo bajaremos en el tramo autonómico; ante la subida a nivel nacional, nosotros bajaremos el IBI o el impuesto de matriculación, seremos el contrapeso de las políticas de Pedro Sánchez», dice Álvarez: «Si aquí gobierna también el partido socialista, los cántabros nos tendremos que echar las manos a las carteras porque nos las van a llevar». Además, para los autónomos, propone «algo revolucionario y de sentido común: evitar que tenga que adelantar el IVA de las facturas que no han cobrado»
Cantabria Vacía: Las cuatro mujeres que aparecen en la lista autonómica de Ciudadanos proceden de otros partidos, una de ellas es Marta García. «Tiene ganadería extensiva, y cuando sube las vacas, si le pasa algo, no hay cobertura», dice el candidato de su partido. Esa brecha digital es una rémora que enfrentarán como medida contra la despoblación rural: «Haremos una rebaja en el IRPF del 60% a las personas que trabajan en zonas de riesgo de despoblación así como ampliar a tres años la tarifa de treinta euros para mujeres que instalen negocios en el mundo rural».
Cultura: «Ahí me tocas el corazón», dice Félix Álvarez ante la pregunta de si recuperará la Consejería de Cultura (ahora bajo el ala de Educación). «Por creencia por supuesto, pero por posibilidades económicas, no lo sé. Ahora bien, si algún día se sanean las cuentas del Gobierno de Cantabria, me comprometo a que haya una única Consejería». La cultura, dice, «es el tuétano de los huesos de un país y la forman los creadores, los intérpretes y los ejecutantes. Siempre se destina todo al final de la cadena, y mi apuesta es por la fomentar la creación desde la base».
Conciliación: «Conciliar es una palabra que se sigue usando en femenino», así que para luchar contra esa desigualdad, «ampliaremos y equipararemos los permisos de maternidad y paternidad hasta las 16 semanas para cada progenitor, y cuando ambos progenitores disfruten de forma corresponsable de todas sus semanas iniciales, «cada uno de ellos dispondrá de un bonus de corresponsabilidad de dos semanas más, hasta un total de 36 semanas entre ambos». Además, «las guarderías de 0 a 3 años serán gratuitas, y nos comprometemos a hacerlo en esta legislatura»
¿Cree que la política aún puede cambiar las cosas? «La política es la única forma de transitar por la historia sin matarnos, y aunque hay quien la identifica con tener poder, para mí es la posibilidad para transformar la sociedad, aunque para eso, claro, necesitas poder». Y eso es lo que va a salir a lograr el 26 de mayo: el poder, los votos que lo hagan diputado, la profecía auto cumplida de la coincidencia de su cumpleaños y su patrón. Todo empieza con una convicción: ¿se ve en el gobierno? «Voy a estar en el gobierno», responde como si corrigiera la formulación de la pregunta. A partir de ahí, con la certidumbre como perspectiva, toca por abrir las puertas de esa casa en la que quiere trabajar «con la satisfacción de dejarla mejor» de como la encontró.
¿Con qué se quedaría del actual Gobierno? «Pues me lo estás poniendo en chino», dice mirando el techo como si ahí arriba fuera a encontrar algo a lo que agarrarse, pero al final niega con la cabeza: «Se han generado muchos puestos de trabajo para amiguetes y enchufados, la economía está desastrosa, en educación está todo el mundo a la gresca, la sanidad está en los juzgados, los proyectos de gobierno no se sabe si tienen futuro o no». Con este panorama, ¿un pacto con el actual líder de ese Gobierno parece lejano? Entonces Félix Álvarez matiza y demuestra que sí, que está cocido, que tiene tablas no sólo en la escena: «La economía, algo trascendental para los ciudadanos, la lleva dirigiendo el Partido Socialista cuatro años. Hemos aumentado en ese tiempo la deuda pública en más de 700 millones de euros en época de bonanza, creciendo entre el 2,6 y el 3%. La economía de Cantabria está bloqueada, y es responsabilidad del presidente, pero quien lleva los designios económicos es el PSOE», dice, y no espera a la pregunta apuntar hacia su diana: las empresas públicas: «Deben al Ejecutivo más de 61 millones de euros, según la Airef; sólo la Fundación Comillas cuesta 6 millones de euros para que cada año se gradúan ocho alumnos al año, hay más profesores que alumnos, y eso no puede ser», dice.
Son cambios estructurales en la administración lo que sostiene el programa electoral de un partido que en Andalucía ya gobierna con la derecha y que allí, según el candidato cántabro, «se han eliminado en este tiempo 101 empresas públicas y fundaciones, y se han destapado 25.000 nóminas de trabajadores fantasma». ¿Y en Cantabria, cree que el presidente Revilla estaría dispuesto a hacer esos cambios?«No se trata de si quiere hacerlos o no, se trata de que quiero yo. Y si quiere contar con mi apoyo y el de Ciudadanos, tiene que asumirlos y, si no, pues nada».
En el despacho donde sucede la entrevista hay eco. Una mesa, varias sillas, los folios manuscritos en los que el candidato prepara su argumentario a boli negro; puño y letra como si las ideas también hubiera que ararlas sobre el papel. La sede del partido en Cantabria tiene todo tan blanco que invita a pensar en las libretas nuevas, con su olor a goma; la promesa de que todo está por escribir lo evidencian las paredes recién pintadas de un piso convertido en sede en el centro de Santander. Ciudadanos lo sabe: «Es que no tenemos mochilas cargadas de piedras, y eso nos permite ir ligeros a cumplir lo que prometimos frente a otros partidos políticos con una red clientelar a la que tienen que someterse».
«El mundo se va al carajo... ¡actores dando premios a políticos! El mundo ya no se sostiene», dice cuando recuerda el día que el Sindicato de Actores le dio un premio como portavoz de la Comisión de Cultura que logró aprobar por unanimidad el informe sobre el Estatuto del Artista. «Cuando salí a hablar, les dije, ya os vale cabrones, que me deis un premio cuando he dejado el teatro», y se ríe. «Fue el día más feliz de mi vida política. Esa sensación de ver a la gente feliz es impagable». Por eso, dice, no se aleja tanto su oficio de actor con el de político, en ambos tiene al otro lado alguien a quien aportar algo. Ahora, cada vez que entra en una sala de teatro, le entra «un ataque de nostalgia». Por eso escogió la sala Pereda: «No sé si mi carrera política será de cuatro, ocho o doce años, pero cuando me decidí entrar en política, estaba con Josema Yuste haciendo 'Taxi', y los productores me animaron a dar el paso a la política; me prometieron que me producirían una obra de teatro cuando lo dejara». Cuando llegue el momento, sólo tendrá que cambiar de escenario.
Al otro lado de la puerta suenan voces como un arrullo. «Comité de campaña», dice, parte del equipo (en total son diez personas más 300 voluntarios) que en la otra estancia programa encuentros con vecinos, actos en pueblos donde explicar quiénes son y qué van a hacer los candidatos (se presentan en 38 municipios, 17 juntas vecinales), o bien cuadrar entrevistas como la que mantiene en ese momento. Todo con tal de hacer llegar a la sociedad el programa electoral, ese documento que parece concebido como una carta a unos reyes magos que luego pierden los paquetes: ¿puede el ciudadano recuperar la fe en ese documento? «El programa electoral debería de ser la guía, pero sé lo que ha hecho el PP y el PSOE, inclumplirlos y eso que teníanmayoría absoluta y no dependían de nadie». La prueba de que Ciudadanos «es distinto» no está en lo que diga ante la grabadora que registra cada una de las palabras, sino «lo que estamos haciendo en el gobierno de Andalucía», dice con un boli en la mano que no suelta durante toda la entrevista, la metáfora perfecta de que está escribiendo su tiempo nuevo en política. Su mayor temor ante las elecciones es, por tanto, que «todo siga igual, que el bipartito PRC-PSOE se vuelva a formar. Zuloaga es una fotocopia en pequeño de Pedro Sánchez, alguien que está encantado de que quiera subirnos 26.000 millones de impuestos».
El PP, dice, «está sumido en la debacle que ha sufrido y sólo está pensando en cómo va a gestionar ese debacle, y ante la irrelevancia de VOX, que se ha bajado como un suflé, creo que sólo queda Ciudadanos como alternativa y dique hacia una política económica socialista populista de la que ya conocemos el resultado». Esa «alternativa» se sostiene en medidas como auditorías para optimizar el gasto o la Ley Antidedazo: convocar concursos públicos y que ocupen puestos «los que estén mejor preparados, y si no los hay de mi propio partido, no me temblará el pulso para dejar a los que estaban si lo hacían bien, como hemos hecho en la Junta».
«Hay mucha capacidad de recorte de gasto para destinar esos recursos donde más se necesita, fortaleciendo educación, sanidad y dependencia», las grandes áreas en cuanto carga presupuestaria. En Educación, por ejemplo, Álvarez no titubea: volverían al anterior calendario. «Este gobierno ha conseguido lo que nadie en democracia, cabrear a todos los sectores». Él, que asume que la palabra conciliar «se sigue usando en femenino», pone el acento en la diferencia entre «calendario escolar y calendario laboral de los profesores. Es como un centro comercial que abre de diez a diez, los trabajadores no están ahí siempre, lo que hay que hacer es buscar medidas eficaces para la conciliación, no cambiar de un año para otro las vacaciones, ni esos parones, porque los niños se descentran», dice.
Lo ve en su propia hija de 14 años: «Estudia muchísimo, hace muchos exámenes, y con cada parón pierde el ritmo». Esa hija que ya es adolescente, a la que veía «menos de los que quería» cuando su trabajo en el teatro le hacía pasar más tiempo en Madrid que en Cantabria, creció mirando a su padre como actor. ¿Y ahora a quién ve, al actor o al político? «Antes quería ser actriz, no se le quitaba de la cabeza, pero ahora ha cambiado, ahora dice que quiere ser presidenta de España», y por primera vez durante la conversación, suelta el bolígrafo, se apoya en el respaldo y sonríe con una placidez contagiosa. «Es muy papista, ¿sabes?». Es a ella a quién le quiere dejar un mundo mejor, a quien cita cuando se cabrea al hablar de la sanidad: «Nos trataron como desplazados, así nos llamaron en Ibiza, cuando fuimos al hospital porque tuvo una infección de garganta». Por eso proponela tarjeta sanitaria única, el historial clínico digital y la tarjeta electrónica: «Para Sanidad sólo pido los mismos medios que tiene Hacienda, que te vas a Jerez o a la isla de Perejil y te sacan hasta el RH, pues lo mismo». La política, con frases así, aún permite reír. Y llorar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.