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Las residencias cántabras de personas mayores afrontan el fin de las fiestas con «relativa tranquilidad»: hay casos positivos, pero la mayoría son asintomáticos o no revisten complicaciones graves, revela Gema Díaz, al frente del CAD San Miguel (San Miguel de Meruelo) y gerente del ... Grupo Calidad y Dependencia. Este centro, como la mayoría, ha tomado medidas extra de prevención y vigilancia para minimizar el impacto de la sexta ola covid. Se hacen test periódicos, el personal se protege con mascarillas FFP2 y se recomienda con insistencia a las familias que limiten las salidas «hasta que se vea el impacto real» de la nueva ola. «Prevención y recomendación», son dos de las claves, incide Gema Díaz, también vocal de la Federación de Empresas de la Dependencia (FED).
En cualquier caso, los centros no pueden si no reflejar lo que ocurre a nivel global con la ola Ómicron, que se extiende a bastante velocidad. Los casos entre las personas residentes se mantienen más o menos estables -este lunes se contabilizaban 60 positivos por covid-, pero han crecido entre los profesionales, que llegan al centenar. La residencia con más casos activos sigue siendo la Residencia de la Hoz, en Isla, con 25 positivos entre residentes y profesionales, según la última actualización del Icass (Instituto Cántabro de Servicios Sociales). Le siguen Domus VI Liencres (16) y Liérganes (14). En general, la mayoría de los centros que ahora registran casos no aglutinan más de una decena; los positivos están bastante dispersos. Y solo seis residentes requieren hospitalización para tratarse de la infección.
En el CAD San Miguel están preparados por si la huella de la sexta ola se amplía. «En las residencias esperamos un ligero repunte de los casos», revela Gema Díaz, que confía en que se comporten como hasta ahora: sin síntomas o con manifestaciones leves de la enfermedad.
La situación, coincide Julia Gurruchaga, está «relativamente controlada», en tanto que la tercera dosis de la vacuna está muy extendida y que se extreman las medidas. «Estamos pendientes de cada síntoma, de las salidas y entradas. Y hemos vuelto a los grupos burbuja». Los centros, subraya la presidenta del Círculo Empresarial de Servicios de Atención a la Dependencia, siguen siendo «lugares seguros».
A la espera de ver el impacto de la Nochevieja en la sexta ola, Gurruchaga espera que «la curva empiece a doblegarse».
Las residencias, con todo, refuerzan la prevención. Casi todas han enviado circulares de recuerdo a las familias. En Padre Menni han fijado grupos de trabajo estancos, limitaciones al servicio de cafetería y hacen test frecuentemente. Lo mismo ocurre en San Cándido, donde los visitantes reciben mascarillas nuevas a diario y los trabajadores usan las FFP2. Toma de temperatura, grupos burbuja y la «vigilancia estrecha» de los residentes que hayan salido estas fiestas son otras de sus medidas extra.
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