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Rocas que quedaron ayer al descubierto por la bajamar en la isla de los Ratones. Fotografías: Javier Cotera
Postales cuando el agua se retira

Postales cuando el agua se retira

Un coeficiente de 115 deja imágenes singulares

José Carlos Rojo

Santander

Miércoles, 11 de marzo 2020, 07:37

Sucede al menos dos veces al año, cuando el sol y la luna se alinean y ejercen la mayor atracción gravitacional sobre la tierra, en los equinoccios de primavera y otoño. Tan fuerte es esa fuerza que es capaz de mover las masas oceánicas hasta el punto de vaciar las bahías, como la de Santander. Ayer el coeficiente de marea alcanzó la cifra de 115 cuando el máximo es 120. El resultado: el surgimiento de la ciudad que normalmente permanece oculta bajo las aguas, el afloramiento de los rincones que sólo se descubren apenas dos días al año.

La costa, el litoral se llenó de curiosos con cámaras de fotos para captar la forma caprichosa de la roca, para tomarse la imagen en el fondo marino por el que ayer se podía pasear tranquilamente o para descubrir los secretos de todos esos espacios que habitualmente quedan ocultos a la vista y que ayer se descubrieron cuando el mar se replegó dos metros y medio. Como en ocasiones anteriores, el entorno de la playa de Los Peligros y la península de La Magdalena fueron los principales focos de atracción para contemplar el fenómeno. Allí, cerca de donde hace unos días los temporales desenterraron el muelle del Puentuco, en la playa, la falta de rellenos artificiales de arena posibilitó que ayer la postal fuera aún más descarnada, plagada de rocas, cada cual con formas más caprichosas.

Poder transitar a pie desde la playa hasta la isla de los Ratones es un atractivo incluso para los vecinos de Santander. Los mismos que volvieron a contemplar los arcos del muelle de Maura, que aún en pie pero enfermos en su estructura, se dan un baño de sol cuando quedan al descubierto.

Imagen opuesta por la tarde

Fue hacia las once de la mañana cuando se registró la bajamar. Después, con la pleamar de las cinco y cuarto, la imagen fue la opuesta. Pocas veces el agua acecha tanto los límites con los paseos. En Pedreña el mar parecía casi una prolongación de la carretera porque estaba a la misma altura. Como en el paseo de Pereda, donde uno de los niños de la estatua de Los Raqueros casi tocaba el agua con los brazos extendidos. «La pena es que cuando sube tanto la marea arrastra mucha porquería y queda flotando», comentaba un vecino de la ciudad, que aprovechó una pausa en el trabajo para coger el barco dar una vuelta hasta el Puntal. Y es que ayer el tiempo era apacible.

Suerte que ningún temporal acechaba: «De haber existido, hubiéramos tenido problemas porque estas condiciones de mareas son extremas y el agua hubiera golpeado las costas», aclaró José Luis Arteche, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Cantabria.

No habrá tanta suerte de cara al fin de semana. «Por lo pronto entrará un frente flojo el jueves y el viernes que nos podría dejar algo de lluvia», explica Arteche. «Y para el fin de semana, aunque aún no está claro el modelo, cabe la posibilidad de que pudiera venir también un poco de tiempo desapacible».

Para los fotógrafos rezagados hoy será también un buen día para retratar el Santander oculto bajo el mar. El coeficiente no será tan alto, pero alcanzará el 112, suficiente para lograr imágenes casi tan sorprendentes como las de ayer.

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