Cuando el postre no cabe en el plato
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Las famosas corbatas de Unquera comparten fama y éxito desde hace años con un nuevo imán para los visitantes: las palmeras gigantesJAVIER GANGOITI
Val de San Vicente
Lunes, 30 de julio 2018, 07:15
No lo pueden ocultar. Basta con fijarse en la estación de autobuses para darse cuenta del tamaño de algunas cajas y bolsas de equipaje. Son muy grandes, y las cuidan con extrema delicadeza. Disimularlo es inútil. La pequeña localidad de Unquera, reconocida desde hace décadas ... por las corbatas de hojaldre, suma desde hace años un nuevo reclamo a su carta pastelera: las palmeras de chocolate gigantes, y son una auténtica sensación.
Es muy difícil visitar este pueblo de Val de San Vicente y no leer los letreros en cada uno de los establecimientos. Normal. Hace décadas que la repostería domina el turismo de Unquera, y todos aquellos que leen el topónimo en los carteles de carretera improvisan una parada para volver a casa con dulces para todos. Lo mismo sucede en el aparcamiento de uno de los lugares distintivos de esta atracción, donde decenas de vehículos se acumulan en busca de los descomunales dulces.
«Tendríais que verlo cuando no cabe ni un alfiler», indica un taxista a unos clientes perplejos. Cuesta imaginarlo. El aparcamiento no podría estar más abarrotado. Incluso un autobús se ha inventado una nueva parada frente al local. Los niños, que ya han tomado las riendas, suben corriendo las escaleras y meten prisa a toda la familia. Alguno ha decidido terminar con la farsa y entrar por sí solo. Desde fuera se le oye chillar de emoción, ha debido ver las palmeras.
La escena se confirma al otro lado de la puerta. El pequeño se ha subido a un taburete y solo una vitrina le separa de la felicidad absoluta. Otros afortunados ya están sentados. Familias completas (¿pero quién iba a perderse este desayuno?), parejas y excursionistas forman corros impenetrables en torno a la mesa. Sus maletas y mochilas, en un costado del asiento, delatan el breve tiempo que pasarán en el pueblo. «Te dije que merecía la pena pasar», recuerda una mujer a su pareja después de probar uno de estos manjares gigantes. Ya discutirán más tarde si 30 centímetros de palmera es suficiente para ambos.
Para no perder la noción del tiempo (algo que puede ocurrir fácilmente si se trata de corbatas y palmeras gigantes) varios relojes adornan el local. Después de todo, la inmensa mayoría de clientes está ahí de paso, pendientes de llegar a casa en coche, en tren o autobús. No importa el peso de la mochila o el coste del desvío. Unquera es una de esas paradas ineludibles antes de abandonar Cantabria. Los únicos que se despreocupan de la hora son los niños, que viven su particular fiesta de chocolate, azúcar y hojaldre. «¿Algo más?», pregunta una madre a su pequeño. Por la forma en que ha devorado el último trozo, no parece que vayan a marcharse aún. Hoy manda el crío.
Al menos casi tanto como Benito Sánchez, que conduce La Casa Azul junto a sus hermanos. Hace alrededor de una década, cuando las corbatas monopolizaban la repostería de la localidad, Sánchez y su familia decidieron preparar las palmeras un poco más grandes. Aquella bendita idea dio lugar a las famosas palmeras gigantes, extendiéndolas hasta la competencia y convirtiéndolas en un reclamo más de los turistas. «En el caso de las corbatas hay serias dudas sobre quién empezó a elaborarlas hace cincuenta años, pero con las palmeras gigantes no las hay. En Unquera fuimos nosotros», se enorgullece. De lo que tampoco duda el gerente de 'Royal I' y 'III' es de la importancia que estos dulces en forma de corazón han cobrado dentro del negocio. «Las corbatas han sido las favoritas de los clientes durante años, pero las palmeras han ganado mucho peso alcanzando incluso a las corbatas», afirma Sánchez mientras sale otra bandeja de lazos del horno.
Serán muchos a lo largo del día. Nadie volverá a casa con las manos vacías, y más les vale. Si alguien se entera de que han estado en Unquera y no traen nada en la maleta el ridículo ante vecinos y amigos puede ser mayúsculo. Nadie cometerá ese error. Pastas, sobaos, barquillos y sobre todo palmeras y corbatas gigantes ya viajan a sus nuevos hogares en distintas partes del globo. Otra forma de conquistar el mundo, con el estómago. Si alguno tomara nota...
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