PRC-PSOE: una coalición en la cuerda floja

No son pocos en el PRC los que ya le han aconsejado a su presidente que rompa con los socialistas. Ha habido más de una, más de dos y más de tres tensiones en este único año de legislatura que podían haberlo justificado, según el sentir de un amplio sector del partido. Pero Revilla siempre ha respondido lo mismo: «No es el momento». Una de las últimas veces que tuvo que decir a los suyos esa frase fue hace solo un mes, cuando Zuloaga, de vacaciones en Asturias, se reunió con el presidente del Principado, Adrián Barbón, y alabó su decisión de posponer la apertura de fronteras hasta el último momento. Una crítica evidente a Revilla, promotor e instigador en su día de levantar el veto al turismo cuanto antes. En el PRC se vio como una traición, otra más del vicepresidente, pero Revilla se volvió a contener: «No es el momento».

Ese 'momento' puede que no esté tan lejos. Hace solo un año, en junio de 2019, poco después de ganar las elecciones, el líder del PRC firmó a regañadientes el pacto de legislatura con Zuloaga. No había química, pero sí la necesidad de estar en sintonía con Madrid. «Si no hay compromisos del Estado, no hay Gobierno de coalición en Cantabria», amenazó entonces el presidente. Esos compromisos no se han cumplido doce meses después, como han denunciado Revilla y José María Mazón en el Congreso más de una vez. Por eso, y por la degeneración de las relaciones entre el líder del PRC y Sánchez, esa advertencia cobra hoy mucha más fuerza que entonces.

En Peña Herbosa no han olvidado la amenaza del PSOE -incumplida después- de abandonar el Gobierno si el PRC no apoyaba la investidura de Pedro Sánchez. Tampoco que la senadora socialista cántabra votase en contra de que Cantabria recibiera el dinero adeudado del IVA. O el reciente acoso a la consejera de Educación de algunos alcaldes socialistas por la 'vuelta al cole'. Y escuece mucho que Moncloa haya llevado a los tribunales la reclamación del dinero que se debe de Valdecilla. Eso sin contar el miedo a quedarse fuera de los 70.000 millones de los fondos covid.

Hay una posibilidad de que Cantabria no vea un céntimo de la bolsa europea para la reconstrucción tras la pandemia, debido a que es el propio Pedro Sánchez el que hace de cortafuegos entre la hucha de la UE y los proyectos autonómicos. Es decir, por muchos y muy buenos planes que Cantabria presente, puede que nunca lleguen a Bruselas. Y Revilla no puede ocultar su preocupación porque las malas relaciones con el líder socialista influyan en la decisión. De nuevo, «no es el momento».

En el PSOE niegan esas tensiones y el propio Zuloaga, hace menos de una semana, aseguró que la colaboración de Moncloa con Cantabria es «absoluta y se está dando cumplimiento a cada uno de los compromisos asumidos». Eso fue el mismo día que Mazón denunció que el Gobierno del PSOE «no está siendo beneficioso para Cantabria». Ya lo dijo Ortega y Gasset: «Hay tantas realidades como puntos de vista».

Así arranca un curso político en Cantabria que, en realidad, debido al covid, nunca se llegó a cerrar del todo durante el verano. Con una coalición en el Gobierno en la cuerda floja pero con un PRC en posición de fuerza, no solo por sus 15 diputados en el Parlamento, sino por la red de seguridad que le puede proporcionar el PP si acaba rompiendo con su socio en Peña Herbosa.

A nadie se le escapa el acercamiento que ha existido entre populares y regionalistas durante el último año. «Gobernar en minoría con ellos es una opción real», dijo la consejera y mano derecha de Revilla Paula Fernández en junio del año pasado. En aquel momento era solo una forma de presión al PSOE en medio de las negociaciones por las cuotas de poder en el Ejecutivo. Ahora esa frase tiene otras connotaciones.

La oposición que ha hecho María José Sáenz de Buruaga ha sido más constructiva que destructiva, y cuando ha cargado contra el PRC ha sido por confiar en Pedro Sánchez o para hacerle corresponsable de los errores del PSOE en Cantabria. No ha sido, ni de lejos, esa confrontación hostil que sí cultivó Ignacio Diego. Y Revilla, que quiere tener un as bajo la manga, se ha cuidado mucho de salir a replicar a Buruaga en público. Al contrario, ha encontrado en los populares cántabros un buen aliado municipalista.

PRC y PP han hecho bloque contra la decisión del Gobierno central de no dejar a los ayuntamientos usar sus ahorros para inversiones. Y fue Buruaga la que, el pasado mes de junio, cuando amainaron las muertes por covid, prefirió ofrecer a Revilla un pacto económico y presupuestario hasta 2023 que hacer sangre con la gestión de la pandemia. «Podemos estar en desacuerdo en asuntos locales, pero coincidimos en diseñar lo importante para Cantabria», dijo el mes pasado el presidente regional sobre el PP. Es difícil encontrar en la hemeroteca palabras igual de amables para su socio en los últimos meses.

El reto que se le presenta a Buruaga es el Congreso para su reelección del año que viene. Tras las luchas cainitas del último, está por ver cómo se toman ciertas bases del PP ese coqueteo con el PRC. Algo que usarán en su contra, seguro, los menos afines con ella y que pisan habitualmente la moqueta de Génova. También Zuloaga se enfrentará a las urnas en 2021 y su posición puede quedar debilitada si ya no ocupa la Vicepresidencia del Gobierno.

Mientras estas luchas de poder se van aclarando, los plenos volverán al Parlamento de Cantabria el próximo 14 de septiembre. Lo más inminente será la aprobación de la Ley LGTBI, cuyas enmiendas ya se han admitido a trámite. Es una de las prioridades de legislatura del PSOE, que también quiere votar antes de que acabe el año la Ley de Memoria Histórica. Otras normativas menos publicitadas, como la de Pesca o la del Parque Natural de Liencres y Costa Quebrada, también han comenzado ya la burocracia parlamentaria y se aprobarán en los próximos meses. La Ley del Suelo, que promete ser más polémica que las anteriores y enfrentará a PRC y PSOE en el capítulo del suelo rústico, llegará al hemiciclo en noviembre o diciembre. Habrá que ver si por entonces siguen siendo socios o todavía «no es el momento».