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La muerte de dos personas en el río Deva en poco más de un mes ha provocado, además de una lógica congoja, cierta alarma por la aparente peligrosidad de este cauce: Alan de la Cruz, un vecino de Unquera de solo quince años, perdía la ... vida este lunes tras lanzarse al río, en el lado asturiano, sin que los amigos que lo acompañaban pudieran hacer nada para evitarlo. Antes, a mediados de mayo, Fabrice Labarrière, exjugador de rugby francés de 49 años, había perecido ahogado mientras practicaba kayak en la zona de La Hermida.
«El Deva no es un río malo», asegura Miguel Rodríguez, jefe del Parque del 112 en Tama. «Todos los ríos tienen cosas buenas y malas; es verdad que en ciertos periodos hay peores condiciones que en otros, pero en estos dos casos no parece que haya sido esa la causa: se trata más bien de cosas que no se deben hacer, ya que se puede provocar un riesgo mayor por no tener ciertos cuidados».
En la muerte del piragüista jugó un importante papel el desconocimiento del río, pues el accidente se produjo en un tramo peligroso que las empresas de turismo activo suelen evitar, y también la fatalidad, ya que quedó atrapado en un punto en que se acumulaban troncos y ramas que había arrastrado la corriente.
2019 Se registraron cuatro víctimas mortales en el Miera (San Roque de Riomiera), Besaya (Torrelavega y Arenas de Iguña), y Deva (Potes).
2020 Dos fallecidos, en el Ebro (Valdeprado del Río) y el arroyo La Salceda (Luena).
2021 Un ahogado, en el Saja (Reocín).
2022 Dos víctimas mortales, ambas en el Deva, en Peñarrubia y Ribadedeva.
El fallecimiento del joven vecino de Unquera se produjo, según testigos presenciales, después de que este saltara al río: se especula con que el contraste de temperatura –era un día caluroso, con 28 grados, y el agua del río bajaba muy fría–, provocara el desvanecimiento del chico, que fue arrastrado por la corriente.
Rodríguez es más partidario de hablar de situaciones de peligro que de señalizar puntos negros en los ríos de la región. «No hay un río maldito, y las desgracias suelen ser fruto de las circunstancias. Por desconocimiento del terreno se cometen a veces errores: la gente debería tener presente, por ejemplo, si en una determinada zona puede bañarse, hacer piragüismo o descender barrancos. El peligro depende mucho de la temporada del año en que estemos y del caudal. En los ríos de montaña, como el Deva y otros de la región, el agua baja con bastante velocidad, al discurrir por terreno escarpado y salvar una altitud grande en pocos kilómetros entre el nacimiento y la desembocadura. La velocidad del agua, los obstáculos que se pueden encontrar, y que varían en función del mayor o menor caudal, y que también se pueden acumular después de riadas y crecidas, hacen más peligroso el nado y la estancia en las aguas».
1. Saber nadar. Es la primera precaución: si no se sabe nadar es mejor no meterse.
2. Conocer el lugar. Conviene conocer las zonas de baño, por si existe algún riesgo.
3. Caudal. Hay que saber que en determinadas épocas el caudal de los ríos crece.
4. Acompañados. Estar acompañados por personas conocedoras del lugar y buenas nadadoras es una garantía.
5. Niños. Las personas adultas deben supervisar el baño de los niños: no pueden estar solos.
6. No saltar. Hay que evitar lanzarse al agua desde altura para evitar posibles golpes.
7. Turismo activo. Las empresas deben facilitar todo el material necesario y trabajar con monitores cualificados.
La época de desnieve, cuando bajan con más agua y arrastran materiales, puede ser la más complicada, aunque no suele haber muchos bañistas. Las empresas de turismo activo, que aprovechan estos momentos para actividades de kayak y rafting, acostumbran a practicarlo en zonas controladas y bien conocidas, e incluso se preocupan de retirar ramas y troncos que podrían constituir un riesgo.
La realidad es que, a pesar de estas últimas desgracias, los accidentes mortales no son muy habituales, y menos aún los ahogamientos de bañistas. Según las estadísticas del 112, en 2019 se produjeron cuatro muertes en ríos de Cantabria: dos se debieron a sendos traumatismos al golpearse contra las rocas, y otras dos correspondieron a ancianos que cayeron al río y se ahogaron. Los dos fallecimientos registrados el siguiente año fueron los de un pescador y un anciano también ahogados al caer al cauce. En 2021, la única víctima de la que tiene constancia fue un muchacho mauritano de 24 años que se bañaba en el río Saja, a la altura del puente de Santa Isabel, en Villapresente, sin saber nadar, y que se hundió tras adentrarse en aguas profundas.
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