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A José Andrés Cianca, presidente de la Asociación de Empresarios de Transportes Discrecionales de Mercancías por Carretera de Santander y Cantabria (Asemtrasán), no le salen las cuentas: «Con estos precios de los carburantes, en cuanto ponemos un pie en la carretera, estamos trabajando a pérdidas», ... señala. Por eso, este colectivo, que reúne a 470 empresas y cerca de 1.000 camiones, ha decidido que a partir de hoy detendrá su actividad de manera indefinida.
Es una medida, dicen, que transita al margen de la huelga convocada el pasado día 5, también para este lunes, por la Plataforma para la Defensa del Sector del Transporte. «Asemtrasán tiene capacidad propia de decisión y no tiene que ponerse detrás de ninguna plataforma que no está reconocida en el Comité Nacional de Transportes, como sí lo estamos nosotros a través de la Federación Nacional de Transportes de Carretera, el único interlocutor legal para negociar con el Gobierno central», defiende Cianca. «Tenemos 45 años de historia y tomamos nuestras propias decisiones», insiste.
Tampoco los pescadores de cerco de Cantabria saldrán a faenar hoy en protesta por el incremento del combustible. Lo confirmó el presidente de la Federación de Cofradías, César Nates. De esta forma, los pescadores cántabros han cumplido la advertencia que trasladaron esta pasada semana al consejero de Desarrollo Rural, Ganadería, Pesca y Alimentación, el regionalista Guillermo Blanco. Nates explicó que han decidido parar para dar un «toque de atención» a la Administración.
El pasado sábado, Asemtrasán celebró una reunión y los socios decidieron detener la actividad por la situación alarmante en que se encuentra el sector, con los precios del diésel desbocados. Aunque no todos han estado de acuerdo. También los hay que están en contra de parar. Sobre todo después de que el pasado 1 de marzo el Ejecutivo de Pedro Sánchez ofreciera una solución al problema con la publicación del Real Decreto que permite repercutir el precio del gasóleo en la factura final del cliente. «Es una norma que nunca antes había existido, un avance, y sólo tres días después, esta plataforma convoca la huelga...», cuestiona Cianca.
Los objetivos del paro van en dos direcciones: «Lo que está ocurriendo ahora con el Real Decreto es que está ahí, es una norma, pero en la práctica no se cumple en muchos casos. Muchos de nuestros socios son autónomos y están sufriendo coacciones por parte de los clientes, que les advierten de que si les repercuten el precio del gasóleo, no volverán a cargar». De otro lado, el Comité Nacional de Transportes mantiene reuniones periódicas con el Gobierno central para buscar más soluciones, tal vez, a través de la intervención del precio del carburante.
«No sabemos cuáles son los márgenes de que dispone el Ejecutivo para hacerlo, pero necesitamos una solución en ese sentido: bien sea estabilizando el precio, o por medio de la reducción de impuestos... Lo que tenemos es que pensar que si sólo repercutimos el precio al cliente, al final es un problema añadido a la crisis que ya existe», opina Cianca.
No secundará el paro, sin embargo, la Agrupación Empresarial de Transporte de Cantabria (Aetrac), con 2.500 camiones. Son, en su mayoría, grandes empresas con contratos de transporte continuados que tienen más facilidades para ver aplicada la nueva ley en sus condiciones laborales. «No padecen la misma situación que nosotros, los autónomos», explica Cianca.
Asemtrasán estima que esta movilización del transporte tendrá consecuencias en los suministros, y que se dejará notar en las grandes superficies y tiendas. «Lógicamente es lo que va a suceder, porque si no trabajamos, es lo que pasa; pero es que nos tienen que entender. Así no podemos salir. En cuanto salimos de casa para trabajar, estamos a pérdidas».
Entre tanto, la situación económica no deja de ser idéntica a la de la pescadilla que se muerde la cola. «Estamos viéndonos afectados de forma muy grave por un conflicto bélico que está a 3.000 kilómetros de distancia. Muchas industrias están deteniendo la producción porque no pueden sostenerse con estos precios de la energía. Es una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento», zanja Cianca.
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