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Experiencia de gestión y claridad de ideas son sus tarjetas de presentación. Carlos Andradas, el nuevo rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, tras sus primeras tres semanas en el cargo, busca configurar un equipo de gobierno creativo y eficaz. Expresidente de la Real ... Sociedad Matemática Española y catedrático de Álgebra, en su trayectoria académica, destaca su labor de rector de la Universidad Complutense de Madrid entre 2015 y 2019. Su objetivo esencial es que la UIMP no pierda sus señas de identidad. Y su medida prioritaria: resolver las carencias de personal de la institución.
-¿Por qué aceptó el reto de ponerse al frente de la UIMP, máxime en un momento tan delicado como el presente?
-Precisamente mi implicación tiene algo que ver con ese momento. Ese desafío que supone aceptar una responsabilidad que plantea grandes objetivos. Esta es una institución con una singularidad que permite hacer cosas en un marco de actuación distinto. Soy un defensor acérrimo de lo público y la mejor defensa es que funcione lo mejor posible. Siempre me he comprometido en intentar que las instituciones funcionen y cuando me llamaron desde el ministerio el planteamiento fue simple: 'queremos darle un empujón a la UIMP y revitalizarla'. Acababa de empezar una vinculación profesional con el Ministerio para la Transición Ecológica -como asesor científico-, pero he optado por afrontar esta experiencia en una entidad que permite lanzar ideas, debates y convivir con personas en La Magdalena. De lo que se trata ahora es intentar que tenga el mayor desarrollo posible con el apoyo de todos los que han estado presentes en la vida de la UIMP y, a su vez, ir adecuándola a otras situaciones académicas que no estaban presentes en el pasado: posgrado, doctorado...
-¿Son suficientes las matemáticas (hacer números) para resolver los problemas de la UIMP?
-Las matemáticas nos proporcionan a cada uno una manera de analizar los problemas. Pero si algo he aprendido es que las decisiones se toman en relación a las emociones. Cómo perciben las personas lo que se hace o se deja de hacer. En la gestión hay que aunar las dos cosas: la capacidad de análisis lógico, esa cierta intuición, que siempre reivindico de las matemáticas; y, al tiempo, complementarla con un papel muy importante de la parte emocional. Por ejemplo, en este caso es fundamental saber por qué un alumno tiene determinadas preferencias, o cómo se siente un trabajador de esta universidad.
-Al margen de sucesivas crisis, lamentos y peticiones, ¿en su mirada de futuro considera necesario un golpe en la mesa, una pequeña revolución o ahondar en recobrar las raíces?
-Hacen falta las dos cosas que, en realidad, van unidas. Para recuperar ese espíritu fundacional, algo en lo que insisto mucho, hay que dar un cierto golpe en la mesa. ¡No perdamos nuestras señas de identidad! Uno tiene la tentación a veces de homogeneizarse en el funcionamiento de otras instituciones. Pero hay que subrayar que nosotros no somos eso, nuestra función, identidad y espíritu fundacional es otra cosa. Y dado que la sociedad, la educación superior, el país no son los mismo que en 1932, hay que evolucionar, abrir nueva vías de actuación y responder a lo que la sociedad del presente necesita.
-¿Ve posible esa deseada mayor autonomía universitaria? ¿O ello implica un cambio de modelo?
-El cambio fundamental que he notado en la gestión entre la Universidad que he conocido, o la que he dirigido (la Complutense) y esta de la UIMP, es que la autonomía universitaria es en el primer caso un plus que te permite actuar de manera mucho más ágil. Si tuviéramos esa autonomía que proporciona una mayor flexibilidad, cuestiones como la licitación de contratos, la contratación de personal serían más fluidas, o el propio mecanismo de funcionamiento de los cursos de verano donde hay que formalizar varios convenios. La autonomía facilitaría las cosas y daría alas a la UIMP.
Medios
OBJETIVO
Equipo de gobierno
-De las necesidades y carencias, ¿a qué objetivos estudia otorgar prioridad?
-Hay tres cosas fundamentales. Primero, en recursos humanos, una clara necesidad de personal que se ha ido reduciendo por razones de jubilación; o debido a cuestiones coyunturales como acuerdos existentes con otras entidades, que en algunos casos se han roto; o quienes se han ido al encontrar un puesto que les otorgaba mas satisfacción profesional y personal. Una carencia que debemos resolver con urgencia o rapidez, sobre todo, en los puestos más clave dentro del organigrama. Segundo, en las infraestructuras, las de tipo digital que deben mejorar para usar las nuevas tecnologías y avanzar en sistemas de enseñanza mixtos. Pues aunque nuestra prioridad sea la presencialidad, puede ser combinada en la formación permanente sobre todo en el ámbito de la enseñanza latinoamericana. Y tercero, mejorar los recursos monetarios, económicos, los ingresos. La subvención nominativa del Ministerio ha aumentado pero no llega a cubrir el cien por cien del capitulo básico. La salud financiera, no obstante, es razonablemente buena pero demanda más recursos para poder hacer muchas cosas.
-La internacionalización siempre ha sido el 'santo grial' de la UIMP. ¿Hispanoamérica puede ser un camino de futuro?
-El leitmotiv de la UIMP es el de ser una institución que fundamentalmente tiene que desarrollar colaboraciones con los demás. Aquí no hay una plantilla propia de profesorado. Tenemos que asociarnos con otras. No hay una colisión de competencias, sino que al revés podemos crear sinergias de modo que lo que podamos ofrecer sirva de ayuda. No busco que nos vean como unos competidores, sino como una institución que puede aportar un valor añadido. Y la internacionalización es fundamental como así lo subraya nuestro nombre. Tenemos que avanzar en el ámbito latinoamericano con una panoplia de proyectos posibles, de formación y posgrado, de especialistas, y debemos estar presentes con una oferta atractiva. También en el mercado anglosajón como sucede con la tradición de los Cursos de lengua y cultura para extranjeros; o en Asia y en la propia Europa. La UIMP debe estar también en esa liga.
-¿En qué perfil ha puesto el foco al configurar su equipo?
-Estoy hablando con muchas personas y me he dado un plazo de un mes. Personas de prestigio dentro de su institución y de su área, que tengan proyección y sobre todo que sean creativas y tengan experiencia de gestión. La UIMP tiene que ser flexible, no ser una universidad al uso, y esa es una de sus fortalezas; tener iniciativas que permitan hacer cosas de calidad y con tirón.
-¿Qué le parece la definición de la UIMP como «universidad de universidades»?
-Me parece muy sugerente. Cuando la oigo, siempre pienso que se me debería haber ocurrido. No tenemos profesorado propio y debemos aliarnos y buscar sinergias. Y hacer esa labor de amalgama, de coordinación en cuanto filosofía de acción. Por ello, el término es afortunado.
-La crisis de las Humanidades, ¿es una oportunidad para que la UIMP abandere su reivindicación?
-Me gustaría que la UIMP tuviera un papel protagonista en muchos temas: salud, cambio climático, desigualdades sociales, economía circular. Creo que uno de ellos sería la educación de nuestros jóvenes. En este sentido, la UIMP tiene que poner sobre la mesa cuestiones esenciales. Ser conscientes de que estamos casi en el 2022 y que la tecnología es una parte importante, pero también lo es el pensamiento crítico, la filosofía.
-¿Ve necesario estrechar aún mas las relaciones con la sociedad santanderina?
-Hay que estrechar vínculos con la sociedad y con las instituciones, no me cabe duda. Recientemente he estado en la reunión del Patronato de la Fundación Albéniz y aproveché para visitar algunas. Entre ellas, la propia Universidad de Cantabria con cuyo rector me une una gran amistad. Quiero mantener en breve una reunión con el presidente de Cantabria. Y soy consciente de la importancia de potenciar la relación por ese vínculo histórico con Cantabria. A partir de ahí, habría que articular las otras sedes, reforzarlas, darles una orientación temática en función de su ubicación geográfica. Pero siendo conscientes de que la actividad fundamenta que hay en Cantabria no existe en ningún otro lugar.
-Ernest Lluch fundamentaba la UIMP en tres vectores: Su «capacidad para generar debates, relevancia mediática y privilegiada posición». ¿Está de acuerdo?
-Estoy completamente de acuerdo. Lluch fue un gran rector. Ya me gustaría a mí acercarme un poquito a lo que fue la UIMP durante su etapa. La UIMP tiene un valor dentro la sociedad y es el de la universalidad.
-¿Tiene algunas ideas de cara al 90 aniversario en 2022?
-Es una ocasión magnífica para usarlo como excusa y hacer un relanzamiento lo más potente posible de la UIMP y, en particular, de los cursos de La Magdalena. De momento no podemos dar detalles, pero sí me gustaría hacer una celebración importante con una repercusión mediática fuerte, que tenga un acto central en el que me gustaría implicar a las más altas instancias del Gobierno de la nación, de la sociedad civil. A ver si lo logramos.
–¿Mantendrá el próximo curso la mezcla de modelo de presencialidad y actividad online?
–Lo online ha llegado para quedarse hasta un cierto nivel. Sin embargo, siempre he dado un valor a la presencialidad. En muchas de sus actividades, la UIMP apuesta por ella, además, como valor añadido. Es el caso de todas las actividades de verano de La Magdalena, por ejemplo, y en otras sedes. Porque presencialidad no sólo es estar presentes, sino convivir. Esto marca la diferencia, poder charlar en formatos distendidos donde profesor y alumnos puedan conversar desde la espontaneidad, donde poder hablar desde las ideas diversas que surgen.
–¿Teme la politización de su figura y de la propia UIMP?
–Espero que no. No me gustaría para nada. Así se lo he pedido y lo pediré las veces que haga falta a las diferentes instituciones. Voy a intentar que eso no ocurra. Soy una persona que intento mantenerme independiente y dialogante. Creo que, en ese sentido, el papel de las políticas públicas es esencial. Eso no significa que esté atado. Hay que defender la libertad de cátedra, de opinión, de pensamiento. Me siento muy libre para trabajar y para acoger a quienes trabajen en la UIMP, siempre claro dentro de nuestro marco constitucional.
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