¿Hasta dónde llegará el pico de contagios esta vez? El modelo matemático que aplica Fernández, que analiza el pasado (primera ola) para predecir el futuro (desarrollo de la segunda), basado en curvas de percentiles en términos probabilísticos, indica que «Cantabria superará los 12.000 infectados, es decir, que aún sumará otros 2.000 positivos en este segundo brote. La región iba muy bien hasta el 10 de octubre que empezó a descontrolarse», coincidiendo con el puente del Pilar. Pero «si sigue la tendencia observada hasta ahora, podría estar controlada en torno al 21 de noviembre», sostiene. El matemático llega a esta conclusión siguiendo un modelo en el que entran en juego tres parámetros: «la población inicial de infectados, la constante de la virulencia del virus (cada caso contagia a entre 10-20 personas) y el número máximo de afectados, teniendo en cuenta que será el doble de la cantidad acumulada cuando llegue al pico». Con ello, «lo que hacemos es anticipar la cifra de personas que se van a infectar».
De cumplirse su predicción, a mediados de diciembre Cantabria volverá a coger aire, «siempre y cuando no se añadan factores que desequilibren los cálculos», como una afluencia repentina de visitantes, por ejemplo. «Las condiciones climatológicas también influyen: en estudios que hemos realizado vimos que por cada grado que baje la temperatura hay 7 contagios más diarios por millón de habitantes», apostilla Fernández. Pero también hay que tener presente otra cuestión clave: en el pasado sobre el que se hace el cálculo (marzo) el estado de alarma conllevó un confinamiento domiciliario total. Ahora, la movilidad es mucho mayor, aunque esté salpicada de restricciones. Por reflexiones como esta, que se escapan al manejo de los números, Llorca cuestiona la validez de las predicciones. Y el matemático asturiano responde: «Los modelos son para ser utilizados, no para ser creídos».
El especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública explica que hay que tener en cuenta dos variables: el parámetro RO, que mide el índice de reproducción de contagios, y el tiempo medio que transcurre desde que uno se infecta hasta que transmite el virus a otro, que pueden ser diez días. ¿Qué quiere decir esto? «Pongamos un ejemplo: si hoy tenemos 100 casos y el RO es 2, significa que dentro de diez días esa cifra se multiplicará por dos. Y esos 200 casos se volverán a duplicar en los diez días siguientes, y así sucesivamente. El hecho de que algo se haga multiplicativo hace que se dispare, que aunque parece que va despacio en poco tiempo se vaya de las manos».
En la primera ola, la región llegó a un RO por encima de 3, teniendo en cuenta que sólo se diagnosticaba la punta del iceberg. Frente a las estadísticas oficiales, había al menos ocho veces más de personas afectadas. Y esa situación fuera de control fue lo que llevó a confinar al país entero. «Ahora quizás no vemos todo el iceberg, pero sí más parte», añade el preventivista. En estos momentos, ese indicador en Cantabria está en 1,3. «Cuando sea igual a 1 significará que en diez días volveremos a tener los mismos casos nuevos de hoy, no crece pero tampoco baja. Sólo cuando esté por debajo de 1 se empezará a notar el descenso». Y ese momento, a juicio de Llorca, «no llegará en menos de dos semanas, que es cuando empezará a notarse el efecto de las últimas restricciones». Unas medidas, subraya, que tratan de limitar la principal causa que favorece la propagación: el contacto social. «Lo vimos en la curva de marzo-abril, desde el estado de alarma hasta que empezaron a bajar los contagios pasaron dos semanas, y otras dos más hasta que empezó a reducirse la mortalidad». Es por eso que, opina, «aunque hasta ahora no se ha disparado el número de muertos, probablemente lo haga en las próximas tres semanas», al igual que la presión hospitalaria.
Para Llorca, aunque «hay cosas que se están haciendo mejor que en la primera ola (los hospitales mejor organizados y las residencias de mayores también más preparadas), no existe una medida mágica para frenar al virus: lo fundamental es el uso de mascarilla, la higiene de manos, reducir la interacción social física y que haya ventilación cuando ese contacto se produce en espacios cerrados». Sin perder de vista, advierte, que «no nos hemos cargado al 'lobo'».
Es más, cree que «durante un buen tiempo no se ha transmitido bien la idea de que el partido iba a ser largo. Incluso cuando haya vacuna, nos obligará a reducir la interacción social, porque es difícil creer que vaya a llegar una vacuna tan fantástica que de repente nos vaya a proteger a todos». Llorca recuerda que «seguimos en una situación de mucha incertidumbre, porque estamos ante una enfermedad que conocemos hace diez meses, y tenemos que asumir que nos falta información». Y el covid, añade, ha puesto de manifiesto «algo que se ha hecho mal en las últimas décadas: no disponer de una estructura fuerte de Salud Pública. No se puede ir a la guerra con tanques y sin sistema de inteligencia, y ahora lo estamos pagando».
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.